sábado, 18 de mayo de 2019

(Día 834) Los hombres de Manco Inca mataron a 24 soldados, y él castigó duramente a los indios que ayudaban a los españoles. Illán Suárez de Carvajal lamentó que ocurriera por una imprudencia y que solo se salvaran seis.


     (424)    Parece ser que, lo de montar a caballo, solo estaba a disposición de los indios importantes: “Manco Inca mandó a tres principales de su linaje que cabalgasen en los otros tres caballos que tenían y que se preparasen para ir contra los españoles. El capitán Villadiego mandó parar a sus hombres, y solo se adelantaron seis mancebos diligentes de los que más descansados se hallaban. Oyeron el ruido de los indios de Manco Inca que venían contra ellos, y se volvieron para avisar  a sus compañeros. Al saber Villadiego que los indios estaban tan cerca, sacó rápidamente con el pedernal lumbre bastante para encender las mechas, e dijo a los españoles que no los temiesen, mas estaban tan cansados, que no les pareció que pudieran defenderse, aunque no dejó de haber en ellos algún  valor del que suelen mostrar los españoles, porque enseguida tomaron las armas. Manco Inca echó un ala de sus indios para cercar a los cristianos, e comenzaron a arrojar muchas flechas. Villadiego, con una pelota de arcabuz mató a un indio, e, aunque los cristianos, con los otros arcabuces e con ballestas, mataron algunos más, no pudieron hacerlos huir, sino que, encarnizados en ellos, arremetieron súbitamente contra Villadiego, e le quebraron el brazo con un bastón”.
     El desastre fue inevitable: “Anduvieron peleando unos con otros dos horas, e, por estar los cristianos tan cansados, muy cruelmente fueron matados veinticuatro por los indios, y, entre ellos, Villadiego, después de haberlo hecho bien, porque, antes de que le quebraran el brazo, mató a tres indios, y luego nunca le vieron tener ninguna flaqueza hasta que, de los muchos golpes y heridas que le dieron, cayó muerto en tierra. Solamente escaparon seis cristianos, los cuales, por ser ligeros, llegaron hasta donde estaba el factor Illán Suárez de Carvajal. Y, aunque su diligencia fue mucha, no bastara si no fuera por los indios amigos, que encima de sus hombros y en hamacas los llevaron hasta el campamento”.
     La represión de Manco Inca con los colaboradores nativos fue muy dura, y no respetó los cadáveres de los españoles: “Mandó que se cortara a muchos de los indios amigos las manos, y a otros las narices, y que les sacaran los ojos a otros. Envió también algunas cabezas de los cristianos al valle de Viticos, donde él tenía su asiento”.
     El Factor se va a quedar desconcertado: “Sabida por el capitán Illán Suárez de Carvajal la desgracia acaecida, mucho le pesó, y en gran manera sintió que fuesen muertos tantos cristianos por no haber querido Villadiego venir a pedir caballos. Mandó a sus hombres que tuviesen gran cuidado en rondar e velar para que Manco Inca no los tomase desprevenidos. Luego envió a la ciudad del Cuzco mensajeros para que diesen aviso de lo sucedido al Gobernador Don Francisco Pizarro, escribiéndole que le contestase mandándole lo que debía hacer, pues, entre tanto, él se quedaba en aquellos pueblos sin salir de ellos a ninguna  parte”.

     (Imagen) Seis años más tarde de lo que vemos ahora, murió Illán Suárez de Carvajal. Quien lo mató, el virrey BLASCO NÚÑEZ DE VELA, tenía un gran prestigio como militar y marinero, pero con un carácter intransigente y despiadado. Llegó a las indias para poner orden, y lo intentó con un rigor desmedido, sin un ápice de habilidad diplomática. La gota que colmó el vaso fue matar a Suárez sin juicio previo. Quiso imponer a las bravas límites a los derechos de los encomenderos, con lo que encendió la mecha de una nueva rebelión, que más tarde Pedro de la Gasca someterá, con firmeza pero también con prudencia y espíritu negociador. Justo cuando se produjo lo que podemos llamar el asesinato de Illán Suárez de Carvajal, hasta los funcionarios del Rey que estaban en Lima decidieron quitarle el poder al Virrey. El documento de la imagen (noviembre de 1544) tiene un gran valor porque revela un dato muy llamativo. Los oidores tenían miedo a salirse de la legalidad suplantando a Núñez Vela. Para ello prepararon una investigación sobre la forma en que murió Suárez de Carvajal y sobre los tumultos que trajo como consecuencia. La primera pregunta que les hicieron a los testigos fue la que aparece en el texto de la imagen:  “Se les preguntará si el Virrey ha tratado de prender y embarcar, o matar si sobre ello hubiere resistencia, a los oidores de la Real Audiencia de la Ciudad de los Reyes, y de embarcar asimismo a las mujeres e hijos y  haciendas de todos los vecinos de la ciudad, y tomarles todo el oro y plata, y caballos y mulas, así como si era cierto que había mucha gente de guerra en la ciudad y que, por tenerles enemistad el Virrey, los oidores estaban en mucho peligro”.



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