(467) De hecho, ya se estaba preparando el ataque: “Juan de Rada tomó
sus armas, y se juntaron con él Martín de Bilbao, Baltasar Gómez, Diego de
Hoces, Juan de Guzmán, San Millán, Juan Sajo, natural de Navarra, Narváez,
Francisco Núñez (de Pedroso), de
Granada, Juan Rodríguez Barragán, natural de Los Santos, Porras, de Ciudad
Rodrigo, Pedro Cabezas, Velázquez, Comendador de San Juan, Bartolomé de Enciso,
Arbolancha, Jerónimo de Almagro, Enrique Losa, y Pineda, paje de Almagro.
Juntos estos, y con ánimo de varones esforzados, determinaron perder la vidas o
matar al Marqués, pues creían que aquel mismo día pensaba él hacer justicia de
ellos”.
Y sigue contando Cieza: “Dieron parte a Pedro Picón, natural de Mérida,
a Marchena e a Francisco de Chaves (ya
dije, y lo veremos, que otro Francisco de Chaves murió junto a Pizarro),
capitán que fue del viejo Almagro, para que salieran a la plaza con el fin de
tenerla segura. También supieron de la conjuración García de Alvarado, y Sosa
el galán (el guapo), Martín Carrillo,
Peces, Martel, natural de Sevilla, Francisco Coronado, de Badajoz, Juan
Asturiano, Pedro Navarro, Diego Becerra y Juan Diente, los cuales también se
prepararon para ayudar a los que habían de salir a hacer lo que decimos”.
Se fueron todos a la casa de D. Diego de Almagro el Mozo, y, “sin
mandárselo él ni tampoco estorbarlo”, Juan de Rada los arengó: “Les dijo:
‘Mirad que, si nos mostramos con ánimo e nos damos maña para matar al Marqués,
vengaremos la muerte del Adelantado Almagro, y tendremos el premio que merecen
los servicios que le hemos hecho al Rey en esta tierra, y, si no logramos
nuestra intención, nuestras cabezas serán puestas en el rollo que está en la
plaza; que cada uno mire lo que le va en este negocio’. Todos le respondieron
conforme a lo que deseaba, e así salieron armados, y, a grandes voces, iban
diciendo: ‘¡Viva el Rey, y mueran los tiranos!’. Prosiguieron su camino hacia
las casas del Marqués siendo solo diecinueve, y fueron hacia la plaza, donde,
anque había más de mil hombres e oían la llamada, por algún secreto de Dios,
nadie se opuso. Y así llegaron a las casas del Marqués, las cuales son fuertes
(habla en presente porque seguían en pie).
Para ir adonde él estaba, hay que pasar dos patios, y unas puertas tan fuertes,
que, si un hombre cerrara el cerrojo, no podrían doscientos abrirlas”.
Añade Cieza que, además, los que estaban con Pizarro se podrían haber
refugiado, de ser necesario, tras otra puerta infranqueable, “pero no se prestó
atención a nada de esto”. Así como nos ha citado Cieza a los que acompañaban a
Juan de Rada, ahora nos muestra a las personas que estaban con Pizarro. Estará
bien copiar estos datos porque todos los que nombra, ya sean conocidos por
nosotros o no, tuvieron vidas muy intensas, y merecerá la pena indagar en sus biografías.
(Imagen) Cieza nos hará saber que PEDRO LÓPEZ DE CAZALLA se encontraba
entre los que acompañaban a Pizarro cuando entraron los almagristas para
asesinarle. Indica también que fue de los que no huyeron. Pero está claro que
no peleó con los asaltantes, porque resultó ileso. Y hay una cosa que no
comenta Cieza: era primo carnal suyo (los dos, de Llerena). Parece ser que en
la familia abundaban los hombres de letras, aunque Cieza también participó en
batallas. Pedro ejerció como secretario de Pizarro y escribano público. Quizá
no reaccionara con violencia contra los que le asesinaron por no ser hombre de
armas, pero bastante hizo con permanecer allí aguantando el tipo. Tuvo un
hermano llamado Sebastián, del que solo consta que fue enterrado junto a él. Un
tercer hermano, llamado Rodrigo de León, también vivió la aventura de las
Indias. Rodrigo mostró el afecto fraternal de los tres hermanos al pedir, unos
días antes de fallecer (en 1580), que pusieran sus restos en el sepulcro donde
yacían Pedro y Sebastián. Hubo un cuarto hermano por aquellas tierras, llamado
Alonso de Cazalla de León, y se sabe porque Cieza, con quien coincidió en
Panamá, mandó en su testamento que le abonaran una deuda que tenía pendiente
con él. Muerto Pizarro, le nombró Vaca de Castro a Pedro López de Cazalla
secretario suyo, y después lo fue del Virrey Blasco Núñez Vela. Falleció en
1570, y muchos años después, en 1593, un tal Alonso de León, basándose en la
fidelidad de sus tío Pedro López de Cazalla y Rodrigo de León a la Corona, le
solicitó al Rey algunas mercedes “porque murieron sin ser debidamente
gratificados por sus servicios”. Hay constancia, sin embago, de que Pedro y
Rodrigo lograron en vida una gran fortuna.
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