(465) Disuelta la reunión de los conspiradores, se produjo un incidente
típico de aquellos hombres tan implacables en la batalla, como profundamente
religiosos: “Uno de ellos, llamado Francisco de Herencia, lo contó en confesión
a un clérigo que tiene por nombre Henao, el cual, viendo el gran mal que
vendría al reino y a los indios si el Marqués muriese de aquella manera, e que
las guerras civiles, que se habían enfriado, se levantarían con mayor incendio,
determinó avisarle al Marqués. Ya antes de recibir este aviso, Pizarro, que
había ido con Antonio Picado, su secretario, a la posada del doctor Juan
Blázquez, su Teniente, le dijo que mirase que parecía que los de Chile andaban
levantados, e que hasta platicaban de quererlo matar, que remediase con tiempo
aquellos dichos y que evitase las ocasiones haciendo justicia. El Doctor le
respondió que, mientras estuviese en sus manos la vara de justicia, durmiese
descuidadamente”.
Pizarro, pues, tomaba sus precauciones, pero de manera muy superficial.
Tampoco se alteró demasiado cuando tuvo más motivos de alarma: “Estando Pizarro
en la casa de su hermano Francisco Martín de Alcántara, llegó Antonio Picado, con el color demudado,
acompañado del clérigo Henao, que le venía a avisar de que los de Chile le
querían matar. Oído lo que le quería decir, el Marqués le respondió que todo
aquello eran dichos de indios. Luego se volvió a la mesa pensativo, y no comió
más, e, sin pasar muho tiempo, se fue a su casa. Antonio Picado se fue a la
suya a danzar con una amiga que tenía (Ana
Suárez); cosa mal hecha, porque, si él hubiese dado aviso de lo que había
pasado, y de la sospecha que se tenía, a los amigos del Marqués, pudiera ser
que se evitara por entonces su muerte, aunque, si vino, como es de creer, por
juicio divino, no eran suficientes las fuerzas humanas para estorbarlo”.
El temor se iba extendiendo entre los amigos de Pizarro: “El Marqués se
acostó en su lecho. Aquella noche el licenciado Carvajal supo de las tramas en
que andaban los de Chile, llamó a Juan de Rada y le dijo que no hiciese cosa
por la que les viniese más daño. A lo cual le respondió, simuladamente, que no
tenía ninguna intención que fuese en perjuicio del Marqués, porque ellos
aguardaban a Vaca de Castro, y creían que haría justicia. El Licenciado avisó
al Marqués para que anduviese acompañado y tuviese de los de Chile el recelo
que era justo tener”.
Los almagristas estaban preocupados por saber que a Pizarro le habían llegado advertencias sobre sus
planes secretos, y no cesaban de dar opiniones: “Unas veces hablaban de salir a
matar al Marqués, otras, de irse a los pueblos de los indios para aguardar a
Vaca de Castro, y otras consideraban que el Marqués los tenía por sospechosos,
y, con algunas justificaciones que él buscaría, les daría a todos muertes
crueles. Juan de Rada les dijo que trajesen armas y que el tiempo les diría lo
que habían de hacer. Estando el Marqués en su casa, llegó un paje suyo e le
dijo: ‘Señor, por toda la ciudad se dice que los de Chile os han de matar
mañana’. Y el Marqués, con gran enojo, le dijo que se fuese”.
(Imagen) El doctor (se supone que en Leyes) JUAN BLÁZQUEZ llegó hacia
1535 a Perú y se ganó pronto la confianza de Pizarro, quien, quizá por ser
analfabeto, sobrevaloraba a la gente culta. Le había dado el cargo de máxima
autoridad en Lima. Veremos que, el día que fue asesinado, la mayoría de los que
estaban con él escaparon como pudieron, superando el miedo al honor. Uno de
ellos fue Juan Blázquez. Estaba casado (en segundas nupcias) con María de
Valverde, hermana del (mucha veces mencionado) obispo fray Francisco de
Valverde. Muerto Pizarro, los almagristas apresaron a los dos cuñados. Tuvieron
la habilidad de huir en un barco, pero para su desgracia, porque (como ya conté) Juan y el obispo Valverde fueron
asesinados (y comidos) por los indios en la isla Puná. La mujer y los pequeños
hijos de Juan fueron respetados por los almagristas, quizá ya calmados tras
haber permanecido la familia oculta durante un tiempo. Juan Blázquez tuvo, con
idéntico nombre, un hijo, un nieto y un biznieto. Este último (a veces tenido
por nieto suyo equivocadamente) fue una lumbrera como doctor en Leyes (uno de
los buenos productos que dio la Universidad de Lima), y ocupó cargos muy
importantes, llegando a ser Gobernador de Paraguay. La imagen muestra parte de
un expediente (año 1645) en el que solicitaba mercedes basándose en sus méritos
y en los de sus antepasados. Entre otras cosas, comenta que su abuelo Juan
Blázquez (el niño salvado) fue luego un gan capitán que siempre sirvió lealmente
a la Corona durante las guerras civiles. Los estudios universitarios del
ilustre biznieto del compañero de Pizarro, pueden servir como ejemplo de que
los españoles destruían para construir, dejando en las Indias, aunque solo
fuera de pura carambola, un importantísimo legado cultural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario