(411) Oigamos sus palabras: “Aunque está
fuera de los sucesos de Perú, diré lo que sucedió con la venida del licenciado
Juan de Vadillo, pues el discurso de la
obra da lugar para ello, y lo pondré aquí porque me hallé en persona en aquel
descubrimiento. Vine desde Cartagena (de
Indias) con Vadillo. Ocurrió que, gobernando en la provincia de Cartagena,
que está situada en el mar Océano (el
Atántico), D. Pedro de Heredia, envió a descubrir a un capitán esforzado,
diestro y muy valeroso, llamado Francisco César”. El gobernador Pedro de
Heredia era muy emprendedor (fundó Cartagena de Indias) pero sospechoso de
corrupción y de crueldad con los indios. Por su parte, Francisco César,
probablemente portugués, ya había sido protagonista de viajes marítimos casi de
leyenda, pero, ahora, él y sus hombres van a pasar mil calamidades a través de
una durísima montaña, sin que faltaran batallas con los indios, a los que
vencieron, con explicación de intervención divina incluida: “Hallaron allí el
templo de un demonio, y sacaron de una sepultura treinta mil pesos de oro,
teniendo noticia de haber en el valle muchos enterramientos como aquel que
habían hallado. Viéndose Francisco César con tan pocos españoles (iban con él sesenta y tres), y que los
caballos estaban sin herraje y en tal estado que no eran de ningún provecho,
determinó volverse, y, queriéndolo Dios Nuestro Señor, el camino que habían
traído en diez meses, lo anduvieron de vuelta en diecisiete días, y fueron a
salir a la ciudad de San Sebastián, que está en el puerto de Urabá, desde donde
llegó pronto la noticia a Cartagena. Cuando el licenciado Vadillo lo supo,
recibió muy gran placer”.
Es necesario aclarar ahora que el control
de la Corona vigilaba estrechamente a las autoridades de las Indias. Siempre
que un alto funcionario cesaba, era sometido al llamado ‘juicio de residencia’,
útil herramienta para examinar la calidad de su mandato. En muchas ocasiones,
se adelantaba ese juicio si se habían producido importantes quejas contra el
titular del cargo. El licenciado Vadillo había llegado a la gobernación de
Cartagena de Indias para ejercer esa inspección: “En este tiempo D. Pedro de
Heredia estaba preso, y el licenciado Vadillo le había tomado juico de
residencia más ásperamente de lo que requería un gobernador que tan bien había
servido (se refiere principalmente a su
eficacia como conquistador). Luego el licenciado Vadillo acordó mandar
descubrir enteramente aquellas provincias. Pero, según tuvimos entonces
noticias, un tal Francisco de Ávila, vecino de Santo Domingo, en la Isla
Española, le escribió que supiese que Su Majestad había encargado al licenciado
Santa Cruz que lo procesase a él, y, como Vadillo se tenía por culpable en lo
de Heredia, determinó hacer en persona aquella jornada que había pensado dar a
Francisco César”. No fue muy airosa la espantada del licenciado Vadillo, ni le
haría mucha gracia a César que lo dejara con la miel en los labios. Por si
fuera poco, se iban a meter en un territorio que ya estaba bajo la competencia
de Pizarro, y hasta, de alguna manera, disputado por Belalcázar. Así que, de
esta forma, Cieza se vio enrolado en una expedición problemática y encabezada
por quien ejercía como gobernador en funciones de Cartagena de Indias.
(Imagen) El Gobernador PEDRO DE HEREDIA
fue un eficaz militar y fundador de varias poblaciones. Tuvo especial importancia
la de Cartagena de Indias. Pero siempre
lo acompañó la fama de carente de escrúpulos. Sin embargo, Cieza lo valora
positivamente, y parece ser que el tiempo le dio la razón. Heredia fue
sometido, por orden del Rey, nada menos que a tres juicios de residencia
(investigación). El primero fue el que llevó a cabo en 1536 el Licenciado Juan
de Vadillo (que además era su amigo), con graves acusaciones, que, como hemos
visto, a Cieza le parecieron excesivas, y, de hecho, el Consejo de Indias
determinó su inocencia y le devolvió el cargo de gobernador que Vadillo le había
suprimido. El segundo, en 1544, corrió a cargo de Miguel Díez de Armendáriz
(tío del gran Pedro de Ursúa, a quien mató el trastornado Lope de Aguirre);
condenó a Heredia, pero, nuevamente, el Consejo de Indias revocó la sentencia,
pudiendo conservar su cargo de gobernador de Cartagena. El tercero lo presidió
en 1554 Juan de Maldonado. Se repitieron las durísimas acusaciones, pero
Maldonado pasó el expediente al Consejo de Indias para que sus jueces
dictaminaran. Y allá que se fue Pedro de Heredia con la intención de defender
su honor bravamente. Atravesó el océano, llegó a las costas españolas, y
falleció sin alcanzar su destino. Pero venció después de muerto, porque el
Consejo de Indias dictó sentencia absolviéndole de todos los cargos. En la
imagen vemos una orden del Rey por la que se le había nombrado, en 1540,
Adelantado y Capitán General de todo lo que descubriese en la zona de Cartagena
de Indias.
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