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- Buenas noches, compañero de fatigas. Los jubilados somos unos filósofos
irrecuperables. Haces bien en ver los toros desde la barrera, y más todavía si son políticos.
-
Okay, pal: “Alegrémonos, pues, mientras seamos viejos”. Allá va, resumida, la
1ª carta enviada al rey por Alonso de Sotomayor. Dice que partieron de Río de Janeiro y
explica por qué se separó de la expedición de Flores y Sarmiento: lo hizo
porque no había comida suficiente para alargar el viaje yendo por el Estrecho,
a pesar de que avanzar por tierra, con la gente tan cansada y descontenta, iba
a tener muchas dificultades, pero “se tiene por más conveniente para el
servicio de V. M., porque, faltando las vituallas y navíos, sería perecer
todos; y se ha tomado esta resolución por ser el mal menor”. Lo que sigue nos confirma
la mala actuación de Diego Flores. Primero lo dice ambiguamente, sin acusar al
culpable; luego le da directamente la pedrada en la cabeza al que estaba al
mando de la flota (lo que demuestra que Sarmiento se quejaba con razón): “Los
trabajos y temporales que la gente desta armada ha tenido, han sido muy
grandes, y las necesidades de comida. Los unos, nos ha enviado Dios; otros se
han podido remediar. A mi parecer, veo poca diligencia en esta armada. Plega a
Dios que el suceso sea mejor que los principios y medios. Yo he venido por
servir a V. M., padeciendo y contemplando y sirviendo esta jornada (no tenía
competencias durante la travesía). Y diciendo a V. M. la verdad, ya desde
Madrid y Sevilla temí de la jornada y del que la traía a cargo (Flores), y,
viendo que V. M. lo quería (como jefe), pasé por todo”. Sería difícil
entenderle hablando, por tener la boca destrozada, pero, escribiendo y sin dar
nombres, dejaba las cosas bien claras. Pasados los años, Felipe II se equivocó totalmente al escoger
para dirigir la Armada Invencible (enviada
a Inglaterra) a gente linajuda pero poco profesional. Y resulta inconcebible
que, sabiendo todo esto de Flores, le diera un cargo de suma responsabilidad en
aquel histórico fiasco. Fue tan vergonzosa su actuación que los marineros
supervivientes casi se lo querían comer crudo: se le sometió a juicio y lo
condenaron por sus responsabilidades y por (razón tenía Sarmiento) su cobardía.
Termina Sotomayor la carta pidiéndole al rey que le envíe a su hermano Luis
como colaborador, porque “tengo tan poca práctica en las cosas de Indias, y ya
vine tan contra mi voluntad a ellas, que me parece que no acertaré a servir a V. M. aquí como deseo.
Vuestra S. C. R. (Sagrada, Católica, Real) Persona guarde Nuestro Señor muchos
años para amparo y aumento de la Cristiandad. Hecho en el puerto de la isla de
Santa Catalina (Brasil) a 7 de enero de 1583”. Mañana, la 2ª carta. Ciao.
- Ciertamente, el estilo de su
comunicación es el de un hombre muy sensato. Addio, piccolino.
Déjame darme un gustazo, hijo mío. El
mutilado Alonso de Sotomayor, con pocos hombres, hizo trizas la poderosa flota
que llevaba el pirata Drake para instalarse en Panamá. Este corsario había causado mucho daño a la derrotada
Armada Invencible en 1588, y pasó a ser adorado por los hooligans ingleses, que
ya se habían onsiderado invadidos por los odiosos “papistas”. Por culpa de un
tremendo temporal y de ineptos mandos como Diego Flores Valdés, la flota
española terminó destrozada. Sin embargo, hubo un almirante nuestro que, según
el historiador D. Howarth, “por su heroico comportamiento y habilidad marinera,
fue, sin discusión, la figura de más relieve de las dos flotas”. Tal personaje
era (se me abren las carnes) primo de la mujer de mi hijo Luis, y se llamaba JUAN MARTINEZ DE
RECALDE. Sepan vuesas mersedes que Bilbao le ha dedicado una de sus mejores
calles, la que desemboca frente en la hermosa Plaza Moyúa.
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