(435) Los indios tenían grandes hoyos llenos de estacas y tapados con
hierba. Solo consiguieron que muriera en aquella trampa un caballo, mientras
que “calleron dentro más de cincuenta indios, y escarmentaron para no hacer
otro engaño como aquel”. Ruy Venegas consigió después que “los caciques nos
vinieran de paz, y la han sustentado hasta ahora”. Cumplido el encargo, se volvieron
a Anserma.
Robredo dejó a Ruy Venegas al mando de la población de Anserma, y se
preparó para conquistar al otro lado del río Magdalena: “Partió por principio
del año 1540, llevando por Alférez a Suer de Nava, natural de Toro. Iríamos
poco más de cien españoles; por Maese de Campo iba el Comendador Hernán
Rodríguez de Sosa (era portugués; con el
tiempo, a él y a Jorge Robledo les cortará la cabeza Belalcázar). Tuvieron
que atravesar el Magdalena por una zona de rápidos de agua, preparando para
ello balsas con troncos, al estilo indio. Debió de ser muy peligroso, porque
Cieza lo considera una proeza. Le sale el entusiasmo patrótico (sin aludir a su
propia persona, aunque allí estaba), y se merece que recojamos sus palabras: “Y
así, con harto riesgo e trabajo, pasaron los españoles aquel río tan grande.
Ciertamente, yo creyera que los romanos, en el tiempo en que dominaban el
mundo, si intentaran la conquista de estas tierras (se refiere a todas las Indias), no fueran capaces de hacer lo que
los poquitos españoles han hecho. Y los trabajos y hambres que ellos han
pasado, no hubiera nación en el mundo que los pudiera tolerar. Y por eso son
dignos de que sea contada su nación por la más excelente del mundo, y la que en
todo él es más capaz”.
Llegaron a la zona de Carrapa, y los indios los recibieron bien, pero
fue por puro temor. Cieza hace mención de
lo que pocas veces se comenta, el miedo que tenían a los perros: “Como
en aquellas comarcas se hubiese ya hablado del valor de los españoles y de su
mucho esfuerzo, y de la fortaleza de sus caballos, por no verse heridos con sus
espadas y despedazados con los perros, decidieron acogerlos y proveerles de
bastimento. Los caciques vinieron a ver al Capitán Robledo, y le dieron muchas
joyas de oro”. Les informaron también de otras tierras muy ricas, con pueblos
de indios enemistados: “En aquel tiempo los de Carrapa eran enemigos de los de
Picara. El Capitán les pidió guías para pasar adelante, y asimismo que fuesen
con los españoles algunos caciques con el número de gente que ellos quisiesen
para hacer la guerra a los que no fueran sus amigos. Los de Carrapa se
alegraron, dieron seiscientos indios para llevar cargas en sus hombros, y
cuatro mil con sus armas para que ayudasen en la guerra. Llegamos a la
provincia de Picara, y, al saber que íbamos, se prepararon para aguardarnos de
guerra. Después de haber hecho gran ruido y estruendo, dejaron las armas en el
suelo, comenzaron a huir, y los de Carrapa los siguieron, matando a muchos por
las quebradas, y a otros trajeron cautivos, y a los unos e a los otros los
comieron, sin dar la vida a ninguno. Tanta es la crueldad e bestialidad de
aquellas gentes”. Qué situaciones. No era el mejor ambiente para dormir
tranquilo.
(Imagen) El Maestre de Campo de la tropa de Jorge Robledo era el
portugués HERNÁN RODRÍGUEZ DE SOSA. Tenía también el título de Comendador de
alguna orden militar, quizá la de Santiago, lo que le daba un puesto prominente
dentro de la misma. Ya nos anunció Cieza que, pocos años más tarde de lo que
ahora cuenta, tanto Rodríguez de Sosa como Jorge Robledo y sus capitanes
Baltasar de Ledesma y Juan Márquez Sanabria, fueron ejecutados por Sebastián de
Belalcázar, y sus cuerpos comidos después por los indios caníbales, detalle que
el cronista interpretaba, duramente, como justicia divina por el maltrato que
habían dado a los nativos. Una nota existente en los registros del archivo
PARES es más piadosa: en 1549, el Rey ordena que, a petición de la viuda de Rodríguez
de Sosa, se permita a una persona ir adonde él murió, para que se traiga a
España la hija de ambos, llamada Isabel. Un croquis (el de la imagen) dibujado
por el historiador Luis Javier Caicedo, nos permite entender por qué ocurrió
esa tragedia, que Cieza nos explicará extensamente más adelante. (Para
orientarnos, indico que Bogotá se encuentra al Este de Anserma, a unos 400
kilómetros). Antes de que Jorge Robledo fundara Anserma, ya había recorrido él ese
territorio con Belalcázar, y bajo su mando (flecha amarilla). Luego pasó por
allí Juan de Vadillo, e incluso quien iba en su persecución, Juan Graciano
(flecha morada). Y fue entonces cuando Robledo estableció la población. Más
tarde el Gobernador de Cartagena de Indias, Pedro de Heredia, apresó a Robledo
y lo envió a España, donde consiguió la protección del Rey. Al volver a las
Indias con derechos de Mariscal sobre esas tierras, Belalcázar se enfrentó a él
y lo derrotó, alegando (tramposamente) que esos derechos no estaban
ratificados. Acto seguido, los ejecutó a él y a sus tres capitanes.
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