miércoles, 15 de mayo de 2019

(Día 831) Hernando Pizarro decide ir a España, y extorsiona a los indios con el fin de conseguir oro para ganarse la buena voluntad del Rey. Tendrá muchas peleas con los nativos.


     (421) Cieza nos cuenta que entonces Hernando Pizarro se dedicó afanosamente a recoger oro después de haber confiado una nueva misión (que, como vimos, resultó terrible) a Peransúrez, tras quitarle el mando al desprestigiado Pedro de Candía: “Hernando Pizarro e Gonzalo Pizarro, con otros capitanes, salieron del Cuzco hacia la provincia del Collao a juntar oro y plata, porque el intento de Hernando Pizarro era tener la mayor cantidad de moneda que pudiese para ir a España. E así, apremiando a los caciques de los pueblos les sacaba todo el oro que podía, e, para ello, les hacía hartos malos tratamientos”.
     Es curioso ver cómo cambió la actitud de Hernando Pizarro, sin duda de común acuerdo con sus hermanos. El plan les pareció perfecto. El infortunado e ingenuo Almagro le había dado la libertad a Hernando Pizarro con la obligación de que inmediatamente partiera hacia España para ponerse a disposición del Rey. Hernando prometió, pero no cumplió, porque tenía una misión mucho más importante: luchar, derrotar y matar a Almagro. Logrado el objetivo, ahora sí se dispone a ir a España, con otra sola intención: conseguir que el Rey dé el visto bueno a todo lo que han hecho los Pizarro, incluso a la ejecución de Almagro, de manera que mantenga a Francisco Pizarro como Gobernador de Perú, y hasta le otorgue la gobernación del difunto Almagro. Por soñar que no quede. Esa era la razón de que Hernando acumulara oro, pues pensaba que entregándoselo al Rey se facilitarían las cosas.
     Pero no le fue fácil la ‘colecta’, porque los indios le estaban esperando con malas intenciones: “Al llegar Hernando Pizarro a Chucuito, supo que lo indios le estaban aguardando de guerra. Vieron que el puente de la laguna estaba deshecho, e los indios en la otra parte dando grandísima grita. Se arrojaron al agua muchos españoles de a caballo, y sucedió que se ahogaron cuatro, y uno que salió por la orilla, fue tomado por los indios e llevado a un templo antiguo, donde lo sacrificaron a sus diablos. Gabriel de Rojas trajo alguna madera con la que hicieron un puente, y así pudieron pasar a la otra parte. Tuvieron alguna guerrilla con los indios, y Hernando Pizarro procuró tener todo el oro que pudiese. Sabiendo que D. Francisco Pizarro habría llegado al Cuzco, determinó volverse. Dejó con toda la gente al Capitán Gonzalo Pizarro, su hermano, a Diego de Rojas e a Garcilaso de la Vega, los cuales, partido Hernando Pizarro, hicieron la guerra a los del Collao, y pensaban ir a las Charcas a hacer lo mismo”. Está claro que aquellos hombres nunca paraban.
     Una vez más reflexiona Cieza con tristeza sobre lo más negativo de los españoles en las Indias. En este caso lo acentúa porque tiene claro que las guerras civiles agravaron de forma terrible la crueldad y el deterioro de las costumbres: “Muchos yerros se han cometido en este reino por los españoles, y ciertamente, yo me alegraría de no escribirlos, por ser mi nación. Y, aunque claramente hemos visto la justicia e castigo que Dios da a los malos, yo seré escritor verdadero y daré noticia de todo ello, para que tomen ejemplo los buenos, e se sepa en el futuro lo que pasó”. (Nos enteramos, amigo).

    (Imagen) Hubo muchos en la historia de las Indias que fueron figuras asombrosas, pero que han quedado invisibles para el recuerdo por el brillo deslumbrante de algunas ‘luminarias’ de la talla de Cortés o Pizarro. La única carencia de Cieza en su prodigiosa crónica fue no mostrarnos la biografía de estos olvidados. Cita ahora de pasada a DIEGO DE ROJAS. Habrá que hacerle justicia. Nació el año 1500 en Burgos. Cuando llegó a las Indias, luchó bajo el mando de Cortés. Luego fue a Perú de casualidad, ya que formó parte de una tropa que había sido enviada desde México para ayudarle a Pizarro, quien estaba casi contra las cuerdas por los ataques de los indios de Manco Inca. Durante las guerras civiles, siempre fue pizarrista. Ahora vemos que se dirige a la zona de Charcas, donde triunfó y llegó a ser su gobernador. Luego luchó contra Diego de Almagro el Mozo, que fue derrotado y ejecutado, encargándose Rojas de degollar a dos ilustres almagristas, Juan Tello de Guzmán y Pedro de Oñate. Pero donde su carrera podía haber alcanzado la gloria definitiva fue en territorio argentino. El gobernador de Perú Cristóbal Vaca de Castro (el que terminó con la rebelión del Mozo) le dio permiso a Rojas para penetrar conquistando hacia el sur por los territorios hoy argentinos de la zona de Tucumán (donde  ningún español había estado), y sentó allá las bases para la fundación de Santiago del Estero (hoy con 900.000 habitantes). Él no lo pudo realizar porque, en 1544, una flecha envenenada de los indios acabó con su vida.



No hay comentarios:

Publicar un comentario