martes, 2 de febrero de 2016

(163) - Me siento fatal, hijo mío: termina ya, please, la pesadilla de ese pobre trastornado, fray Francisco.
     - Pues adelante con la tragicomedia: “Declaró que le dijo Dios que se casasen los clérigos de aquí adelante, y que se conceda casarse un hombre con muchas mujeres juntamente, previa consulta”. No sabía si Dios mandaba esto para facilitar la conversión de los indios y “porque muchos españoles creían que casarse era tomar una señora para servirla y ser su esclavo. Y que dijo Dios que se quitasen tantas excomuniones e irregularidades y censuras, y que se redujese el derecho escrito a menos leyes y más claras, para que se eviten tantos pleitos, de donde se daba ocasión a muchos odios y enemistades”. Le decía también en sus apariciones que la Iglesia de Roma estaba corrompida, que sería destruida por los turcos, y que por eso el papa iba a residir en Lima; añadiendo que Felipe II, sin haber llegado a rey de España por el procedimiento tradicional, era el que elegía al papa de Roma, por medio de cardenales corrompidos (un frailuco buscándose la ruina). Insistieron los inquisidores en que se retractase, pero no hubo forma. Decía que “era como si le tratasen de tornar moro”. Te toca rematar la faena, Sancho.
     - Me lo tengo merecido, pequeñín, por mi autoritario pasado.  Llegó pues, inevitablemente, la tremenda sentencia: “Y así endurecido, se quedó obstinado y pertinaz en las dichas sus herejías y errores, falsa y perniciosísima doctrina. Lo cual por nos visto, CHRISTI NOMINE INVOCATO: Fallamos que declaramos al dicho fray Francisco de la Cruz ser hereje pertinaz y enseñador de nueva secta y haber cometido to­dos los delitos de que fue acusado,  incurriendo en sentencia de excomunión mayor. Y mandamos que sea degradado de todas las Órdenes que tiene. Y le relajamos (es decir, lo entregan para que lo quemen vivo) a los muy magníficos alcaldes ordinarios desta ciudad, a los cuales rogamos y encargamos muy afectuosamente, como de Derecho mejor podemos, (lo traten) benignamente y piadosamente (vaya paripé). Y declaramos a los hijos del dicho fray Francisco y  a sus nietos por la línea masculina ser inhábiles e incapaces, y los inhabilitamos para que no puedan tener dignidades, beneficios ni oficios, así eclesiásticos como seglares, ni otros ofi­cios públicos y de honra, ni poder traer sobre sí ni en sus personas oro, plata, piedras preciosas ni corales, seda, chamelote ni paño fino, ni andar a caballo, ni traer armas, ni ejercer ni usar de las otras cosas que por derecho común a los semejantes inhábiles son”. Terrible: y nos parecían entonces justísimas estas sentencias. Os toca revisar lo que “ahora” es repugnante y no lo veis. Ciao, caro.
     - Como miserable célula, ilustre doctor, me encanta cada pasito que da la sociedad hacia el respeto al individuo. Brindemos por ello.



     Pues, en honor del honrado, místico y trastornado fray Francisco de la Cruz, nos despedimos (de momento) de Lima con una foto del claustro de la universidad San Marcos, en la que estuvo algunos años de rector el “sin ventura” dominico. No estaría nada mal que en esa bonita fuente (idéntica a la que puso el virrey Sarmiento en la Plaza de Armas de la ciudad) alguien colocara una placa que nos recuerde a todos la barbaridad que le hicieron.


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