sábado, 20 de febrero de 2016

(181) - Lucha, compañeiro, y seguirás joven de espíritu: arrugado,  pero ectoplásmico como yo. Gaudeamus, igitiur, juvenes dum sumus.
     - Certo, babbo, “y todas las mañanitas volverá la aurora”. Pero nunca podré estar a la altura de Pedro Sarmiento.  Su cabreo por el exceso de carga de las naves hizo mella, y Flores ordenó que se desembarcara el palo de Brasil, pero por la noche volvieron a meterlo en la nao que más le preocupaba a nuestro héroe: la Riola. Nueva protesta de Pedro. “Y le tomó tanto odio Diego Flores que, contra lo que Vuestra Majestad mandaba  -que fuesen juntos- le hizo embarcar en otra nao. Partió esta armada de 16 naos deste Río de Janeiro, y en el primer viento que hubo se perdió un bergantín que Diego Flores, contra la voluntad de Sarmiento y el piloto Antón Pablos, había echado al agua, a pesar de que la mar era gruesa y trabajosa incluso para las naos grandes. Y después Diego Flores lo vio claro, que  no se hartaba de santiguarse, y, en habiendo tormenta, luego se metía debajo de cubierta”. Vino enseguida la tragedia. Continúe el mosén.
     - Fue patético, pequeñuelo. Así lo cuenta: “Estando en 38 grados (de latitud), la nao Riola, sin tormenta, una noche comenzó a hacer mucha agua; hizo gran farol y acudieron las naos, la acompañaron toda la noche y cada vez iba creciendo el agua. Siendo ya de día, Diego Flores hizo vela; parecía que se quería acercar a la Riola para le tomar la gente y repartirla, que bien se podía hacer; le dijeron que se iban al fondo y que les socorriese, pero, sin responderles, pasó adelante huyendo de la Riola y de un poquillo de viento oeste que comenzaba a ventar. Luego la Riola y las demás  dieron vela tras él, y todas la dejaron menos la nao Begoña, en que iba Sarmiento y el capitán Rada, y la nao almiranta de Diego Ribera, que la fueron acompañando a la popa, cerca, animándolos. Y alcanzadas las naos que iban delante, Diego Flores dio más vela y huyó más que antes por no socorrerla, y así la dejaron desamparada. Y el almirante y Pedro Sarmiento  no pudieron alcanzar las otras naos por no tener navíos veleros. Las perdieron de vista y quedaron solos. Y al otro día hallaron la expedición, y les hicieron saber saber que aquella noche había ido al fondo la nao Riola ahogándose toda la gente, que eran más de 350 personas; Dios haya misericordia de sus ánimas. Y se perdieron infinidad de pertrechos y municiones, porque era nao grande, de más de 500 toneladas. Estas lástimas sucedieron por nuestros pecados y negligencia de Diego Flores, amedrentado sin tormenta, ni consejo ni fuerza”. Patético. Y más todavía sabiendo que en aquel viaje no solo iban “conquistadores”, sino muchos colonos, bastantes de ellos con sus mujeres e hijos. Costosísimo precio el de la aventura de Indias. Pax tibi, filiolus.
     - En la expedición iban valientes y cobardes, pero todos vivieron el horror. Cia, caro reverendo.



     El gallego-bilbaíno Pedro Sarmiento de Gamboa (que se haga un panteón de hombres ilustres solo para él) recaló repetidas veces en Río de Janeiro. Aquellos aventureros se “jartaron” de proezas y de la belleza impresionante de Indias, pero, ¡mamma mía!, qué manera de sufrir. Fueron extraordinarios porque vivieron en circunstancias de altísima tensión. No lo olvides, pequeño funcionario (ni los juzgues).


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