martes, 2 de julio de 2019

(Día 872) Antonio Picado se reía con prepotencia de la desgracia de los almagristas. Grandes apuros de Vaca de Castro en su viaje marítimo hasta que recibió la ayuda de un hijo de Pascual de Andagoya.


     (462) Recordemos que Antonio Picado se convirtió en secretario de Pizarrro y tenía una gran influencia sobre él. Morirán juntos, pero ahora vamos a ver que la soberbia de Picado fue azuzando el odio de los almagristas: “No fue hombre prudente, pues, ya que el Marqués se dejaba guiar por sus consejos, en lugar de encaminarlos a desagraviar y allegar amigos, hacíalo al revés, y decía muchas palabras feas contra los almagristas, e incluso tuvo que ver con que al mozo Don Diego se le quitase la encomienda e se diese a Francisco Martín”. Por lo que cuenta, hasta se mofaba de ellos. Se vistió un día con ropas bordadas, luciendo ostentosamente piezas de oro: “Fue a la posada de Don Diego, e, arremetiendo al caballo, haciendo grandes meneos con su persona, hacía como que les quería arrojar las piezas. Los almagristas se entristecían de ver aquello, quejándose de que Picado quería así triunfar de ellos. Desde entonces crecieron las sospechas de los almagistas de que el Marqués quisiera matarlos o desterrarlos, e, para defenderse, buscaban armas. Aunque Pizarro fue avisado, y sus amigos le aconsejaron que llevara consigo gente que guardara su persona para que no le diesen muerte repentina, no quiso tomar su consejo, y salía cada día de casa solo, yendo a un molino en el que los almagristas, si quisieran, le podrían haber matado fácilmente”.
     Para quienes se aventuraban a ir a las Indias, no solo los indios o las enfermedades eran muy peligrosos, sino también los viajes, especialmente los marítimos. Y eso es lo que les ocurrió a Vaca de Castro y a sus acompañantes. En su viaje por la costa, llegaron a la isla Gorgona (donde, tiempo atrás, resistieron con Pizarro heroicamente los Trece de la Fama).  Les pilló un temporal, se les rompieron las amarras, y tuvieron grandes dificultades para recoger a los hombres que habían bajado a la isla en busca de agua. La fuerza del viento hizo que el barco de Vaca de Castro perdiera de vista a las otras naos que le acompañaban. Decidió dirigirse al puerto de Buenaventura (actual Colombia) para reparar su nave. Llegaron en su navegar a la isla de las Palmas, que, por lo que cuenta Cieza (había estado en cierta ocasión), tenía un entrada desde el mar muy difícil de encontrar: “Decidieron ir hacia una ensenada, e por allí anduvieron ocho días sin encontrar ninguna señal de puerto. Hubo una muy gran tormenta y pensaron todos perecer. Cuando padecían ya mucha necesidad de comida, vieron venir un navío que había salido del puerto de Buenaventura, en el que iba Juan de Andagoya, hijo del Adelantado Pascual de Andagoya”.
     Aquel encuentro solucionó el problema de los alimentos y fue, sobre todo, extraordinariamente afortunado para Juan de Andagoya. Recordemos que Belalcázar había apresado a su padre por haberse introducido en sus dominios. Juan se dirigía a Panamá para que los de la Audiencia ordenaran su liberación, y, de repente, se encontró con que ya no necesitaba hacer el viaje, puesto que Vaca de Castro  ostentaba el título de Gobernador de Panamá.

     (Imagen) Ahora que Cieza habla de ANTONIO PICADO, el poderoso Secretario de Pizarro, es buen momento para rectificar una mala interpretación que hice en dos imágenes anteriores. Le adjudiqué como esposa a ELENA MARTÍNEZ, quien, en realidad, era su madre. Lo explico. Cieza menciona varias veces el aparatoso romance de Picado con ANA SUÁREZ. Nacida en Coria (Cáceres), se estableció en Lima el año 1539, y, en cuanto quedó viuda, se emparejó con Picado. Los indiscretos amores de la pareja fueron comentario habitual en Lima. Picado, que ya resultaba irritante como prepotente secretario de Pizaro,  se les hizo odioso a los humillados y empobrecidos almagristas presumiendo de su buena vida y de haber conquistado a la deseada Ana Suárez. Veremos pronto que lo mataron sin piedad poco después del asesinato de Pizarro, pero, antes de morir, en un gesto muy romántico, Picado y Ana se casaron. Ella era (además de guapa) inteligente, astuta y ambiciosa, por lo que supo llevar siempre una vida en la cumbre y sorteando abismos. Heredó la inmensa fortuna de Picado, coqueteó con los almagristas, a los que abandonó para casarse con Sánchez de Merlo, Secretario de VACA DE CASTRO, volvió a la amistad almagrista, luego a la de los seguidores de Gonzalo Pizarro, y, en un último bandazo, se hizo amiga de Pedro de Hinojosa, jefe del ejército del gran Pedro de la Gasca. Murió en 1559 rica y respetada. Pero hubo alguien que se quedó sin la herencia de Antonio Picado. Un documento del año 1543 aclara que la reclamaba (inútilmente) su madre, ELENA MARTÍNEZ, así como la de otro hijo que se llamaba Francisco Picado, muerto a manos de los indios.



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