lunes, 29 de febrero de 2016

(190) - Así me gusta, socio: sin prisa pero sin pausa. Volvemos a enlazar con  Alonso de Sotomayor, el que le cortó la cresta al pirata Drake.
     - Piano, piano si va lontano, caro Sancio. Entramos en su carta nº 4. Firmada en Panamá el 6/5/1604. No hace ningún comentario de su victoria sobre el corsario inglés (lo trataría en otro documento anterior), pero sí vuelve a mencionar el problema de los mapuches que él había dejado bastante calmados; el rey quería que volviera a Chile para someter una nueva rebeldía de esos indios, los  más problemáticos de todo el continente. Y le contesta: “Visto por V. M. que los indios mataron al gobernador Martín García Óñez de Loyola (el primo de san Ignacio, que le había sustituido en Chile), yo ya propuse todos los medios que eran necesarios para dirigir esa guerra, y para que  no se acabe de perder lo poco que ha quedado de paz (gracias a él). Bien sabe V. M. con  qué amor y limpieza le he servido durante 38 años en cargos de guerra, gobierno y otros negocios graves, así en Flandes, como en embajadas particulares de V. M. en Francia, Alemania y Lorena. Y en Chile y Panamá, sin haber tenido un mes de descanso. Y consta a V. M. la poca salud que he tenido en esta tierra, que es muy enferma, habiendo llegado tres veces al punto de la muerte del continuo trabajo de asistir a la construcción de los castillos de Portobelo. Y he enterrado aquí tres hijos y a doña Lorenza de Zárate, mi suegra, que era el adorno de mi casa. Y por que no me suceda lo mismo con otros tres que me han quedado, ni a su madre, ha tres años que suplico a V. M. me dé licencia para ir a España”. Dice que ir a Chile sería la ruina  para él “y faltaría a la educación y crianza de mis hijos, que cuanto he tenido de caudal se ha consumido en servicio de V. M. Y si me sucediere la muerte, que es tan natural, y más en personas de edad, y tan quebrantada como lo está la mía, engolfado en gobierno y guerra tan trabajosa y tan distante de España, suplico de V. M. que considere cuál sería el desamparo de  mi casa y de una mujer moza y sola con tantas obligaciones, y forzada a quedar con sus hijos sepultados en la más trabajosa, afligida y miserable tierra de las Indias. En 12 años que tuve el gobierno de Chile, fue muy grande el desengaño de cuán aventurada traen la honra y el alma los que sirven a V. M. en partes tan remotas, y el poco crédito que se les da, y el mucho que tiene lo que contra ellos se escribe, y más en Chile, por los agravios que el que gobierna tiene que hacer a todo género de gente para las necesidades de la guerra. Y claman al cielo. Y acerca desto se escribieron quejas contra mí al Consejo de Indias, habiendo yo puesto de paz más de la mitad de lo que hallé en guerra”. Está claro: para todos, gobernadores incluidos, era durísima la vida en Indias. Seguiremos mañana con la carta. Ciao.
     - Pobre Alonso: se sentía como condenado a galeras. Addio, caro.



     Foto del antiguo fuerte de Portobelo, construido por Alonso de Sotomayor. El año 1502, Colón descubrió ese puerto en la costa caribeña de Panamá, y le puso a la bahía el italiano nombre de Portobelo, quizá con un sentimiento de nostalgia por las playas ligures de su Génova natal. Cuando Sotomayor fue enviado a Panamá para frenar a Drake, una vez cumplida la misión, se dedicó a fortificar Portobelo, dándole existencia como ciudad en 1597; llegó a ser un punto vital del comercio entre Indias y España. Y todo para que ahora sea más conocida la comecial calle londinense que copió su nombre.


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