(484) Actuaban a un ritmo acelerado: “Sabiendo Perálvarez Holguín que
Gabriel de Rojas era Teniente de Gobernador en la ciudad del Cuzco, decidieron
todos volver allá para prender a Rojas y a los que viesen que seguían el
llamamiento de los de Chile. Primeramente, aceptaron todos como General a
Perálvarez, y él nombró como Maese de Campo a Gómez de Tordoya, confirmando a
Martín de Robles en el cargo que ya tenía de Alférez General, y Castro fue
nombrado Capitán de Arcabuceros. Después Perálvarez escribió a Peransúrez a la
Villa de la Plata, donde había sido Teniente del Marqués, comunicándole su
muerte y que ellos iban a ir contra los de Chile por haberlo matado, y le pedía
que, cumpliendo la obligación que tienen los caballeros de mostrar su valor en
semejantes tiempos, juntase los más que pudiese y fuesen a la ciudad del Cuzco,
donde él tenía determinado ir a conseguir más hombres”.
Hecho lo cual, se dispusieron a partir: “Determinó ponerse en marcha, y
entrar en el Cuzco sin ser sentidos. Iba con cincuenta de a caballo. Mandó a
los de a pie que le siguiesen, sin darse mucha prisa, hasta llegar a la ciudad
del Cuzco, donde se procuraría que todos tuviesen caballos”. Las noticias volaban, y tanto en el Cuzco como en
Lima había una gran preocupación por este avance militar, al que se añadía el
que Alonso de Alvarado hacía por su parte. Cuando llegó Perálvarez con sus
hombres al Cuzco, no le pusieron resistencia. Asustados, le mandaron una nota
imposible de creer, puesto que le decían que Gabriel de Rojas estaba al mando
en nombre del Rey, y que todos eran contrarios a D. Diego y a los de Chile:
“Perálvarez e su gente entraron en la ciudad haciendo todo el ruido que
pudieron, para que pensasen que eran mucha gente, y sin que se hiciese ningún
daño ni agravio a los que dentro estaban. Mandó Perálvarez que se reuniese el
Cabildo, y, juntos en él los regidores e alcaldes, fue recibido por ellos como
Capitán General en nombre de Su Majestad, lo cual se hizo contra la voluntad de
los del Cabildo, porque ellos querían a Gabriel de Rojas, mas Perálvarez tenía
cercado el Ayuntamiento, e, al fin, lo recibieron. Y luego, con sonido de
trompetas, fue pregonado un auto que se hizo en el Cabildo del recibimiento. La
mayoría de los vecinos de la ciudad aprobaron el cargo de Perálvarez, porque él
daba de sí grande esperanza, e a grandes voces se gritaban por la ciudad vivas
al Rey”.
Perálvarez no se olvidó de los más de sesenta almagristas huidos del
Cuzco: “Le mandó al capitán Castro que fuese con algunos a prenderlos.
Partieron con él Juan Alonso Palomino, Lope Martín, Hernando Bachicao, Tomás
Vázquez, Cerdán e otros cuatro. Los alcanzaron y, por ser muchos más que ellos,
les hicieron resistencia, e fueron presos más de cuarenta, escapándose los
demás. Al saber Perálvarez lo que había pasado, envió recado para que los
soltasen, y fuesen donde quisiesen”.
(Imagen) Tras la imagen del padre, la imagen del hijo: MARTÍN DE
ALMENDRAS HOLGUÍN. Los Almendras fueron otra familia que se entregó al
mestizaje, algo muy frecuente entre aquellos conquistadores, como fue el caso
de Pizarro y de Almagro. La madre de Martín era hija de Perálvarez Holguín y de
una princesa inca. Un caso especial fue el de su tío abuelo Francisco de
Almendras, pues tuvo ocho hijos mestizos, dándose la casualidad de que una de
sus nietas, la también mestiza Inés de Villalva y Almendras, se casó con
Martín. Ya vimos que a su padre lo mataron los indios en 1565, teniendo él ocho
años y cuatro hermanos más pequeños. Todos quedaron bajo la tutela de su madre,
casada poco después con Íñigo de Villafañe, que fue el encargado de administrar
las ricas encomiendas de indios heredadas. Poco se sabe de la vida de Martín de
Almendras Holguín durante sus años de juventud. Pero, ya adulto, dejó profunda
huella en aquellas tierras, aunque no como militar. Lo suyo fueron los negocios
y los cargos políticos. Mucho hubo de valer, puesto que, entre otros
nombramientos, tuvo los de Corregidor de Potosí (representante del gobernador),
Alcalde de la ciudad de la Plata y Gobernador de Santa Cruz de la Sierra
(actualmente en territorio boliviano), de donde se retiró a La Plata y murió poco
después, en 1618, a la edad de 61 años. En la imagen vemos un escrito de los
oidores de la Audiencia de Charcas dirigido al Rey (año 1601) en el que,
basándose en sus méritos, los de su padre, el General Martín de Almendras, y
los de su abuelo materno, el General Pedro Álvarez Holguín, informan
favorablemente que se le aumente a Martín de Almendras Holguín una renta que ya
disfruta, y que la pueda luego transmitir a sus herederos.
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