(483) Antes de seguir la
narración, Cieza se desahoga, y no podemos menos que escucharle y comprenderle
(y hasta darle ánimos si estuviera aquí presente): “Me esfuerzo en gran manera
en comprender los acontecimientos que pasaron en ese tiempo, porque era
necesario narrar al mismo tiempo lo que pasaba en Lima y lo que hacía Vaca de Castro.
Dios es testigo de mis grandes vigilias e poco reposo que he tenido (robando tiempo al sueño), de lo cual no
quiero otro premio sino que el lector me trate como amigo (si él nos viera ahora, cinco siglos después…), mirando los muchos
caminos que yo he hecho por investigar las cosas notables de estas partes. Y,
como es tan grande esta escritura, hállome ya tan cansado, que deseo en gran manera
acabar esta peregrinación”. Honor, pues, y gloria a Cieza.
Luego el cronista nos recuerda que andaba Perálvarez Holguín por la zona
de los Chunchos enviado en campaña por Pizarro. Ya comentamos que Holguín le
sacaba de quicio a Vaca de Castro, y es de suponer que nos lo diga también
Cieza más tarde. Pero ahora hace mención de que, según un rumor (al que no le
daba credibilidad), había dado muestras de traición “hablando a los de Chile
para que matasen al Marqués e vengasen la muerte de Almagro”.
Gómez de Tordoya y los que con él iban buscaban la manera de organizarse
contra los rebeldes. Sabían por dónde andaba Perálvarez Holguín y quisieron
conseguir su ayuda: “Determinaron hacer una cosa muy acertada, que fue
escribirle que habían matado al Marqués y que los matadores se había apoderado
del reino, y le pedían que viniese con su gente, y ellos le recibirían como
Capitán General, de manera que, alzando bandera de lealtad al Rey, evitasen que
los de Chile hicieran daños, y se irían a juntar con el licenciado Vaca de
Castro, que venía como Juez de Residencia”.
El encargado de llevar la carta fue Martín de Almendras, que acababa de
llegar de la ciudad de la Plata (la actual Sucre boliviana). Le llevaron los
indios en andas utilizando el sistema de postas tradicional de los incas,
recorriendo cada día (noche incluida) treinta y siete leguas (unos 185 km): “Cuando
llegó a su destino, al capitán Perálvarez Holguín le pesaron las malas
noticias, mas alegrose en gran manera con el cargo que le ofrecían, y decía que
había de vengar la muerte del Marqués o perder la vida en el intento. Gómez de
Tordoya venía hacia aquella parte, y se habían juntado con él veinticinco
españoles. Adelantándose Perálvarez con los de a caballo, se fue a juntar con
Gómez de Tordoya y sus hombres, e mostraron mucho placer los unos con los
otros”. Aunque Pedro de Portocarrero y Pedro de los Ríos, escapados del Cuzco,
habían pensado dirigirse a la Villa de la Plata, cambiaron de idea al saber que
estaba formado un grupo en torno a Perálvarez, y decidieron unirse a ellos: “Ya
juntos todos, determinaron volver a la ciudad del Cuzco para hacer que en ella
fuese recibido Perálvarez como Capitán General en nombre de Su Majestad, y
castigar la tiranía de los de Chile e la usurpación que hacían del reino”.
(Imagen) MARTÍN DE ALMENDRAS ULLOA vino al mundo hacia el año 1520 en
Plasencia (Cáceres). Llegó a Perú el año 1535, reclutado en España por Hernando
Pizarro y acompañado de un hermano mayor, Diego de Almendras. Tenían en Perú a
un tío suyo, el capitán Francisco de Almendras. Los tres fueron leales
partidarios de los pizarristas en las guerras civiles. Nos cuenta Cieza que
Martín, sin duda por ser joven, atlético y de toda confianza, fue encargado de
llevarle un mensaje al capitán Perálvarez Holguín para que, por haber sido
asesinado Pizarro, aceptara el cargo de
Captián General contra los almagristas. Cumplió su misión, pero no pudo
imaginar que a Holguín solo le quedaba un año de vida, ni que una hija suya,
entonces una niña, se convertiría en su
esposa unos diez años después. Era una mestiza llamada Constanza Holguín de
Orellana, cuya madre, de nombre Beatriz Tupac Yupanqui, pertenecía a la nobleza
inca. Francisco, el tío de Martín, de brillante carrera militar y con el título
de Gobernador de las Charcas, unió sus tropas a las del rebelde Gonzalo
Pizarro, y el capitán Diego Centeno acabó con su vida en 1545, dejando
huérfanos a diez hijos mestizos. Por participar en la batalla en la que mataron
al virrey Blasco Núñez Vela, su mujer, Brionda de Acuña, incluyó a los dos
hermanos, Diego y Martín, en una larga lista de demandados. Lo curioso es que
siguieron viviendo muchos años, y sin problemas legales. Y hasta con honores.
Así, por ejemplo, MARTÍN DE ALMENDRAS ULLOA fue nombrado el año 1565 Gobernador
de Tucumán. Lo malo fue que resultó un regalo envenenado: cuando iba de camino
para tomar posesión de su cargo, lo atacaron y mataron los indígenas. El mayor
de sus hijos, MARTÍN DE ALMENDRAS HOLGUÍN, tuvo una biografía excepcional. Pero
esa es otra historia.
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