(416) Mal asunto tres gallos en un corral.
Pero llegaron a un acuerdo provisional, y, aunque Cieza no lo comenta, fue la
habilidad negociadora del letrado
Gonzalo Jiménez de Quesada la que acertó con la salida del embrollo, para lo
que contó también con la ventaja de que era quien, de momento, más derechos
parecía tener sobre aquellos territorios. Venció la sensatez del granadino
frente a dos contendientes muy ásperos, especialmente el alemán Federman, cuya brutalidad
todos conocían: “Llegado el capitán Belalcázar a Bogotá, pasaron algunas
porfías entre los tres capitanes sobre quién quedaría señor de aquella tierra.
Como Belalcázar deseaba salir a la mar del Norte (Atlántico), y también Gonzalo Jiménez de Quesada, lo acordaron de
tal manera que se conformaron ellos y Federman en que todos juntos fuesen a
España a dar cuenta de lo que habían descubierto, y en que, aquel a quien se hiciese merced de
la provincia, fuese Gobernador de ella, quedando entre tanto el gobierno en
manos de los de Santa Marta, pues fueron los primeros descubridores”. Dada su
capacidad de improvisar soluciones, prepararon rápidamente lo necesario, y
Cieza, siempre respetuoso con los indios, no se priva de censurar el miserable comportamiento
de Belalcázar: “Luego enviaron al pueblo de Tocaima maestros que hiciesen
bergantines (para bajar por el río
Magdalena). Como Belalcázar se viese desprovisto de dineros, vendió allí lo
que le había restado de su hacienda, y, para llevar más cantidad, hizo una cosa
no poco fea, que fue vender por oro y esmeraldas las indias que hacía mucho
tiempo que le habían servido y que eran libres”.
Iban, pues, a partir para España los tres
prohombres. Para Federman supondrá prácticamente el final de su carrera de
conquistador, dejando en ella la marca de su brutalidad; Belalcázar sacará provecho de su visita al
Rey ampliando sus poderes al margen de Pizarro, y quien alcanzará la mayor gloria
será Quesada, implantando su autoridad en tierras colombianas; aunque no le
faltaron después serios disgustos, murió muy anciano en su querida Nueva
Granada, y su cuerpo sigue reposando en la catedral de Bogotá. Cieza lo remata
así: “Al emprender el viaje, Gonzalo Jiménez de Quesada dejó como su
lugarteniente al capitán Hernando Pérez de Quesada, su hermano (morirá trágicamente). A muchos de los españoles que llegaron con
Belalcázar y Federman se les dio repartimientos de indios, y a aquella provincia de Bogotá se la llamó
Nuevo Reino de Granada por ser el que lo descubrió, el licenciado Jiménez de
Quesada, natural de la ciudad de Granada. Están en ella pobladas (y siguen estando) las ciudades de Tunja,
Santa Fe (Bogotá), Vélez y otras. Se
ha fundado por mandato del Rey la Audiencia Real en aquel reino este año de mil
quinientos cincuenta (lo escribió Cieza
en Sevilla, donde murió cuatro años después). Cuando iba a partir,
Belalcázar mandó al capitán Juan de Ampudia que fuese a la ciudad de Popayán
para ser allá su teniente, y a Juan Cabrera le encargó que poblase una villa en
Neiva. Estos proveimientos los hizo Belalcázar por su propia autoridad, pues no
tenía poder para ello ni del Rey ni del Gobernador Pizarro. Después de que los
bergantines estuvieron hechos, partieron por el río Grande abajo (el Magdalena) y fueron a aportar a
Cartagena, desde donde salieron para España. Pedro de Puelles volvió a Perú a
dar cuenta de todo al Gobernador Pizarro”.
(Imagen) La zona continental de la costa
atlántica de Colombia fue la que en primer lugar recorrieron los españoles. Se
fundaron poblaciones, pero hubo mucho sufrimiento y pocos éxitos. Lo mismo
ocurrió en Venezuela, donde se produjo, además, una rareza. Carlos V, sin duda
para complacer a sus poderosos banqueros alemanes, les concedió permiso para
conquistar en aquellas tierras. Los teutones dejaron fama de hombres muy duros
con los indios. Estamos viendo cómo NICOLÁS FEDERMAN, igual que Belalcázar,
aparece por Bogotá, viéndose los dos frustrados, ya que el éxito lo gozará
Jiménez de Quesada por haber llegado antes. La aventurera vida de Federman le
había traído a España como empleado de la familia de banqueros Welser, quienes
le confiaron, junto a Ambrosio Alfinger y Jorge de Espira (en fases diversas),
ir de conquista por tierras venezolanas. Federman, que ya era gobernador de
Venezuela, sabía que Quesada había partido de Santa Marta con intención de
descubrir nuevas tierras, sin descartar las del mítico Eldorado, y quiso llegar
él antes por la vía del Orinoco. Desde el Ecuador, Belalcázar se acercaba con
la misma intención. Nadie encontró Eldorado, pero sí la civilización de los
chibchas y el rico territorio de Bogotá. El único triunfador fue Quesada.
Después Federman se vio acosado por los banqueros Welser, que lo acusaban de
fraudes, se vino a Madrid a defenderse judicialmente, y murió, con tan solo 36 años, en 1542. Siendo
un luterano, tuvo siempre otro problema: había sido mal visto por los
supercatólicos soldados de sus tropas. La estatua de la imagen, regalo de la
embajada de Alemania, está dedicada a Federman en la población de Fosca (Colombia),
fundada por él en 1536, antes de llegar hasta Bogotá.
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