lunes, 30 de mayo de 2022

(1736) Luis Merlo de la Fuente, nuevo gobernador, era valioso pero muy exigente. Años antes, Alonso de Sotomayor le pidió al Rey que premiara a García Ramón y a Francisco del Campo, sin saber que este acababa de morir.

 

     (1336) Hemos visto hasta ahora muchos y repetidos horrores en Chile, pero seguiremos con el texto del historiador Diego Barros, porque nos anuncia que la situación va a cambiar. Dice textualmente: "La guerra de Chile iba a entrar entonces en una nueva faz que merece ser estudiada prolijamente, y que nos proponemos dar a conocer en sus causas y en sus efectos, en los primeros capítulos de la parte siguiente de nuestra historia".

     Como he hecho hasta ahora, resumiré su texto a lo esencial, y confío en que ese cambio de la realidad chilena haga aún más interesante su relato. Nos sigue contando: "Tras la muerte del gobernador Alonso García Ramón, el doctor Luis Merlo de la Fuente, sustituto interino como gobernador de Chile por designación del propio García Ramón, era un letrado anciano que contaba más de veintidós años de servicios en las Indias. Nombrado por Felipe II Alcalde de Corte de la ciudad de Lima, había desempeñado, además, diversas comisiones en Chile, en Panamá, en Portobelo y en Cartagena de Indias, y mereció que se le diese el título de oidor decano de la nueva Real Audiencia de Santiago de Chile. Dotado de inteligencia y de una actividad mayor todavía, tenía reputación de hombre adusto e intransigente en el cumplimiento de sus obligaciones. En el juicio de residencia de Alonso de Ribera había desplegado, como hemos dicho, una gran severidad, y anteriormente había sostenido en Lima algunos altercados con sus colegas, y hasta con el mismo Virrey, porque, encargado 'de castigar los delitos y pecados públicos', no había vacilado en llegar al extremo de procesar a hombres prósperos y hasta a los servidores del mismo Virrey. Acusado más tarde ante el soberano, Merlo de la Fuente fue severamente reprendido, porque, 'aunque se muestra celoso de justicia, decía Felipe III, procede imprudentemente, se lleva mal con sus compañeros, es descortés con la gente del reino, con poco estilo y áspera condición'. La noticia de la muerte de García Ramón llegó a Santiago en la noche del domingo 15 de agosto de 1610. En el mismo instante, Merlo de la Fuente asumió el gobierno de Chile, y sin pérdida de tiempo se dispuso a ir a Concepción para dirigir las operaciones de la guerra, temiendo que la muerte del Gobernador fuera causa de perturbaciones. Hizo publicar de inmediato diversos bandos. 'Mandé, dice en un comunicado, que todos los soldados y mandos de guerra, se preparen y salgan conmigo so pena de la vida. Mandé que todos los vecinos encomenderos se fuesen a los pueblos de sus repartimientos, hasta que por mí otra cosa les fuese ordenada, con el fin de evitar algunos conflictos. Y mandé, asimismo, que los vecinos de Concepción y San Bartolomé de Chillán y de las demás ciudades despobladas, subiesen conmigo a la ciudad de Concepción, bajo pena de ser privados de sus indios'. Con el mismo celo, ordenó hacer los sembrados en el valle de Quillota, y tomó algunas medidas para asegurar la concordia y la armonía entre las diversas autoridades durante su ausencia. Merlo de la Fuente quería salir de campaña con el mayor número posible de tropas. Para ello, intentó organizar en Santiago cuatro compañías de voluntarios, dado que no podía recurrir a los reclutamientos forzosos, pues estaban prohibidos por las ordenanzas vigentes". Su buena intención no tuvo éxito, porque no logró convencer a una cantidad suficiente de voluntarios. No obstante trató de emplear un último recurso que, como veremos, tampoco le va a sacar de apuros.

 

     (Imagen) El exgobernador de Chile Alonso de Sotomayor, en enero de 1602, le envió desde Panamá una carta al Rey (ver imagen con su firma), que resulta muy interesante porque alude a dos grandes militares. Habla muy bien de Alonso García Ramón, pero, con especial afecto y extensamente, de Francisco del Campo. Le cuenta a Felipe III que había recibido cartas de Francisco del Campo y de García Ramón, y aprovecha para pedirle al Rey mercedes para los dos, un beneficio económico y un alto cargo respectivamente. Hacía 20 meses que no tenía noticias de Francisco (y, de hecho, ni sabía que había muerto el año anterior en plena batalla, como ya vimos). "Ojalá Dios hubiese querido que los dos hubiesen ido a gobernar en Chile cuando mataron al gobernador Martín García Óñez de Loyola. Con ellos, no habría necesitado Vuestra Majestad a nadie más porque los dos entendían bien esa guerra y se llevaban bien, y se lucirían más con 500 soldados que otro con 1.000. Se necesita ahora tener experiencia de los corsarios, a los que los indios de guerra los tienen por amigos, pues les ayudaron a tomar Chiloé (lo cual no habían hecho hasta ahora), aunque el coronel Francisco del Campo consiguió desalojarlos. Muy particular servicio fue el que hizo el coronel Francisco del Campo a Vuestra Majestad llegando a Valdivia con 270 soldados que envió desde Perú el virrey Don Luis de Velasco, aunque la halló asolada. Pues, viendo que las ciudades de Osorno, Villarrica y Castro corrían el mismo riesgo, y sabiendo que dos mil indios iban contra Osorno, fue con doscientos treinta soldados a socorrer estas ciudades, donde ha tenido los éxitos que Vuestra Majestad verá por su carta. Obligación tiene Vuestra Majestad de hacerle mucha merced a este hombre por el amor con que él le sirve. Le conozco hace 34 años, porque fue soldado mío en Flandes, y sargento y alférez por sus méritos. Y, por servir a Vuestra Majestad, dejó su cargo y pasó conmigo a Chile en 1580. Peleó durante doce años y logró pacificar a los indios de las cuatro ciudades dichas, llegando a las manos con ellos infinitas veces. Siempre los desbarató, y la reputación que ellos le reconocen ha sido la causa de que no le hayan vencido. Es tan buen soldado y tan obediente a sus superiores, que no  se preocupa jamás en provecho suyo del acrecentamiento, ni del honor, sino solamente del servicio a Dios y a Vuestra Majestad. En Flandes siempre tuvo grandes éxitos y buen criterio, y por todo ello, como dije, le solicito a Vuestra Majestad que le conceda una merced, pues la tiene muy merecida. En cuanto al maestre de campo Alonso García Ramón, si Vuestra Majestad le hubiera encargado el gobierno de Chile desde el día en que mataron a Loyola, habría sido una elección muy a propósito y conveniente".




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