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Lucha, compañeiro, y seguirás joven de espíritu: arrugado, pero ectoplásmico como yo. Gaudeamus,
igitiur, juvenes dum sumus.
- Certo, babbo, “y todas las mañanitas
volverá la aurora”. Pero nunca podré estar a la altura de Pedro Sarmiento. Su cabreo por el exceso de carga de las naves
hizo mella, y Flores ordenó que se desembarcara el palo de Brasil, pero por la
noche volvieron a meterlo en la nao que más le preocupaba a nuestro héroe: la
Riola. Nueva protesta de Pedro. “Y le tomó tanto odio Diego Flores que, contra
lo que Vuestra Majestad mandaba -que
fuesen juntos- le hizo embarcar en otra nao. Partió esta armada de 16 naos
deste Río de Janeiro, y en el primer viento que hubo se perdió un bergantín que
Diego Flores, contra la voluntad de Sarmiento y el piloto Antón Pablos, había
echado al agua, a pesar de que la mar era gruesa y trabajosa incluso para las
naos grandes. Y después Diego Flores lo vio claro, que no se hartaba de santiguarse, y, en habiendo
tormenta, luego se metía debajo de cubierta”. Vino enseguida la tragedia.
Continúe el mosén.
- Fue patético, pequeñuelo. Así lo cuenta:
“Estando en 38 grados (de latitud), la nao Riola, sin tormenta, una noche
comenzó a hacer mucha agua; hizo gran farol y acudieron las naos, la
acompañaron toda la noche y cada vez iba creciendo el agua. Siendo ya de día,
Diego Flores hizo vela; parecía que se quería acercar a la Riola para le tomar
la gente y repartirla, que bien se podía hacer; le dijeron que se iban al fondo
y que les socorriese, pero, sin responderles, pasó adelante huyendo de la Riola
y de un poquillo de viento oeste que comenzaba a ventar. Luego la Riola y las
demás dieron vela tras él, y todas la
dejaron menos la nao Begoña, en que iba Sarmiento y el capitán Rada, y la nao
almiranta de Diego Ribera, que la fueron acompañando a la popa, cerca,
animándolos. Y alcanzadas las naos que iban delante, Diego Flores dio más vela
y huyó más que antes por no socorrerla, y así la dejaron desamparada. Y el
almirante y Pedro Sarmiento no pudieron
alcanzar las otras naos por no tener navíos veleros. Las perdieron de vista y
quedaron solos. Y al otro día hallaron la expedición, y les hicieron saber
saber que aquella noche había ido al fondo la nao Riola ahogándose toda la
gente, que eran más de 350 personas; Dios haya misericordia de sus ánimas. Y se
perdieron infinidad de pertrechos y municiones, porque era nao grande, de más
de 500 toneladas. Estas lástimas sucedieron por nuestros pecados y negligencia
de Diego Flores, amedrentado sin tormenta, ni consejo ni fuerza”. Patético. Y
más todavía sabiendo que en aquel viaje no solo iban “conquistadores”, sino muchos
colonos, bastantes de ellos con sus mujeres e hijos. Costosísimo precio el de
la aventura de Indias. Pax tibi, filiolus.
- En la expedición iban valientes y
cobardes, pero todos vivieron el horror. Cia, caro reverendo.
El gallego-bilbaíno Pedro Sarmiento de Gamboa
(que se haga un panteón de hombres ilustres solo para él) recaló repetidas
veces en Río de Janeiro. Aquellos aventureros se “jartaron” de proezas y de la
belleza impresionante de Indias, pero, ¡mamma mía!, qué manera de sufrir.
Fueron extraordinarios porque vivieron en circunstancias de altísima tensión.
No lo olvides, pequeño funcionario (ni los juzgues).
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