jueves, 11 de febrero de 2016

(172) - Ya veo en la mesa la botella de Rémy Martin y la caja de Cohibas: puedes comenzar cuando quieras, que no perderé detalle, pimpollo.
     - Vamos allá, marchosa sombra. El sagaz virrey Francisco de Toledo vio en Sarmiento un personaje de primera fila, y se demostró que, cuando el jefe sabía mandar, este vasallo rendía al máximo. Así que se entregó de lleno. Intervino en acciones militares y colaboró intelectualmente. Redactó un estudio acerca de la historia de los incas, muy bien hecho, pero cargando las tintas sobre la crueldad de los nativos y la “bondad” española (Pedro solo se volvía sumiso ante los deseos del rey). Don Francisco le protegió de los ataques de la Inquisición, que no olvidaba sus veleidades mágicas y estuvo a punto de enchironarle, pero tuvo la fortuna de que el virrey le consideró imprescindible para poner freno a una nueva amenaza: el pirata Francis Drake (héroe nacional inglés, nombrado “Sir” por la reina), que, tras hacer la machada de pasar el Estrecho de Magallanes, se acercaba a Perú rapiñando por toda la costa. Incluso tuvo la osadía de merodear por el puerto del Callao y saquear una nave cargada de plata. Don Francisco de Toledo, contando con Sarmiento, organizó su persecución, sin conseguir  capturarlo, y se pensó en encontrar la manera de cerrarle para siempre el paso. ¿Qué opinas?
     - Que tuviero una buena idea, insigne literato: tapado el agujero, adiós ratones. De manera que en octubre de 1579 partieron del Callao dos naos dotadas de 112 hombres, para hacer realidad un proyecto del propio Sarmiento: poblar la zona del estrecho. Fue quizá la única vez que ostentó el cargo de jefe, jefe, como general, y supo hacerse respetar, siguiéndole en el mando, como almirante, Juan de Villalobos (es probable que se tratara de algún pariente del López de Villalobos que fracasó en lo del tornaviaje del Pacífico). Pedro tenía la misión de reconocer todo el territorio del estrecho, tomar posesión oficial y seguir viaje a España para organizar desde allí un retorno equipado a lo grande, con el fin de que el paso de Magallanes quedara definitivamente bien  poblado y fortificado. Pero la vida es dura, hijo mío, sobre todo para los héroes. Sarmiento era resistente como el granito y se mantenía firme hacia el objetivo como un gran jefe; lo malo es que la tropa suele desanimarse si las dificultades van en aumento, como ocurrió durante el viaje, y, en este caso, tuvo que ser especialmente penoso porque incluso el almirante Villalobos quería dar la vuelta.  Pedro, como narró después, le echó la bronca: “So pena de la vida, no se aparte de mi nave ni de día ni de noche”. Tuvo que poner las tripulaciones a media ración. Y comenta: “Más vale que digan que Fulano pasó hambre e hizo lo obligado a Dios y a su Rey, que por desordenado no efectuó aquello a lo que se le había enviado”. Prepárense vuesas mersedes, porque vamos a acompañar unos cuantos días  más a este fenómeno en sus peripesias vitales. E tengan fe, fijos míos, que mereserá la pena. Pax bobis.
     - Amén, querido Sancho: tú que conociste a tanto superhombre de Indias, habrías estado encantado de abrazarle a este, que también pasó por “tu” Casa de la Contratación de Sevilla, pero años después de que fallecieras, ilustre menés. Seguiremos.
    


     Aprendamos todos cosas curiosas, hijos míos, viendo ese plano. En el Estrecho de Magallanes, cerca de donde está ahora Punta Arenas (Chile), Pedro Sarmiento fundó, como veremos, dos poblaciones para cortar el paso a los piratas, pero no prosperaron. El corsario Drake sospechaba, con razón, que se podía alcanzar el Pacífico más al sur, pero no fue confirmado hasta 1616, por una expedición holandesa, financiada por Jacob Le Maire, que encontró el acceso que lleva su nombre, y después descubrió el Cabo de Hornos (el nombre no tiene nada que ver con pirotecnia alguna, sino con un patrocinador de navegaciones que se apellidaba Hoorn). Constataron que por ahí se llegaba al inmenso océano, pero, dada su legendaria peligrosidad, pasarían muchos años hasta que los barcos utilizaran esa ruta. De nada, cuates.



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