lunes, 22 de febrero de 2016

(183) - Good night, my dear. Estaba más claro que el agua: Diego Flores y sus aliados necesitaban que Sarmiento diera su brazo a torcer para poder abandonar la empresa y lavarse las manos ante el rey.
     - Sure, daddy. Pedro va más lejos al afirmar que intentaron “otro modo bien desordenado”. Dice (¿exagerando?): “Trataron Diego Flores y los suyos de matar a P. Sarmiento, mas Dios fue servido de evitarlo: fue avisado, y no por eso se alteró ni dejó su paso y su constancia, ni les dio a entender que lo sabía” ¿Qué opinas?
     - Que la inflexible honradez de Sarmiento y su seguridad en sí mismo eran “as one pain in the ass” para los mandones. Prosigue.
     - Okay, políglota. Tras nuevas zancadillas y errores de Flores (que dieron origen a que “los indios caribes –en el sentido de caníbales- de tierra firme” mataran y se comieran a varios pasajeros), salieron rumbo al Estrecho, perdiendo de inmediato otra nave. “Diego Flores iba en una fragata más velera por mejor escaparse si topásemos con los ingleses, poniendo la bandera de general en la nao Galeaza  para evitar peligros al tiempo de pelear, que fue algo muy mal juzgado de todos”. Reunió en su fragata a varios jefes (también a Sarmiento) y quiso convencerles de que la Galeaza no podría seguir porque hacía agua. Los contrarios a Pedro se alegraron pensando que se rendiría. “Pero hallaron lo contrario (¡faltaría más!)”. Y les soltó un sermón de misa mayor: “Señores, yo nunca cumplí con palabras, sino para obligarme a las obras. El Rey se fio de mí y no le puedo faltar; ningún hombre de valor y vergüenza volvería el rostro atrás. Y así, mientras yo tuviere salud y un barco, no dejaré de proseguir adelante. Y si yo viniera por mí solo (sin un imbécil de jefe) como cuando vine de Perú a explorar el Estrecho, yo hubiera ya acabado el viaje o la vida. Y así requiero que sigamos adelante y ocupemos el paso al enemigo (los piratas), que ya sabemos que está en este mar y que va al Estrecho a lo ocupar, o pasar a robar a Perú, las costas del Mar del Sur, Moluco e India, como lo hizo Drake. Y, en cuanto a la Galeaza, ya se está remediando la vía de agua”. Se salió con la suya, y el viaje continuó, pero cada vez más convertido en una triste procesión.
     - Y que lo digas, jubiloso jubileta. El gobernador de Chile, don Alonso de Sotomayor, hizo la espantada con todo su equipo de soldados. Era hombre de gran valía; pero, en este caso, maniobró de forma poco honorable. En los planes del rey, TODOS debían acompañarle a Sarmiento al Estrecho, protegiéndole en su heroico objetivo. Sotomayor no tuvo problemas para que Flores le permitiera desviarse con tres naos (llevándose, además, mucho cargamento destinado a poblar el Estrecho) por el Río de la Plata arriba, siguiendo después a pie hasta Chile. Happy dreams, my son.
     - Pero Sarmiento, a lo suyo y con la cabeza bien alta. Bye, dear Sancho.



     ¡TARANCO! Se me hace un nudo en mi ectoplásmica garganta, hijo mío. Yo lo visitaba hace más de 500 años, y allí estaba la iglesia-monasterio que construyó hacia el año 800 la avanzadilla de colonos que pusieron las bases de Castilla. Ayer estaba abarrotada, y, dentro del programa anual, dos virtuosos dieron una lección de la belleza de la música perfectamente tocada, lenta y rítmicamente como las olas de un mar tranquilo. Se te caía la baba, delicado poeta, cuando el belga Dirk Chris Vanhuyse y la italiana Simonetta Bassino interpretaron al final maravillosamente, con dos violoncellos dieciochescos de aterciopelado sonido (¿me estoy pasando?), esa exquisitez del Aria Sulla Quarta Corda de J. S. Bach. Pero se me parte el corazón porque son pocos los meneses que saben valorar la gran importancia histórica de ese patrimonio suyo. ¡LARGA VIDA A TARANCO!



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