(1311) El historiador chileno Diego Barros
Arana (a quien voy siguiendo), el cual publicó su Historia General de Chile a
finales del siglo XIX y principios del XX, hace ahora un extenso comentario
subrayando que, siendo gobernador de Chile Alonso de Ribera, se fue produciendo
un cambio en las relaciones del poder civil y militar con el eclesiástico.
Afirma que los clérigos aumentaron su autoridad, para gran disgusto del
colérico gobernador. Barros considera que la causa principal de ese aumento de protagonismo por
parte de las autoridades clericales provino de la forma de ser del Rey Felipe
III, al que califica de hombre muy religioso y de poco carácter. Voy a dejar de
lado ese tema porque Diego Barros no tenía ninguna simpatía por el clero en
general, e incluso parece un poco simplista su opinión sobre el monarca.
Seguiré adelante recogiendo hechos concretos, pero sin tener en cuenta las
opiniones personales del historiador, ya que, en este aspecto, parecen bastante
dudosas.
Aunque el Gobernador estaba harto de la
jerarquía eclesiástica, ante todo era un militar: "En medio de estas
complicaciones y dificultades, Ribera no descuidaba las atenciones de la
guerra. Mandó crear por cuenta del Rey un sistema de preparación de tejidos de
lana para proveer a sus soldados. Quiso, además, obtener otros artículos
necesarios para su ejército: 'También tengo hecha -le decía al Rey- una
industria en Santiago, que es de mucha importancia, porque, con los cordobanes,
badanas, vaquetas y cueros de suela que se labran en ella, ayudan mucho al
calzado de los soldados y a las sillas que se van haciendo para los que
cabalgan'. Ribera, además, había mandado construir carretas en Santiago y en
Concepción para el transporte de víveres y bagajes".
También era insistente en algo que casi
nunca podía conseguir: "El día 6 de agosto de 1603, decidió enviar a Lima
un agente de confianza, que por su conocimiento de las cosas de Chile pudiera
dar al Virrey noticia cabal del estado de este país y le solicitara las ayudas
que se necesitaban. El agente designado por el Cabildo fue el capitán Pedro
Cortés de Monroy (tantas veces mencionado), que en las últimas campañas
había desempeñado el alto puesto de maestre de campo de Ribera. Era un militar
tan distinguido por su valor como por su actividad, que había venido a Chile a
la edad de dieciséis años, y que servía en la guerra de este país desde el
tiempo de don García Hurtado de Mendoza. Estos antecedentes hacían creer que su
palabra sería escuchada con consideración. A mediados de octubre de 1603,
cuando hubo terminado sus preparativos, Ribera partía de Santiago, y fundó junto
al río Biobío un fuerte al que dio el nombre de San Pedro de la Paz. Avanzó
luego hacia el sur, hasta el río Vergara, y allí, en un sitio elevado y
pintoresco, fundó el 24 de diciembre un nuevo fuerte que, por ser la festividad
religiosa de ese día, recibió el nombre de Nacimiento, con el cual se conoce hasta ahora ese lugar. La
línea fortificada de frontera, que había ideado Ribera, quedaba así mucho mejor
defendida".
Para variar, el gobernador recibió buenas
noticias: "Ribera tuvo entonces que volver a Concepción porque habían
comenzado a llegar las ayudas que, gracias a las gestiones hechas por el
capitán Pedro Cortés, enviaba el virrey del Perú. Esos refuerzos suponían un
total de 371 soldados. Aunque el número era inferior al que esperaba Ribera, su
ejército podía emprender operaciones más decisivas. Y, además, le llegaron al
Gobernador comunicaciones de la más alta importancia. El rey de España,
conocedor de las necesidades de la guerra contra los araucanos, anunciaba que
pronto enviaría mil hombres, y que, incluso, había determinado que en Chile se
mantuviese un ejército permanente de mil quinientos hombres".
(Imagen) Vamos contando cosas, y muchos de
sus protagonistas quedan en el mayor de los olvidos. Un pequeño incidente nos
va a 'resucitar' a uno de ellos por pura casualidad. Vivió la aventura de Chile
en los inicios de su conquista, pero echaremos la vista atrás para recuperar su
memoria. Hemos visto que el gobernador Ribera estableció un fuerte junto al río
Vergara, nombre que, sin duda, tenía que corresponder al apellido de un español
de familia vasca. Y así es. Se trataba de GASPAR DE VERGARA. Nació el año 1507
muy cerca de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca). Llegó a Perú sumamente joven,
el año 1535, poniéndose al servicio de Diego de Almagro, lo que marcaría muy
negativamente el curso de sus aventuras por la Indias, ya que tuvo que vivir
los conflictos iniciales de la guerra civil de Perú. El ejército de Almagro se
agarró como a un clavo ardiendo a la esperanza de que en Chile conseguirían la
riqueza y la gloria sin necesidad de enfrentarse a Francisco Pizarro.
Regresaron de aquellas lejanas tierras totalmente decepcionados, recurrieron a
las armas contra los Pizarro, y fueron derrotados. Ejecutado Diego de Almagro,
apareció la figura excepcional de Pedro de Valdivia con la loca idea de
intentar de nuevo la conquista de Chile, y Gaspar de Vergara, a pesar de su
triste y durísima experiencia anterior, decidió ir con él. Fue, pues, el más
veterano de la expedición (Valdivia incluido). Partieron el año 1539,
atravesaron penosamente el desierto de Atacama, comenzaron los logros, y pronto
se vio que Pedro de Valdivia le tenía mucho aprecio a Gaspar. Tras asistir
Vergara a la fundación de Santiago (año
1541), lo nombró, en 1549, regidor del lugar. Estuvo también presente al
crearse la ciudad de Concepción (siendo en ella regidor y alcalde). El año 1553
se estableció la población de Angol, y en ella aumentó el prestigio de GASPAR
DE VERGARA. Fue allí premiado por Pedro de Valdivia con encomiendas de indios
de tanta rentabilidad, que, en breve tiempo, el curso fluvial que circulaba por
aquella zona quedó para siempre conocido como RÍO VERGARA. En aquel mismo año,
Pedro de Valdivia salió de la ciudad para luchar contra los mapuches, y,
mostrando toda su confianza a Gabriel de
Vergara, lo dejó en ella asumiendo el mando como teniente de gobernador. Lo que
nadie imaginaba era que, al enfrentarse Pedro de Valdivia en Tucapel contra los
indios, iban a morir de forma terrible él y unos cuarenta de sus hombres. En
1554, declaró contra el gobernador interino, Francisco de Villagra, en un
juicio que lo acusaba de ser responsable del abandono de varias ciudades por el
acoso de los mapuches. GASPAR DE VERGARA,
a pesar de ser soltero, tuvo varias hijas, que se casaron con españoles,
y se desconoce la fecha de su fallecimiento.
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