(426) A pesar de que los indios quedaron
escarmentados, llegaron otros para ayudarlos, y se enzarzaron en un
enfrentamiento contra un grupo de españoles que iban bajo el mando de Garcilaso
de la Vega. Los indios eran unos mil: “los cristianos, al verlos en zona llana,
hiriendo a los caballos con las espuelas, arremetieron contra ellos, y mataron
más de cuatrocientos. Los otros, viendo el estrago, comenzaron a huir. La
noticia de esta guerra que los indios daban a Gonzalo Pizarro le llegó pronto a
Hernando Pizarro, y en pocos días llegó donde estaba”. También lo supo
Francisco Pizarro y les envió cuarenta hombres bajo el mando del sevillano Don
Martín de Guzmán. No habría hecho falta porque todo se había resuelto: “Cuando
el Gobernador supo lo que pasaba, recibió mucha alegría en saber de la salud de
Gonzalo Pizarro, porque grandemente le quería bien”.
Fue entonces cuando Hernando Pizarro, por
fin, decidió hacer el gran viaje (del que nunca jamás volvería, a pesar de quedarle
por vivir muchos años): “Hernando Pizarro, como desease tanto la ida a España, acordó
irse al Cuzco, dejando por caudillo y principal capitán a Gonzalo Pizarro,
quien así fue conquistando con sus hombres las provincias de Charcas y Collao, Y, aunque eran tan grandes,
algunos cristianos mostraban tener en poco su riqueza, sin saber que allí había
las minas más ricas del mundo. Yendo cinco leguas más hacia el Poniente, les
salió de paz el principal señor, llamado Anquimarca, acompañado de otros tres, los
cuales dieron obediencia al Emperador nuestro Señor, e prometieron sustentar la
paz que entonces asentaban. Viendo Gonzalo Pizarro la buena manera que aquellas
provincias tenían e la gran noticia que daban los indios de minas de plata
riquísimas (las luego famosas minas de
Potosí), determinó dejar allí al capitán Diego de Rojas con la gente, y
volver él al Cuzco a dar noticia al Gobernador. Se quedó el capitán Diego de
Rojas con ciento cuarenta españoles e pobló la villa de la Plata (actual Sucre)”.
Pero
después Cieza aclara que la fundación oficial la hizo Peransúrez (otro viejo
conocido nuestro): “Ya contamos que el capitán Peransúrez salió desbaratado del
territorio de los chunchos, e que luego volvió a la ciudad del Cuzco. Como
Gonzalo Pizarro trajo noticias de los
muchos indios que había en las provincias de Charcas, determinó el Marqués
Pizarro fundar allí una villa. Nombró
los vecinos que habían de tener repartimiento de indios, e los regidores
e alcaldes, y por su Teniente al capitán Peransúrez, quien, con el poder que le
dio, fundó la Villa de la Plata”.
Nos
cuenta ahora Cieza que Manco Inca estaba muy orgulloso por haber matado con
pocos indios (como hemos visto anteriormente)
a varios españoles cuando iban de inspección por orden de Illán Suárez
de Carvajal. Estas cosas siempre provocaban alguna represalia, y Pizarro envió
soldados por tres zonas distintas para castigar al gran jefe indio, pero Manco
Inca lo supo y se retiró con su gente hacia los Andes. Se volvieron de vacío, y
fue entonces cuando Pizarro decidió fundar una ciudad a medio camino entre Lima
y el Cuzco, con el fin de evitar ataques de los indios en el tráfico continuo
de españoles que había entre ciudades tan distantes. Hubo cierta oposición
porque suponía recortar derechos territoriales de los vecinos ya establecidos:
“Aunque a ellos les pesó, el Gobernador fundó la ciudad de San Juan de la
Victoria, que está situada en la
provincia de Huamanga. Dejó veinticuatro vecinos, e otros cuarenta españoles
con ellos para guarda de la nueva ciudad. Quedó como su teniente el capitán
Francisco de Cárdenas, el cual hizo grandes castigos en algunos pueblos alzados,
matando e quemando no poco número de indios”.
(Imagen) FRANCISCO DE CÁRDENAS queda al
mando de la nueva ciudad de San Juan de la Victoria, en Huamanga. Circulan un
montón de errores sobre su biografía. Encuentro un documento (el de la imagen) que pone las
cosas en su sitio. Se trata de una relación de méritos presentada por su hijo
Luis Cárdenas. Confirma los siguientes datos. Francisco era yerno de otro gran capitán al que he
dedicado también una imagen: Diego de Rojas. Sirvió al Rey en Perú más de
cuarenta años (lo que descarta la versión de que lo degollaron en 1541). Fue
Teniente de Gobernador de Pizarro, quien lo nombró Justicia Mayor de Huamanga.
Dice Luis que era tan respetado que los hombres que más mandaban, como Pedro de
la Gasca, consultaban su opinión en los asuntos más importantes. Cuando
Manco Inca sitió a los españoles en el Cuzco, “el dicho capitán Cárdenas fue,
en hacer levantar el cerco, el primero que entró en la fortaleza de la dicha
ciudad (era el punto defensivo de los
indios), y el que mató al capitán de ella, que fue la causa de que los
indios se rindiesen”. Luego muestra lo mucho que arriesgó luchando contra
Gonzalo Pizarro: “En el tiempo de su tiranía, Gonzalo Pizarro tuvo preso a
Francisco de Cárdenas y a punto de cortarle la cabeza, pero se escapó a uña de
caballo”. Anota otros grandes servicios al Rey: Luchó en la batalla de Chupas
contra Diego de Almagro el Mozo, en la de Jaquijaguana contra Gonzalo Pizarro,
y, finalmente, contra el último rebelde, Francisco Hernández Girón, “hasta que
quedó pacífico el reino y se hizo justicia de todos los tiranos”.
Impresionante. Hay otros dos ‘Francisco de Cárdenas’ (quizá alguno ni
existiera), y ese ha sido el origen de las confusiones sobre la biografía de
nuestro héroe.
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