viernes, 31 de mayo de 2019

(Día 845) Robledo sigue de campaña, y Cieza, que iba en la tropa, se enorgullece de la heroicidad de los españoles. Los indios de Carrapa, enemigos de los de Picara, ayudan a los españoles a luchar contra ellos.


     (435) Los indios tenían grandes hoyos llenos de estacas y tapados con hierba. Solo consiguieron que muriera en aquella trampa un caballo, mientras que “calleron dentro más de cincuenta indios, y escarmentaron para no hacer otro engaño como aquel”. Ruy Venegas consigió después que “los caciques nos vinieran de paz, y la han sustentado hasta ahora”. Cumplido el encargo, se volvieron a Anserma.
     Robredo dejó a Ruy Venegas al mando de la población de Anserma, y se preparó para conquistar al otro lado del río Magdalena: “Partió por principio del año 1540, llevando por Alférez a Suer de Nava, natural de Toro. Iríamos poco más de cien españoles; por Maese de Campo iba el Comendador Hernán Rodríguez de Sosa (era portugués; con el tiempo, a él y a Jorge Robledo les cortará la cabeza Belalcázar). Tuvieron que atravesar el Magdalena por una zona de rápidos de agua, preparando para ello balsas con troncos, al estilo indio. Debió de ser muy peligroso, porque Cieza lo considera una proeza. Le sale el entusiasmo patrótico (sin aludir a su propia persona, aunque allí estaba), y se merece que recojamos sus palabras: “Y así, con harto riesgo e trabajo, pasaron los españoles aquel río tan grande. Ciertamente, yo creyera que los romanos, en el tiempo en que dominaban el mundo, si intentaran la conquista de estas tierras (se refiere a todas las Indias), no fueran capaces de hacer lo que los poquitos españoles han hecho. Y los trabajos y hambres que ellos han pasado, no hubiera nación en el mundo que los pudiera tolerar. Y por eso son dignos de que sea contada su nación por la más excelente del mundo, y la que en todo él es más capaz”.
    Llegaron a la zona de Carrapa, y los indios los recibieron bien, pero fue por puro temor. Cieza hace mención de  lo que pocas veces se comenta, el miedo que tenían a los perros: “Como en aquellas comarcas se hubiese ya hablado del valor de los españoles y de su mucho esfuerzo, y de la fortaleza de sus caballos, por no verse heridos con sus espadas y despedazados con los perros, decidieron acogerlos y proveerles de bastimento. Los caciques vinieron a ver al Capitán Robledo, y le dieron muchas joyas de oro”. Les informaron también de otras tierras muy ricas, con pueblos de indios enemistados: “En aquel tiempo los de Carrapa eran enemigos de los de Picara. El Capitán les pidió guías para pasar adelante, y asimismo que fuesen con los españoles algunos caciques con el número de gente que ellos quisiesen para hacer la guerra a los que no fueran sus amigos. Los de Carrapa se alegraron, dieron seiscientos indios para llevar cargas en sus hombros, y cuatro mil con sus armas para que ayudasen en la guerra. Llegamos a la provincia de Picara, y, al saber que íbamos, se prepararon para aguardarnos de guerra. Después de haber hecho gran ruido y estruendo, dejaron las armas en el suelo, comenzaron a huir, y los de Carrapa los siguieron, matando a muchos por las quebradas, y a otros trajeron cautivos, y a los unos e a los otros los comieron, sin dar la vida a ninguno. Tanta es la crueldad e bestialidad de aquellas gentes”. Qué situaciones. No era el mejor ambiente para dormir tranquilo.

     (Imagen) El Maestre de Campo de la tropa de Jorge Robledo era el portugués HERNÁN RODRÍGUEZ DE SOSA. Tenía también el título de Comendador de alguna orden militar, quizá la de Santiago, lo que le daba un puesto prominente dentro de la misma. Ya nos anunció Cieza que, pocos años más tarde de lo que ahora cuenta, tanto Rodríguez de Sosa como Jorge Robledo y sus capitanes Baltasar de Ledesma y Juan Márquez Sanabria, fueron ejecutados por Sebastián de Belalcázar, y sus cuerpos comidos después por los indios caníbales, detalle que el cronista interpretaba, duramente, como justicia divina por el maltrato que habían dado a los nativos. Una nota existente en los registros del archivo PARES es más piadosa: en 1549, el Rey ordena que, a petición de la viuda de Rodríguez de Sosa, se permita a una persona ir adonde él murió, para que se traiga a España la hija de ambos, llamada Isabel. Un croquis (el de la imagen) dibujado por el historiador Luis Javier Caicedo, nos permite entender por qué ocurrió esa tragedia, que Cieza nos explicará extensamente más adelante. (Para orientarnos, indico que Bogotá se encuentra al Este de Anserma, a unos 400 kilómetros). Antes de que Jorge Robledo fundara Anserma, ya había recorrido él ese territorio con Belalcázar, y bajo su mando (flecha amarilla). Luego pasó por allí Juan de Vadillo, e incluso quien iba en su persecución, Juan Graciano (flecha morada). Y fue entonces cuando Robledo estableció la población. Más tarde el Gobernador de Cartagena de Indias, Pedro de Heredia, apresó a Robledo y lo envió a España, donde consiguió la protección del Rey. Al volver a las Indias con derechos de Mariscal sobre esas tierras, Belalcázar se enfrentó a él y lo derrotó, alegando (tramposamente) que esos derechos no estaban ratificados. Acto seguido, los ejecutó a él y a sus tres capitanes.



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