jueves, 5 de mayo de 2022

(1715) Quizá por su carácter autoritario, los enemigos del valioso gobernador Alonso de Ribera consiguieron del Rey que fuera sustituido por Alonso de Sotomayor, quien llegará a Chile acompañado de un buen militar: Alonso García Ramón.

 

     (1315) No se puede olvidar que la política de aquellos tiempos, y más aún en las Indias,  era muy propicia a los abusos, por lo que, mientras un gobernador obtenía éxitos de importancia, podía cometer numerosos pero discretos fraudes sin que lo pusieran en peligro de destitución. La cosa se complicaba mucho cuando, además de ser responsable de graves errores, se había ganado muchos enemigos por la dureza de carácter o por repartir injustamente, con favoritismos, los premios que correspondían en justicia a los méritos y servicios de cada uno. Hemos visto que el cambio de gobernador se ha repetido con excesiva frecuencia en Chile, y lo seguiremos viendo, con el chocante matiz de que, en varias ocasiones, un gobernador será sustituido por otro que ya lo había sido. Esta inestabilidad se agravaba por el hecho de que las órdenes de cambio tenían que venir desde el palacio del rey de la lejana España. Escuchemos al historiador Barros: "Mecido por las ilusiones, partía el gobernador Ribera para Santiago a mediados de junio de 1604, meditando los proyectos que pensaba poner en planta en la primavera próxima para adelantar la línea de frontera mediante la fundación de nuevas poblaciones. En Santiago, como ya hemos contado, iba a verse envuelto en las dificultades y rencillas que en tantas ocasiones perturbaron la tranquilidad de su gobierno, e iba también a recibir la noticia de que el Rey le había nombrado un sucesor. Ribera, como se sabe, tenía enemigos apasionados".

     Baños echará la vista atrás en el tiempo porque el proceso que va a llevar a la destitución de Ribera era de largo recorrido, y, aunque estuvo basado en argumentos de cierto peso, hubo también acusaciones injustas, especialmente en lo que se refería a su valía como militar: "Habían dirigido al Rey los más desfavorables informes acerca de la ineptitud y hasta de la falta de probidad del gobernador de Chile. Pero, independientemente de esas acusaciones, de que tal vez no se habría hecho mucho caso en otras circunstancias, estaban en Madrid algunas personas que debían preparar su caída. En 1601 había llegado a la Corte el padre agustino fray Juan de Váscones como apoderado de las ciudades de Chile, y como representante, además, de los comerciantes de este país. Llevaba el encargo de pedir que se creara en territorio chileno un virreinato, y que se confiara su gobierno a don Alonso de Sotomayor. También llegó a la Corte, a principios de 1603, Domingo de Eraso, el secretario de Ribera, a quien este había enviado a hacer ante el Rey gestiones a su favor, con interés especial en que se enviaran tropas a Chile, pero Eraso no puso mucho interés en defender la imagen de Ribera".

     Ya en agosto de 1600, había creado Felipe III una sección dentro del Consejo de Indias compuesta de cuatro miembros y dedicada a informar sobre asuntos militares. En ella se sometió a estudio las memorias que habían llevado a España los representantes del territorio chileno, y le dieron su opinión al monarca. Alababan la capacidad militar de Alonso de Ribera, pero consideraban que le faltaba experiencia en cuanto a los problemas de Chile, y le proponían al Rey algo sibilino: "Conviene mucho sacarle de allí, pero premiándolo y ocupando a su persona como lo merece. Y, asimismo, que Vuestra Majestad mande que don Alonso de Sotomayor (que ya había sido Gobernador de Chile), presidente de la Audiencia de Panamá, que tiene tan larga experiencia de aquella tierra de Chile, vuelva allí a pacificar aquellas tierras".

 

     (Imagen) Además de aconsejarle sus asesores al rey Felipe III que el gobernador Alonso de Ribera fuera sustituido por el exgobernador  Alonso de Sotomayor, le decían también: "Que vaya a Chile con él Alonso García Ramón, que ha sido maestre de campo y gobernador de Chile, y ha servido muchos años con gran satisfacción. Y que Vuestra Majestad se lo mande a ambos prometiéndoles que, acabada la guerra, les premiará de manera que queden satisfechos". Luego sigue contando el historiador Barros: "Todo induce a creer que Domingo de Eraso, enviado a España por Alonso de Ribera, no puso ningún empeño en defenderlo,  y que, si bien en sus informes se abstuvo de hacerle acusaciones, en la negociación se puso de parte de los que pedían un nuevo gobernador. Por la tardanza de los asuntos administrativos o porque el Rey y sus ministros vacilaban en hacer tales innovaciones, se pasaron algunos meses sin que se tomase ninguna resolución. Pero, a fines de ese año, llegaban a Madrid nuevas noticias de Chile y de los pocos progresos que se hacían en la pacificación de los indios, junto con otras acusaciones contra Alonso de Ribera. Además de reprochársele el imponer pesadas contribuciones a los habitantes de Chile, y de atribuirse al Gobernador el propósito de enriquecerse con ellas, se decía que su sistema militar se reducía simplemente a permanecer en la guerra rodeándose de tropas considerables, dejando desguarnecidos muchos puntos importantes, con lo que conseguía evitar conflictos en los lugares en que él se hallaba, sin inquietarse por las desgracias que ocurrían en otras partes. La impresión que estos informes produjeron en la Corte fue fatal para Ribera. Llegó a contarse (con mucha exageración) que Chile estaba definitivamente perdido y todas sus ciudades destruidas por los indios. Sin duda alguna el Rey y sus ministros, mejor informados de la verdad por la correspondencia del virrey del Perú, no daban crédito a esos rumores,  pero pensaron que era llegado el momento de hacer los cambios propuestos por la junta de guerra. El 9 de enero de 1604, Felipe III firmó en Valencia el nombramiento de don Alonso de Sotomayor para el cargo de gobernador de Chile, y el de Alonso García Ramón para el de maestre de campo. El Rey había aceptado por completo las indicaciones que aquella junta había hecho sobre la manera de dirigir la guerra. Alonso de Ribera pasaría a desempeñar el puesto de gobernador de Tucumán (territorio argentino), que era lo mejor que se había hallado para premiar sus anteriores servicios". Ribera será de nuevo gobernador de Chile en 1612, y morirá siéndolo en 1617. La imagen muestra su firma en una carta que le envió al Rey desde Santiago del Estero (Tucumán) el 16 de  mayo de 1607.






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