domingo, 22 de mayo de 2022

(1729) El gobernador García Ramón le dijo al Rey sin tapujos que castigaba a los mapuches cruelmente. Felipe III, el día 23 de marzo de 1606, tomó la sensata decisión de trasladar definitivamente desde Concepción a Santiago la Real Audiencia de Chile.

 

     (1329) Las cartas mandadas al Rey por el gobernador Alonso García Ramón no dejan duda de que los españoles se estaban poniendo, en cuestión de crueldad, casi a la altura de los mapuches. Es de suponer que lo consideraban imprescindible para conseguir someterlos definitivamente:  "Se les han hecho tan grandes daños en sus personas, que se les han tomado más de mil cien presos, entre niños y mujeres, y han muerto y sido  tomados en prisión pasados de trescientos indios, con lo cual y habiéndoles el verano pasado talado las cosechas, están puestos en tan gran necesidad, que los padres se comen a los hijos. Y es general el daño que este verano se les ha hecho, pues ha sido el mayor que se ha visto en Chile, ya que en toda la costa no se les ha dejado cosa que comer, y yo la he talado en toda la cordillera de Catirai, y destruido las provincias de Coyuncaví y Coyuncos (isla de la Laja y Angol), cordillera nevada donde había gran cantidad de indios por no haber entrado españoles en aquella tierra desde hacía diez años, siendo el granero de todos los rebeldes de este reino, y en Purén, donde desbaratamos al enemigo por la bondad de Dios. Con el gran daño que se les ha hecho en haciendas y personas, habiendo muerto y siendo apresada en gran número la gente, los indios amigos están muy contentos, y los enemigos con gran temor. Este verano han andado en campaña en servicio de Vuestra Majestad mil lanzas de indios amigos, los cuales son de grandísima importancia, porque hacen, como bárbaros y por querer destacar, cruda guerra, y ellos pueden entrar en las quebradas donde los españoles lo hacen con gran trabajo por estar embarazados con armas, arcabuces y espadas, y ser la tierra tan áspera que es casi imposible poderlo hacer".

     El historiador Barros saca conclusiones que parecen acertadas: "La guerra se continuó de este modo hasta la entrada del invierno de 1608. Acosados por esta tenaz persecución, y por el hambre que era su consecuencia inmediata, los indios ofrecían la paz. El Gobernador, escarmentado por los anteriores desengaños, se negaba a aceptar sus proposiciones, y solamente las admitía imponiéndoles la condición de abandonar sus tierras y de establecerse donde les designase. Muchos de ellos fueron a establecerse cerca de los fuertes de Lebu, donde comenzaron a hacer sus rancherías. Más tarde empezaron también a recogerse en las inmediaciones del fuerte de Paicaví, pero el Gobernador, conociendo la falsía de esas gentes, mantenía sobre ellos la más constante vigilancia. Con la captura de numerosos prisioneros, 'y con el grandísimo y general daño que por todas partes les hemos hecho en las provisiones,-escribía el Gobernador- los tenemos tan apretados que se comen unos a otros'. Esta guerra sostenida y despiadada aseguraba la tranquilidad de la frontera, y habría permitido avanzar la conquista del territorio enemigo de una manera lenta. Pero García Ramón, mientras tanto, meditaba operaciones más audaces y rápidas, y, al dar cuenta de esos hechos, decía que esperara en Dios que el verano próximo habrían de tener grandes éxitos".

     La situación de Chile iba a tomar otra deriva más positiva, ya que las peticiones  de ayuda que constantemente llegaban a España, hicieron que el Rey estudiara con sus asesores la manera de acelerar nuevos métodos de acción, para lo cual decidió, entre otras cosas, financiar las campañas chilenas con cantidades de dinero muy importantes. Y comenta Barros: "Parece que en estas resoluciones tuvo una parte principal el  exgobernador de Chile don Alonso de Sotomayor, el cual, apenas llegado a España después de haber servido como gobernador de Panamá, acababa de ser nombrado miembro de la Junta de Guerra, y se le atribuía un conocimiento perfecto de las cosas de Chile. El Rey formalizó los nuevos acuerdos por diversas cédulas que llegaron a manos de García Ramón en los primeros días de 1608".

 

     (Imagen) A pesar de que, como vimos, el historiador Barros opinaba que la monarquía española era ineficaz, lo cierto es que Felipe III decidió ayudar a los soldados de Chile ampliando las tropas y los fondos económicos. Pero tomó también otra medida muy sensata: "El Rey dictó asimismo una orden de carácter más general, que iba a tener una gran importancia en el desarrollo y en la importancia del reino de Chile. Determinado a establecer en la ciudad de Santiago la Real Audiencia que en años atrás había existido en Concepción, Felipe III, por una cédula del 23 de marzo de 1606, acordó que García Ramón, en su carácter de gobernador de Chile, fuese el presidente de ese tribunal. La población de origen español había aumentado considerablemente en los últimos años, la riqueza pública había adquirido notable desarrollo con la creación del ejército permanente, que permitía a mucha gente consagrarse en paz a los trabajos industriales, y se había creado un fondo económico que suponía la aportación de una suma importante de dinero cada año: todo esto hacía necesaria la creación de una audiencia que ahorrase a los pobladores de Chile la molestia de ir a Lima a dirimir sus litigios. Pero se esperaba, además, hallar en esta institución el medio de poner término a las frecuentes discusiones entre autoridades, y de regularizar el funcionamiento de la administración pública. Alonso de Ribera había pedido con insistencia al Rey la nueva creación de una audiencia en Chile. El monarca lo concedió en marzo de 1606, pero, dudando sobre su amplitud jurisdiccional, le pidió al cabildo de Santiago que le informase si convenía incluir en ella las provincias de Tucumán y del Paraguay. El Cabildo se ocupó en discutir este asunto, pero el gobernador García Ramón, que anteriormente había pedido que esas provincias fuesen incorporadas al reino de Chile, expuso en esta ocasión las ventajas que a su juicio resultarían de la adopción de esta medida. Indicaba que aquellas provincias estaban situadas más cerca de Chile que de Charcas, de cuya audiencia dependían, que su comercio aumentaría facilitando sus relaciones mutuas, que sería fácil traer de allí caballos y gente para el servicio de la guerra, y que esta medida pondría freno a la frecuente deserción de los soldados de Chile que encontraban un asilo seguro en Tucumán. El Rey, sin embargo, resolvió otra cosa diferente. Por una cédula expedida en Madrid el 17 de febrero de 1609, dispuso que la nueva audiencia 'tenga por su distrito todas las ciudades, villas, lugares y tierras que se incluyen en el gobierno de las provincias de Chile, tanto lo que ahora está pacífico y poblado como lo que de aquí en adelante se sometiere, pacificare y poblare". Fue, pues, creada la Real Audiencia, y, con el tiempo, se convirtió en lo que muestra la imagen.




No hay comentarios:

Publicar un comentario