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- Good night, my dear. Estaba más claro que el agua: Diego Flores y sus aliados
necesitaban que Sarmiento diera su brazo a torcer para poder abandonar la
empresa y lavarse las manos ante el rey.
- Sure, daddy. Pedro va más lejos al
afirmar que intentaron “otro modo bien desordenado”. Dice (¿exagerando?):
“Trataron Diego Flores y los suyos de matar a P. Sarmiento, mas Dios fue
servido de evitarlo: fue avisado, y no por eso se alteró ni dejó su paso y su
constancia, ni les dio a entender que lo sabía” ¿Qué opinas?
- Que la inflexible honradez de Sarmiento
y su seguridad en sí mismo eran “as one pain in the ass” para los mandones.
Prosigue.
- Okay, políglota. Tras nuevas zancadillas
y errores de Flores (que dieron origen a que “los indios caribes –en el sentido
de caníbales- de tierra firme” mataran y se comieran a varios pasajeros),
salieron rumbo al Estrecho, perdiendo de inmediato otra nave. “Diego Flores iba
en una fragata más velera por mejor escaparse si topásemos con los ingleses,
poniendo la bandera de general en la nao Galeaza para evitar peligros al tiempo de pelear, que
fue algo muy mal juzgado de todos”. Reunió en su fragata a varios jefes
(también a Sarmiento) y quiso convencerles de que la Galeaza no podría seguir
porque hacía agua. Los contrarios a Pedro se alegraron pensando que se
rendiría. “Pero hallaron lo contrario (¡faltaría más!)”. Y les soltó un sermón
de misa mayor: “Señores, yo nunca cumplí con palabras, sino para obligarme a
las obras. El Rey se fio de mí y no le puedo faltar; ningún hombre de valor y
vergüenza volvería el rostro atrás. Y así, mientras yo tuviere salud y un
barco, no dejaré de proseguir adelante. Y si yo viniera por mí solo (sin un
imbécil de jefe) como cuando vine de Perú a explorar el Estrecho, yo hubiera ya
acabado el viaje o la vida. Y así requiero que sigamos adelante y ocupemos el
paso al enemigo (los piratas), que ya sabemos que está en este mar y que va al
Estrecho a lo ocupar, o pasar a robar a Perú, las costas del Mar del Sur,
Moluco e India, como lo hizo Drake. Y, en cuanto a la Galeaza, ya se está
remediando la vía de agua”. Se salió con la suya, y el viaje continuó, pero
cada vez más convertido en una triste procesión.
- Y que lo digas, jubiloso jubileta. El
gobernador de Chile, don Alonso de Sotomayor, hizo la espantada con todo su
equipo de soldados. Era hombre de gran valía; pero, en este caso, maniobró de
forma poco honorable. En los planes del rey, TODOS debían acompañarle a
Sarmiento al Estrecho, protegiéndole en su heroico objetivo. Sotomayor no tuvo
problemas para que Flores le permitiera desviarse con tres naos (llevándose,
además, mucho cargamento destinado a poblar el Estrecho) por el Río de la Plata
arriba, siguiendo después a pie hasta Chile. Happy dreams, my son.
- Pero Sarmiento, a lo suyo y con la
cabeza bien alta. Bye, dear Sancho.
¡TARANCO! Se me hace un nudo en mi
ectoplásmica garganta, hijo mío. Yo lo visitaba hace más de 500 años, y allí
estaba la iglesia-monasterio que construyó hacia el año 800 la avanzadilla de
colonos que pusieron las bases de Castilla. Ayer estaba abarrotada, y, dentro
del programa anual, dos virtuosos dieron una lección de la belleza de la música
perfectamente tocada, lenta y rítmicamente como las olas de un mar tranquilo.
Se te caía la baba, delicado poeta, cuando el belga Dirk Chris Vanhuyse y la
italiana Simonetta Bassino interpretaron al final maravillosamente, con dos
violoncellos dieciochescos de aterciopelado sonido (¿me estoy pasando?), esa
exquisitez del Aria Sulla Quarta Corda de J. S. Bach. Pero se me parte el
corazón porque son pocos los meneses que saben valorar la gran importancia
histórica de ese patrimonio suyo. ¡LARGA VIDA A TARANCO!
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