miércoles, 6 de enero de 2021

(Día 1311) La estrategia de los araucanos engañó a DON GARCÍA HURTADO DE MENDOZA, gobernador de Chile. Su padre, el virrey de Perú, tuvo que aguantar que los que habían sido desterrados por él volvieran con premios del Rey.

 

     (901) Luego Inca Garcilaso reserva unos párrafos para mostrar las dificultades que se iba a encontrar en Chile el nuevo gobernador de Perú, Don García Hurtado de Mendoza, hijo del virrey, porque allí tendría que vérselas con los durísimos y hábiles estrategas indios araucanos: "Entró en aquellas tierras con mucha y muy lucida gente. Pocos días después, los indios le prepararon una brava emboscada. Adelantaron un escuadrón de cinco mil indios, con orden de no llegar a pelear, sino debiendo retirarse lentamente para evitar el enfrentamiento. Al saberlo el gobernador, dio orden de seguirlos sin atacar, ya que los españoles veteranos de aquellas tierras le avisaron de las mañas y ardides de guerra que aquellos indios usaban. Pero luego se cebó en ir tras los enemigos, con deseo de hacer una gran matanza en ellos. Los indios, viendo al gobernador algo alejado de su campamento, donde había dejado todo lo que llevaba, llegaron a él sin oposición, y robaron todo lo que hallaron. Esta noticia llegó al Perú, donde todos se admiraron de que, en tan breve tiempo, hubiese sucedido una cosa de tanta pérdida para los españoles, pues no les quedaron armas ni ropa, salvo lo que llevaban puesto. El virrey les mandó socorro con las mayor diligencia, pero gastando mucha suma de oro y plata de la Hacienda Real, de lo cual se murmuró por aquella demasía de gastos. Como los sucesos de Chile no corresponden a esta historia, solo mencionaré la muerte de Loyola (Martín García Óñez de Loyola, sobrino  nieto de San Ignacio). Quienes quieran escribir de los sucesos de aquel reino, tiene mucho que decir desde el alzamiento de los indios araucanos, que aún dura cuando esto escribo, que es el año mil seiscientos once. Podrían hablar de la muerte lastimera del gobernador Francisco de Villagra, con doscientos españoles que iban con él, y asimismo la muerte del maestre de campo Don Juan Rodulfo, y de los doscientos hombres que llevaba. Pero, donde ha habido tanta bravura de armas, no faltará la suavidad y belleza de las letras de sus propios hijos para que, en tiempos venideros, florezcan en todo aquel famoso reino". Lamenta el cronista que no le quepa en suerte la dicha de relatar también aquellas historias, pero es extraño que no sepa que hubo ya otros que lo hicieron. No falla: siempre y en cualquier lugar, la epopeyas han contado con narradores, como ocurrió con Homero.

     Nos cuenta también el varapalo que recibió el virrey (como vimos en la imagen anterior): "Don Andrés Hurtado de Mendoza, viendo que los que él había desterrado del Perú volvían con grandes mercedes que les había hecho Su Majestad, abonadas con el tesoro de su Arca Real, bien en contra de lo que él había imaginado, quedó admirado, y mucho más cuando supo que Su Majestad había nombrado un nuevo virrey para sucederle. Le pesó lo ocurrido, y cambió el rigor que hasta entonces había usado por la mayor suavidad y mansedumbre. Y así se comportó hasta su muerte". Fue tal el 'cambiazo' de actitud del virrey, que se creó una situación de abuso en sentido contrario. Todo el mundo se animaba a reclamar mercedes y a pedir que se les devolviera lo que se les había quitado, y, como eran atendidos, había otros a los que se les obligaba a devolver concesiones ya hechas, por estimarse que habían sido injustas: "El virrey quedó en gran confusión, porque los oidores le revocaban lo que él había concedido anteriormente, y le acongojaba tener que satisfacer con nuevas mercedes a quienes se las estaban quitando".

 

     (Imagen) GARCÍA HURTADO DE MENDOZA, hijo del virrey Marqués de Cañete, nació el año 1535 en Cuenca, y fue siempre una persona valiente, con carácter fuerte y muy ambiciosa. Él también se convirtió en Marqués de Cañete (el cuarto), al fallecer en 1591 su hermano Diego, que había heredado el título. Era uno de los típicos aristócratas de la época que soñaban con grandes proezas militares. Con solo 17 años, se marchó de casa y se alistó en las tropas europeas de Carlos V, dando pruebas de gran valor y eficacia. Cuando tenía 21 años le llegó la gran oportunidad de su vida. No le costó conseguir que su padre, Don Andrés Hurtado de Mendoza, segundo Marqués de Cañete, nombrado virrey de Perú, le permitiera acompañarle a las Indias, el lugar ideal para sus sueños de gloria. En ese viaje iba también Jerónimo de Alderete, recién nombrado gobernador de Chile. Ninguno de los dos pudo imaginar que Alderete moriría en el camino y su cargo de gobernador pasaría a manos del jovencísimo García. Su padre lo nombró, no solo para dar fin a los conflictos que surgieron entre dos pretendientes al cargo, Francisco de Villagra y Francisco de Aguirre, sino también porque no dudaba de la valía de su hijo, el cual partió para Chile llevando como asesor al oidor Hernando de Santillán, algo que no le gustó nada a Felipe II, como vimos en la imagen anterior. En cuanto llegó a su destino, envió a Lima presos a Villagra y a Aguirre. Lo más meritorio que hizo García en Chile, fue derrotar repetidamente a los terribles indios mapuches que habían matado a Pedro de Valdivia. Habían aprendido a cabalgar (cosa rara en la América hispana), y los acaudillaba el mítico cacique Caupolicán. Por ser los indios brutales (la muerte de Valdivia fue un horror), también los españoles lo eran con ellos, y así, al derrotar a Caupolicán, lo mataron empalándolo, aunque el orgulloso cacique ni se inmutó. Muerto el virrey, su padre, en 1560, GARCÍA HURTADO DE MENDOZA volvió a España. Pero había ganado tanto prestigio, que regresó a Perú como virrey en 1589 (de lo cual hablaremos en otra ocasión). Falleció en Madrid el año 1609, y el documento de la imagen encabeza un expediente que iniciaron los albaceas de su testamento, quedando como heredero su hijo Andrés Hurtado de Mendoza, quinto Marqués de Cañete.




No hay comentarios:

Publicar un comentario