martes, 29 de diciembre de 2020

(Día 1304) Por orden del virrey, se llevaron a cabo tres ejecuciones muy criticadas. El cronista alardea de la honradez de su padre.

 

     (894) El relato de Inca Garcilaso continúa con la llegada del virrey a Lima, que ocurrió hacia el mes de julio de 1557, donde fue recibido, como era costumbre con los virreyes, por todo lo alto: "Como convenía a la grandeza de su cargo y a la calidad de su persona, pues era señor de vasallos y  tenía título de marqués, mientras que los virreyes pasados carecían de título  y  de vasallos. Después de tomadas sus posesiones, envió corregidores y ministros de la justicia a todos los pueblos del Perú. El licenciado Bautista Muñoz, que el virrey trajo consigo, llegó a la ciudad del Cuzco con su provisión de corregidor, y mi señor Garcilaso le entregó la Vara de Justicia. El licenciado le preguntó cuánto se cobraba por cada firma, y le respondió que no lo sabía porque no había cobrado ese derecho. Entonces dijo el licenciado que no estaba bien que los jueces perdiesen sus derechos. Los oyentes comentaron que era normal que quisiese saber lo que pudiera ganar, además del salario oficial, pues solo iban de España a las Indias para ganar lo que buenamente pudiesen (no pierde ocasión el cronista de ensalzar las virtudes de su padre)". Después ocurrió que, al día siguiente, amanecieron muertos Tomás Vázquez y Juan de Piedrahita, pues les dieron garrote, sin que les valieran de nada los perdones que, en nombre de Su Majestad, les habían dado en la Cancillería Real. Les confiscaron los indios, y los de Tomás Vázquez, que era uno de los principales repartimientos de aquella ciudad, se los dio el virrey a otro vecino, natural de Sevilla, que se llamaba Rodrigo de Esquivel. Lo mismo hicieron de los indios de Piedrahita y de Alonso Díaz, al que también mataron". Comenta Inca Garcilaso que el corregidor tomó juicio de residencia (inspección de sus actuaciones) al corregidor anterior. No dice el nombre, pero era su padre. Lo que sí dice es que el nuevo corregidor le hizo unos reproches ridículos, echándole en cara que jugaba a las cañas, visitaba a los vecinos sin llevar la vara, recibía en algunas fiestas a  sus vecinos, jugando a las cartas con ellos, y había nombrado un escribano sin el debido procedimiento. Pero el antiguo corregidor (o sea, su padre) tuvo aguda respuesta para tanta meticulosidad. Y añade: "Al licenciado Monjaraz, que había sido teniente del corregidor anterior, le puso otros cargos semejantes, pero fue para poder decir que había hecho la revisión, pues no había cargos que castigar ni deudas que satisfacer. Y, finalmente, les dio a los dos por libres de toda culpa".

     Entonces ocurrió algo sorprendente (a lo que ya hice alusión): "El licenciado Altamirano, oidor de la Cancillería Real de Lima, en cuanto llegó como corregidor a la ciudad de la Plata, apresó a Martín de Robles, y sin hacerle cargo alguno, lo ahorcó públicamente en la plaza. Lo cual lastimó a toda aquella tierra, porque era de los principales vecinos del Perú, y tan cargado de años, que ya no podía llevar la espada en el cinturón, llevándosela un muchacho indio que andaba detrás de él. Y lastimó mucho más su muerte cuando se supo la causa". El licenciado Altamirano había ejecutado a Martín de Robles por orden del virrey. Veremos primeramente la breve versión que da el cronista Palentino sobre los motivos que tuvo para hacerlo. Y después, la réplica de Inca Garcilaso, bastante más extensa y refrendada por informaciones muy verosímiles, que apuntan a que el virrey se sintió directamente ofendido por Robles.

 

     (Imagen) El veterano RODRIGO DE ESQUIVEL nació en Sevilla el año 1519. Llegó a ser regidor de Arequipa y justicia mayor en el Cuzco (una especie de jefe de la policía), ejerciendo también como regidor (concejal) perpetuo. Poco más se sabría de él si no hubiera en el archivo de PARES  un expediente de sus méritos y servicios (el de la imagen; lástima no poder copiar el texto íntegro, porque es un relato detallado y jugoso). Inca Garcilaso acaba de decir que el virrey le regaló a Rodrigo de Esquivel la riquísima encomienda de indios que perteneció al ejecutado Tomás Vázquez. Lo cual se entiende al leer su expediente de méritos, donde se revela que fue un caso raro de extrema fidelidad al Rey contra todo tipo de peligros y amenazas, cosa que el cronista no menciona, quizá porque su padre fue sospechoso de todo lo contrario. Rodrigo llegó a Perú en 1541, tras el asesinato de Francisco Pizarro, lo cual animó a los indios a aprovechar esa tremenda crisis para iniciar una sublevación general. Fue entonces cuando asesinaron también salvajemente al heroico obispo Francisco de Valverde, y Rodrigo, bajo el mando del malogrado Diego de Urbina, luchó contra ellos. Quisieron los dos batallar contra Diego de Almagro el Mozo, pero el gobernador Vaca de Castro les pidió que siguieran pacificando a los indios. Luego su fidelidad al virrey Blasco Núñez fue absoluta. En Lima, cayó preso de Gonzalo Pizarro. Y dice: "Me presionaron con vejaciones de todo tipo para que cambiara de bando, pero no lo consiguieron, ni quise hablar con Gonzalo Pizarro, con gran riesgo de mi persona". En cuanto pudo se unió, con otros compañeros,  a Diego Centeno, para enfrentarse a Gonzalo. Añade: "Fuimos apresados por amigos de Pizarro, y querían matarnos, pero el teniente de la ciudad, por lástima, lo evitó, y luego nos desterró". Escaparon en un navío y llegaron a Nicaragua, donde, tras varias aventuras, se pusieron al servicio de Pedro de la Gasca. Luego siguió, en las siguientes rebeliones, esa misma línea recta  de lealtad. No hay ni un solo fallo en toda su trayectoria, a pesar de que era habitual el chaqueteo, cosa que, curiosamente, odiaba el terrible Francisco de Carvajal, pues él nunca quiso ser un 'tejedor' (así llamaba a los que iban de un bando a otro como la lanzadera de un telar). Es probable que RODRIGO DE ESQUIVEL muriera en el Cuzco el año 1581, pues fue cuando hizo su testamento.




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