viernes, 26 de julio de 2019

(Día 893) Gómez de Tordoya y otros pizarristas convencen a Perálvarez Holguín para que sea su capitán contra los almagristas. Lo acepta, y deciden todos ir a recuperar el Cuzco.


     (483) Antes de seguir la narración, Cieza se desahoga, y no podemos menos que escucharle y comprenderle (y hasta darle ánimos si estuviera aquí presente): “Me esfuerzo en gran manera en comprender los acontecimientos que pasaron en ese tiempo, porque era necesario narrar al mismo tiempo lo que pasaba en Lima y lo que hacía Vaca de Castro. Dios es testigo de mis grandes vigilias e poco reposo que he tenido (robando tiempo al sueño), de lo cual no quiero otro premio sino que el lector me trate como amigo (si él nos viera ahora, cinco siglos después…), mirando los muchos caminos que yo he hecho por investigar las cosas notables de estas partes. Y, como es tan grande esta escritura, hállome ya tan cansado, que deseo en gran manera acabar esta peregrinación”. Honor, pues, y gloria a Cieza.
    Luego el cronista nos recuerda que andaba Perálvarez Holguín por la zona de los Chunchos enviado en campaña por Pizarro. Ya comentamos que Holguín le sacaba de quicio a Vaca de Castro, y es de suponer que nos lo diga también Cieza más tarde. Pero ahora hace mención de que, según un rumor (al que no le daba credibilidad), había dado muestras de traición “hablando a los de Chile para que matasen al Marqués e vengasen la muerte de Almagro”.
     Gómez de Tordoya y los que con él iban buscaban la manera de organizarse contra los rebeldes. Sabían por dónde andaba Perálvarez Holguín y quisieron conseguir su ayuda: “Determinaron hacer una cosa muy acertada, que fue escribirle que habían matado al Marqués y que los matadores se había apoderado del reino, y le pedían que viniese con su gente, y ellos le recibirían como Capitán General, de manera que, alzando bandera de lealtad al Rey, evitasen que los de Chile hicieran daños, y se irían a juntar con el licenciado Vaca de Castro, que venía como Juez de Residencia”.
     El encargado de llevar la carta fue Martín de Almendras, que acababa de llegar de la ciudad de la Plata (la actual Sucre boliviana). Le llevaron los indios en andas utilizando el sistema de postas tradicional de los incas, recorriendo cada día (noche incluida) treinta y siete leguas (unos 185 km): “Cuando llegó a su destino, al capitán Perálvarez Holguín le pesaron las malas noticias, mas alegrose en gran manera con el cargo que le ofrecían, y decía que había de vengar la muerte del Marqués o perder la vida en el intento. Gómez de Tordoya venía hacia aquella parte, y se habían juntado con él veinticinco españoles. Adelantándose Perálvarez con los de a caballo, se fue a juntar con Gómez de Tordoya y sus hombres, e mostraron mucho placer los unos con los otros”. Aunque Pedro de Portocarrero y Pedro de los Ríos, escapados del Cuzco, habían pensado dirigirse a la Villa de la Plata, cambiaron de idea al saber que estaba formado un grupo en torno a Perálvarez, y decidieron unirse a ellos: “Ya juntos todos, determinaron volver a la ciudad del Cuzco para hacer que en ella fuese recibido Perálvarez como Capitán General en nombre de Su Majestad, y castigar la tiranía de los de Chile e la usurpación que hacían del reino”.

     (Imagen) MARTÍN DE ALMENDRAS ULLOA vino al mundo hacia el año 1520 en Plasencia (Cáceres). Llegó a Perú el año 1535, reclutado en España por Hernando Pizarro y acompañado de un hermano mayor, Diego de Almendras. Tenían en Perú a un tío suyo, el capitán Francisco de Almendras. Los tres fueron leales partidarios de los pizarristas en las guerras civiles. Nos cuenta Cieza que Martín, sin duda por ser joven, atlético y de toda confianza, fue encargado de llevarle un mensaje al capitán Perálvarez Holguín para que, por haber sido asesinado Pizarro,  aceptara el cargo de Captián General contra los almagristas. Cumplió su misión, pero no pudo imaginar que a Holguín solo le quedaba un año de vida, ni que una hija suya, entonces una niña,  se convertiría en su esposa unos diez años después. Era una mestiza llamada Constanza Holguín de Orellana, cuya madre, de nombre Beatriz Tupac Yupanqui, pertenecía a la nobleza inca. Francisco, el tío de Martín, de brillante carrera militar y con el título de Gobernador de las Charcas, unió sus tropas a las del rebelde Gonzalo Pizarro, y el capitán Diego Centeno acabó con su vida en 1545, dejando huérfanos a diez hijos mestizos. Por participar en la batalla en la que mataron al virrey Blasco Núñez Vela, su mujer, Brionda de Acuña, incluyó a los dos hermanos, Diego y Martín, en una larga lista de demandados. Lo curioso es que siguieron viviendo muchos años, y sin problemas legales. Y hasta con honores. Así, por ejemplo, MARTÍN DE ALMENDRAS ULLOA fue nombrado el año 1565 Gobernador de Tucumán. Lo malo fue que resultó un regalo envenenado: cuando iba de camino para tomar posesión de su cargo, lo atacaron y mataron los indígenas. El mayor de sus hijos, MARTÍN DE ALMENDRAS HOLGUÍN, tuvo una biografía excepcional. Pero esa es otra historia.



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