(163) - Me siento
fatal, hijo mío: termina ya, please, la pesadilla de ese pobre trastornado, fray
Francisco.
- Pues adelante con la tragicomedia:
“Declaró que le dijo Dios que se casasen los clérigos de aquí adelante, y que
se conceda casarse un hombre con muchas mujeres juntamente, previa consulta”. No
sabía si Dios mandaba esto para facilitar la conversión de los indios y “porque
muchos españoles creían que casarse era tomar una señora para servirla y ser su
esclavo. Y que dijo Dios que se quitasen tantas excomuniones e irregularidades
y censuras, y que se redujese el derecho escrito a menos leyes y más claras,
para que se eviten tantos pleitos, de donde se daba ocasión a muchos odios y
enemistades”. Le decía también en sus apariciones que la Iglesia de Roma estaba
corrompida, que sería destruida por los turcos, y que por eso el papa iba a
residir en Lima; añadiendo que Felipe II, sin haber llegado a rey de España por
el procedimiento tradicional, era el que elegía al papa de Roma, por medio de
cardenales corrompidos (un frailuco buscándose la ruina). Insistieron
los inquisidores en que se retractase, pero no hubo forma. Decía que “era como
si le tratasen de tornar moro”. Te toca rematar la faena, Sancho.
- Me lo tengo merecido,
pequeñín, por mi autoritario pasado. Llegó
pues, inevitablemente, la tremenda sentencia: “Y así
endurecido, se quedó obstinado y pertinaz en las dichas sus herejías y errores,
falsa y perniciosísima doctrina. Lo cual por nos visto, CHRISTI NOMINE
INVOCATO: Fallamos que declaramos al dicho fray Francisco de la Cruz ser hereje
pertinaz y enseñador de nueva secta y haber cometido todos los delitos de que
fue acusado, incurriendo en sentencia de
excomunión mayor. Y mandamos que sea degradado de todas las Órdenes que tiene.
Y le relajamos (es decir, lo entregan para que lo quemen vivo) a los muy
magníficos alcaldes ordinarios desta ciudad, a los cuales rogamos y encargamos
muy afectuosamente, como de Derecho mejor podemos, (lo traten) benignamente y
piadosamente (vaya paripé). Y declaramos a los hijos del dicho fray Francisco
y a sus nietos por la línea masculina
ser inhábiles e incapaces, y los inhabilitamos para que no puedan tener
dignidades, beneficios ni oficios, así eclesiásticos como seglares, ni otros
oficios públicos y de honra, ni poder traer sobre sí ni en sus personas oro,
plata, piedras preciosas ni corales, seda, chamelote ni paño fino, ni andar a
caballo, ni traer armas, ni ejercer ni usar de las otras cosas que por derecho
común a los semejantes inhábiles son”. Terrible: y nos parecían entonces
justísimas estas sentencias. Os toca revisar lo que “ahora” es repugnante y no
lo veis. Ciao, caro.
- Como miserable
célula, ilustre doctor, me encanta cada pasito que da la sociedad hacia el
respeto al individuo. Brindemos por ello.
Pues, en honor del
honrado, místico y trastornado fray Francisco de la Cruz, nos despedimos (de
momento) de Lima con una foto del claustro de la universidad San Marcos, en la
que estuvo algunos años de rector el “sin ventura” dominico. No estaría nada
mal que en esa bonita fuente (idéntica a la que puso el virrey Sarmiento en la
Plaza de Armas de la ciudad) alguien colocara una placa que nos recuerde a
todos la barbaridad que le hicieron.
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