lunes, 16 de mayo de 2022

(1724) El gobernador García Ramón construyó el mayor fuerte de Chile en la zona en que los mapuches tenían más españoles apresados, para liberarlos y protegerlos. Le puso el nombre de San Ignacio de la Redención.

 

     (1324) De conformidad con sus capitanes, el gobernador García Ramón decidió construir un fuerte de considerable capacidad de resistencia: "Se trataba de conseguir que impusiese respeto a los indios de esa comarca y sirviera de lugar de refugio a los cautivos españoles que lograsen escapar de sus manos. Se creía  con fundamento que, en los contornos de las destruidas ciudades de La Imperial y de Villarrica, debían hallarse retenidos muchos de esos cautivos, y que un fuerte colocado en aquella zona facilitaría el rescate de aquellos infelices. El Gobernador inició sin demora los trabajos para su construcción, y, por su extensión, llegó a ser el más considerable que se hubiere levantado en Chile. Los españoles, desplegando una infatigable actividad, tuvieron aquel fuerte, al cabo de cuarenta días, rodeado de un ancho foso, defendido por sólidas empalizadas, y provisto de espaciosos galpones y de chozas para contener una guarnición considerable. Esa plaza, que el año siguiente se pensaba convertir en ciudad, recibió el nombre de San Ignacio de la Redención".

     Lo españoles sabían que el sólido fuerte no garantizaba una seguridad absoluta: "Mientras el Gobernador salía con sus tropas en todas las inmediaciones con la esperanza de rescatar algunos cautivos, los indios intentaron dos vigorosos ataques contra el fuerte. En uno de ellos consiguieron penetrar en el recinto fortificado, y, de haber tenido más orden y disciplina, habrían conseguido una importante victoria. Pero los bárbaros perdieron un tiempo precioso en el saqueo de los primeros cobertizos que ocuparon, con lo que dieron tiempo a que se organizara la resistencia dentro del fuerte. El sargento mayor don Diego Flores de León, que mandaba en la plaza, organizó la resistencia y peleó resueltamente durante tres horas, causándoles pérdidas considerables. Las cabezas de los indios muertos en la refriega, fueron colocadas en escarpias en los alrededores del fuerte para aterrorizar al enemigo". Lo cual parece una réplica de lo que los mapuches hacían habitualmente con muchos españoles muertos, algo raramente visto en el resto de las Indias.

     Se ve que los españoles, en cuanto dejaban más  o menos controlada una zona, se trasladaban a otra, porque nunca faltaban territorios alborotados: "Después García Ramón repitió sus correrías en la comarca vecina al río Cautín. Por todas partes los enemigos parecían atemorizados. No osaban presentar combate, pero tampoco entraban en negociaciones de paz ni querían hacer un canje de sus cautivos. A fines de marzo, cuando creyó que la proximidad del invierno exigía su presencia en otra parte, el Gobernador dispuso la vuelta de sus tropas a la región del Biobío. Según sus cálculos, el fuerte de San Ignacio debía preparar la pacificación de las tribus del sur y favorecer la libertad de los españoles que los indios retenían en sus tierras. Para que esa plaza pudiera mantenerse durante el invierno, dejó en ella víveres abundantes para diez meses y le puso una guarnición de doscientos ochenta soldados escogidos. Don Juan Rodolfo Lisperguer, aquel acaudalado y arrogante capitán que en años atrás había tenido muy ruidosos altercados con el gobernador Ribera, fue designado para jefe de esa plaza". Recordemos que Lisperguer llegó a tener alguna persecución judicial.

 

     (Imagen) A pesar de las enormes dificultades, el gobernador Alonso García Ramón seguía esperanzado: "Parecía convencido de que tantos trabajos no eran estériles, y de que los indios de la zona de La Imperial quedaban bastante escarmentados. Sin embargo, el 2 de abril de 1606 sus tropas se vieron acometidas junto al río Calpi. Aunque lograron evitar la derrota, tuvieron que lamentar la pérdida de los capitanes Juan Sánchez Navarro y Tomás Machín, que gozaban de gran reputación. El Gobernador vería en breve cuán poco satisfactorio era el resultado de aquella campaña. Se dirigió a Angol, pensando hallar fundada allí una nueva población. Había dejado este encargo al capitán Núñez de Pineda, el cual aguardaba refuerzos de tropas que vendrían de México para llevarlo a cabo. Pero, contra lo esperado, llegaron solamente unos cincuenta hombres, mandados por el capitán Antonio de Villarroel. Al recibirlos, Núñez de Pineda  los juntó con la tropa de su mando, y se puso en marcha hacia Angol. Mientras pasaban por una angostura montañosa, la retaguardia se vio acometida por los indios. En ella iban los soldados venidos de México, los cuales, por ser bisoños, se desordenaron sin oponer una seria resistencia. Veinte de ellos, incluidos los dos oficiales que los mandaban, quedaron muertos en el campo. Los indios, victoriosos en este lance, volvieron apresuradamente a sus montañas llevando en sus picas las cabezas de los españoles muertos, y arrastrando consigo un botín considerable de caballos, ropa y armamento. Tras este doloroso desastre, hubo que renunciar por entonces al proyecto de repoblar Angol. Mientras tanto, en la región de la costa, el coronel Pedro Cortés había pasado también todo el verano ocupado en frecuentes correrías contra los indios. La paz que habían aceptado las tribus de esa comarca era, como se debería haber pensado desde el principio, absolutamente efímera. Los indios, a los cuales se les había concedido la exención del servicio personal, sustituido por la imposición de un tributo cuando la pacificación estuviese terminada, aprovechaban esta misma situación para hostilizar a los españoles y para fomentar entre los suyos el espíritu de resistencia. Aunque Pedro Cortés había fundado un nuevo fuerte en Elicura, no tenía sentido hacerse muchas ilusiones por estos pequeños logros creyendo que la situación de los españoles había mejorado considerablemente". El Gobernador García Ramón morirá el año 1610. La imagen muestra una carta, dirigida al Rey (siendo virrey de Perú el Marqués de Montesclaros), en la que Luis Merlo de la Fuente solicita el cargo  del fallecido (y le fue concedido).




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