lunes, 21 de diciembre de 2020

(Día 1297) El padre del cronista echó de su casa a un gorrón traidor. Todos abandonaron a Girón, quien siguió huyendo acompañado de solo dos fieles.

 

     (887) Lo siguiente que cuenta Inca Garcilaso se refiere a algo que vio siendo adolescente y a una anécdota familiar: "Pablo de Meneses envió al Cuzco presos a muchos de los que había detenido, y nueve cabezas de los que mandó matar. Yo las vi en las casas que fueron de Pedro de Hinojosa, y donde residió el licenciado Diego de Alvarado (el más importante de los decapitados). Mostraré ahora un ejemplo de la desvergüenza de algunos de los soldados que fueron rebeldes. Después de la huida de Francisco Hernández Girón, estando sentado  a su mesa Garcilaso, mi señor padre, para comer con unos veinte soldados, que siempre lo hacían con él, vio entre ellos sentado a uno de los de Girón, que había estado con él desde el principio de su tiranía. MI padre le dijo: 'Diego de Madrid (que así se llamaba), ya que estáis sentado, comed con estos caballeros, pero no vengáis otro día, pues, quien ayer, si pudiera cortarme la cabeza, habría ido con ella a pedir albricias, no debería estar hoy con estos señores que desean que viva y el servicio a Su Majestad'. El Madrid dijo que, si se lo mandaba, se marcharía. Mi padre le respondió que lo hiciera si eso quería. Así de odiados quedaron los de Francisco Hernández, porque fue grande aquella rebeldía contra Su Majestad y contra sus partidarios, pues desearon matarlos a todos para heredar sus haciendas y sus encomiendas de indios".

     Los oidores se enteraron de que Girón iba huyendo hacia Lima: "Enviaron hacia allá al maestre de campo Don Pedro de Portocarrero con ochenta  hombres, y mandaron a otros dos capitanes, que habían llegado de Huánuco con sus compañías para servir a Su Majestad, que volvieran a su ciudad para cerrarle ese camino a Girón, de manera que  no escapase por ninguna vía, y les encargaron que hiciesen justicia de los que apresasen. Estos capitanes, que eran Juan Tello y Miguel de la Serna, hicieron lo que se les mandó, y llevaron ochenta hombres consigo". Corrían rumores de que muchos de los derrotados se habían vuelto a unir con Girón. La cifra más verosímil llegaba a unos doscientos, y, parte de ellos, de las tropas de Alonso de Alvarado, porque les atraía su liderazgo: "Pero, como iban huyendo, el temor a los contrarios y las necesidades que padecían les forzaron a quedarse por los caminos y esconderse. Y así, cuando los del Rey llegaron cerca de ellos, no iban más de cien. Por fin,  se tuvieron a la vista los perseguidores y los que huían, los cuales, viendo que  los de Su Majestad iban hacia ellos con sus banderas tendidas, y temiendo a los de a caballo, que eran más de cuarenta, subieron a un cerro, para protegerse en unos paredones que allí había. Los del Rey confiaban en la fuerza de doscientos indios de guerra, con sus armas preparadas, que se habían unido ellos voluntariamente,  deseosos de acabar con los rebeldes (sin duda porque las normas del Rey les beneficiaban)". Entonces ocurrió que se apoderó de los hombres de Girón el deseo de entregarse. Hubo unos que se adelantaron para  decírselo a los contrarios, los cuales tuvieron que frenar a los indios para que no los apedrearan con sus hondas: "Se rindieron todos menos Girón y dos que se quedaron con él, su cuñado, Almaraz, y un caballero extremeño llamado Gómez Suárez de Figueroa". De este caballero, no he encontrado ninguna información, pero debió de ser pariente muy cercano del cronista, cuyo nombre verdadero no era Inca Garcilaso, sino, precisamente, el muy ilustre de Gómez Suárez de Figueroa.

 

     (Imagen) El capitán JUAN TELLO (DE LARA) DE SOTOMAYOR, nacido en Sevilla el año 1519 fue, como otros muchos, ambivalente en sus fidelidades, aunque no de forma caprichosa. Era un veterano con mucho prestigio, al que le encargó Francisco Pizarro el año 1535 que buscara un asentamiento para fundar una población cerca de la costa del Pacífico. Acertó de lleno en el lugar escogido, y allí se estableció Lima, la gran capital de Perú. A pesar de ello, y por alguna extraña razón, se decantó por el bando de Diego de Almagro cuando este se enfrentó a Pizarro, siendo derrotados en la batalla de las Salinas (con muerte de Almagro; año 1538). Pero, poco después, Juan Tello estaba nuevamente al servicio de Pizarro en una expedición que fundó el año 1539 la ciudad de León de Huánuco (cuyo emplazamiento se muestra en la imagen), donde, más tarde, se asentó definitivamente como vecino, al igual que lo haría Miguel de la Serna, quienes, como estamos viendo, y con una tropa formada por vecinos de dicha ciudad, apresaron al rebelde Francisco Hernández Girón el año 1554 en las proximidades de Jauja. A pesar de su antigua fidelidad a Diego de Almagro, no parece que tuviera implicación directa en el asesinato que, en 1541, acabó con la vida de Francisco Pizarro, pero, sin embargo, sí luchó bajo las órdenes de Diego de Almagro el Mozo, quizá por las represalias que los Pizarro habían tomado contra los vecinos de Huánuco. En los inicios de la rebelión de Gonzalo Pizarro, se vio forzado a colaborar con él, pero, en cuanto pudo, se pasó al bando de Pedro de la Gasca, quien le premió generosamente, aunque a Juan Tello no le pareció suficiente. Como vimos hace tiempo, Juan Tello debió de tener algún  problema con su primera mujer, Catalina de Riquelme (hija del famoso tesorero Alonso de Riquelme), pues, al morir (hacia el año 1548), no le dejó a él la herencia, sino a Francisco de Plasencia, un vecino de Sevilla que se consideraba su legítimo heredero. En 1557, Juan Tello se casó con Constanza de Contreras y Bobadilla, a la que, equivocadamente, se considera hija del temible Pedrarias Dávila. En realidad era su nieta, y, lo que son las cosas, hermana de dos rebeldes tristemente célebres, a los que ya conocemos: los hermanos Hernando y Pedro de Contreras. JUAN TELLO DE SOTOMAYOR murió en LEÓN DE HUÁNUCO el año 1587, habiendo cumplido sesenta y ocho.




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