viernes, 3 de mayo de 2019

(Día 821) Pedro de Heredia confió una misión al capitán Francisco César, quien volvió de ella entusiasmado por haber encontrado tumbas con tesoros. El juez Juan de Vadillo encarceló a Heredia, y, viéndose él mismo en apuros legales, se hizo cargo de ir en campaña adonde había estado César. Con Vadillo iba Cieza.


     (411) Oigamos sus palabras: “Aunque está fuera de los sucesos de Perú, diré lo que sucedió con la venida del licenciado Juan de Vadillo, pues  el discurso de la obra da lugar para ello, y lo pondré aquí porque me hallé en persona en aquel descubrimiento. Vine desde Cartagena (de Indias) con Vadillo. Ocurrió que, gobernando en la provincia de Cartagena, que está situada en el mar Océano (el Atántico), D. Pedro de Heredia, envió a descubrir a un capitán esforzado, diestro y muy valeroso, llamado Francisco César”. El gobernador Pedro de Heredia era muy emprendedor (fundó Cartagena de Indias) pero sospechoso de corrupción y de crueldad con los indios. Por su parte, Francisco César, probablemente portugués, ya había sido protagonista de viajes marítimos casi de leyenda, pero, ahora, él y sus hombres van a pasar mil calamidades a través de una durísima montaña, sin que faltaran batallas con los indios, a los que vencieron, con explicación de intervención divina incluida: “Hallaron allí el templo de un demonio, y sacaron de una sepultura treinta mil pesos de oro, teniendo noticia de haber en el valle muchos enterramientos como aquel que habían hallado. Viéndose Francisco César con tan pocos españoles (iban con él sesenta y tres), y que los caballos estaban sin herraje y en tal estado que no eran de ningún provecho, determinó volverse, y, queriéndolo Dios Nuestro Señor, el camino que habían traído en diez meses, lo anduvieron de vuelta en diecisiete días, y fueron a salir a la ciudad de San Sebastián, que está en el puerto de Urabá, desde donde llegó pronto la noticia a Cartagena. Cuando el licenciado Vadillo lo supo, recibió muy gran placer”.
     Es necesario aclarar ahora que el control de la Corona vigilaba estrechamente a las autoridades de las Indias. Siempre que un alto funcionario cesaba, era sometido al llamado ‘juicio de residencia’, útil herramienta para examinar la calidad de su mandato. En muchas ocasiones, se adelantaba ese juicio si se habían producido importantes quejas contra el titular del cargo. El licenciado Vadillo había llegado a la gobernación de Cartagena de Indias para ejercer esa inspección: “En este tiempo D. Pedro de Heredia estaba preso, y el licenciado Vadillo le había tomado juico de residencia más ásperamente de lo que requería un gobernador que tan bien había servido (se refiere principalmente a su eficacia como conquistador). Luego el licenciado Vadillo acordó mandar descubrir enteramente aquellas provincias. Pero, según tuvimos entonces noticias, un tal Francisco de Ávila, vecino de Santo Domingo, en la Isla Española, le escribió que supiese que Su Majestad había encargado al licenciado Santa Cruz que lo procesase a él, y, como Vadillo se tenía por culpable en lo de Heredia, determinó hacer en persona aquella jornada que había pensado dar a Francisco César”. No fue muy airosa la espantada del licenciado Vadillo, ni le haría mucha gracia a César que lo dejara con la miel en los labios. Por si fuera poco, se iban a meter en un territorio que ya estaba bajo la competencia de Pizarro, y hasta, de alguna manera, disputado por Belalcázar. Así que, de esta forma, Cieza se vio enrolado en una expedición problemática y encabezada por quien ejercía como gobernador en funciones de Cartagena de Indias.


     (Imagen) El Gobernador PEDRO DE HEREDIA fue un eficaz militar y fundador de varias poblaciones. Tuvo especial importancia la de Cartagena de Indias.  Pero siempre lo acompañó la fama de carente de escrúpulos. Sin embargo, Cieza lo valora positivamente, y parece ser que el tiempo le dio la razón. Heredia fue sometido, por orden del Rey, nada menos que a tres juicios de residencia (investigación). El primero fue el que llevó a cabo en 1536 el Licenciado Juan de Vadillo (que además era su amigo), con graves acusaciones, que, como hemos visto, a Cieza le parecieron excesivas, y, de hecho, el Consejo de Indias determinó su inocencia y le devolvió el cargo de gobernador que Vadillo le había suprimido. El segundo, en 1544, corrió a cargo de Miguel Díez de Armendáriz (tío del gran Pedro de Ursúa, a quien mató el trastornado Lope de Aguirre); condenó a Heredia, pero, nuevamente, el Consejo de Indias revocó la sentencia, pudiendo conservar su cargo de gobernador de Cartagena. El tercero lo presidió en 1554 Juan de Maldonado. Se repitieron las durísimas acusaciones, pero Maldonado pasó el expediente al Consejo de Indias para que sus jueces dictaminaran. Y allá que se fue Pedro de Heredia con la intención de defender su honor bravamente. Atravesó el océano, llegó a las costas españolas, y falleció sin alcanzar su destino. Pero venció después de muerto, porque el Consejo de Indias dictó sentencia absolviéndole de todos los cargos. En la imagen vemos una orden del Rey por la que se le había nombrado, en 1540, Adelantado y Capitán General de todo lo que descubriese en la zona de Cartagena de Indias.



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