(1332) Los encomenderos estaban contentos
con el permiso de esclavizar a los indios derrotados en batalla, pero muy
molestos con la prohibición de obligar a que les sirvieran gratuitamente los
indios de sus encomiendas: "Al saberse que la Real Audiencia llegaba con
el encargo de hacerlo cumplir, se produjo una gran conmoción. Se celebró en
Santiago un cabildo abierto al que fueron convocadas todas las dignidades
civiles y eclesiásticas, los prelados de las órdenes religiosas y los vecinos
de más importancia. Discutieron allí los inconvenientes que se seguirían al
suprimir el servicio personal, muy particularmente porque esta reforma dificultaría
la conversión de los indios, ya que, libres de toda obligación respecto a los
encomenderos, volverían a la vida salvaje y a la práctica de sus antiguas
supersticiones (es de suponer que su mayor disgusto fuera la pérdida
económica). Todos los pareceres de los encomenderos y de muchos de los
religiosos eran contrarios a la imposición de la reforma. Aunque esta actitud
del vecindario de Santiago no iba a tener gran influencia en el ánimo del
Virrey, inquietó a los oidores de la Audiencia, y como veremos, reconocieron
las dificultades de la cuestión. En esas circunstancias iba a instalarse la
Real Audiencia, y jamás se habían visto en Chile ceremonias más solemnes que
las que entonces tuvieron lugar. El día anterior se hizo un ensayo de la
entrada de los oidores a la ciudad, presididos por el Gobernador y seguidos de
gran acompañamiento de la gente principal. El sello que debía usar la Audiencia
era objeto del más respetuoso acatamiento (resulta curioso su gran valor
simbólico). Después de que los oidores, poniéndose de rodillas, rindieron
el homenaje debido a ese símbolo de la
autoridad real, fue depositado en una sala del convento de San Francisco sobre
lujosos cojines de terciopelo, y confiado esa noche a la custodia del doctor
Merlo de la Fuente, como oidor más antiguo. El siguiente día fue sacado de allí
con mucho mayor aparato todavía, y con acompañamiento de todas las autoridades
civiles y eclesiásticas, de las tropas y vecinos de la ciudad, conducido sobre
un caballo, que los oidores llevaban de la rienda, a la sala de las casas en
que debía funcionar el supremo tribunal".
Tras la entrada triunfal, los oidores
cogieron el toro por los cuernos, pero no pudieron con él: "La primera
atención que ocupó a la Audiencia fue el cumplimiento de las reales cédulas que
suprimían el servicio personal de los indígenas. A pesar de los esfuerzos
hechos por los que pedían el cumplimiento inmediato y absoluto de las órdenes
del Rey, los pareceres contradictorios que se expusieron, el estado general de
la opinión del país, y la resistencia que los vecinos oponían a la imposición
de la reforma doblegaron a los oidores, que tenían el encargo de llevarla a
cabo. En acuerdo de 28 de septiembre de 1609, después de tomar en cuenta los
antecedentes del asunto, y las dificultades y obstáculos que había para hacer
cumplir la nueva disposición, los oidores, presididos por el gobernador García
Ramón, dijeron que mandaban que 'en todas las provincias de este reino y
gobernación se quite el servicio personal de mujeres, tanto casadas como
solteras, y de los varones menores de dieciocho años, que es la edad en que
están obligados a tributar conforme a las ordenanzas de Su Majestad, y que los
dichos indios gocen con la libertad de sus mujeres y los hijos menores de la
dicha edad, sin que puedan ser apremiados (las mujeres y los hijos) a servir a nadie
contra su voluntad'. Se facultaba a los indios para arrendar los servicios de sus mujeres y de sus hijos, pero
se les garantizaba la libertad de poderles mudar de amos expirado el contrato".
Barros parece afirmar que esta decisión anulaba la orden del Rey, pero el
último párrafo es bastante confuso. Se diría que la dispensa ordenada por el rey
Felipe III sólo afectaba a las mujeres y a los hijos menores de 18 años.
(Imagen) El decano de la recién creada
Real Audiencia de Santiago de Chile, LUIS MERLO DE LA FUENTE, había nacido el
año 1558 en Valdepeñas (Ciudad Real). Era hijo de Luis Merlo de la Fuente,
familiar (colaborador) de la Inquisición, y de María Ruiz de Beteta. Estudió
Leyes en la Universidad de Salamanca, y obtuvo el grado de doctor. En 1588 se
incorporó a la Real Audiencia de Lima en calidad de Relator (encargado de
presentar ordenadamente expedientes a los jueces). En 1592 ejerció como
inspector de la actuación de las autoridades de Chile, recibiendo el encargo de
someter al habitual y preceptivo juicio de residencia al cesante gobernador
Alonso de Sotomayor, al que dejó libre de toda responsabilidad. Vuelto a Lima
en 1594, y gracias al aprecio del virrey Andrés Hurtado de Mendoza, se le adjudicó
el importante cargo de oidor de la Real Audiencia de Panamá, donde después tuvo
la fatalidad de padecer variadas dolencias, quedándole, como secuela,
entorpecidas para siempre sus piernas. Basándose en estos inconvenientes, y
quizá convencido de que el clima panameño le resultaba fatal, pidió, y le fue
concedido, el regreso a Lima, adonde volvió en 1604, siguiendo en el puesto de oidor. Debido a su
consolidado prestigio profesional, Felipe III lo escogió para ejercer como
decano de los oidores que fundaron la Real Audiencia de Santiago de Chile,
inaugurada en 1609 (los otros tres eran Hernando de Talaverano Gallegos, Juan
de Cajal y Gabriel de Celada), siendo presidente de la misma el gobernador
Alonso García Ramón. También le tocó al decano Merlo encargarse del juicio de
residencia que correspondía instruirle a otro gobernador cesante, Alonso de
Ribera, y, esta vez, fue muy crítico en sus conclusiones, pero recordemos que, años
después y teniendo en cuenta los grandes méritos del exgobernador, Felipe III
le perdonó todas las sanciones que le había aplicado Luis Merlo, y hasta lo
nombró gobernador de Chile por segunda vez. En 1610, un año después de la
fundación de la Real Audiencia de Chile, murió de enfermedad el gobernador
Alonso García Ramón, y, tanto por ser Luis Merlo el decano de los oidores, como
por voluntad del fallecido, le correspondió asumir interinamente el cargo de
Gobernador de Chile. Actuó de inmediato con mano dura contra los mapuches,
luchando contra ellos y ahorcando a quince caciques. Al llegar, en enero de
1611, el gobernador titular, Juan de Jaraquemada, LUIS MERLO DE LA FUENTE
regresó a Lima, siempre como oidor, y, a pesar de su quebrantada salud, vivió
allí hasta el año 1638. Tuvo siete hijos con la criolla Jerónima de Santa Cruz,
de los cuales, uno fue obispo, otros dos, siguiendo la tradición familiar,
trabajaron en audiencias, y la única hija se casó también con otro oidor.
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