jueves, 9 de mayo de 2019

(Día 826) Los tres capitanes dejan en suspenso a quién pertenece Bogotá y deciden ir a España para que lo resuelva el Rey. Necesitado de dinero para el viaje, Belalcázar vende a unas indias que eran libres.


     (416) Mal asunto tres gallos en un corral. Pero llegaron a un acuerdo provisional, y, aunque Cieza no lo comenta, fue la habilidad  negociadora del letrado Gonzalo Jiménez de Quesada la que acertó con la salida del embrollo, para lo que contó también con la ventaja de que era quien, de momento, más derechos parecía tener sobre aquellos territorios. Venció la sensatez del granadino frente a dos contendientes muy ásperos, especialmente el alemán Federman, cuya brutalidad todos conocían: “Llegado el capitán Belalcázar a Bogotá, pasaron algunas porfías entre los tres capitanes sobre quién quedaría señor de aquella tierra. Como Belalcázar deseaba salir a la mar del Norte (Atlántico), y también Gonzalo Jiménez de Quesada, lo acordaron de tal manera que se conformaron ellos y Federman en que todos juntos fuesen a España a dar cuenta de lo que habían descubierto,  y en que, aquel a quien se hiciese merced de la provincia, fuese Gobernador de ella, quedando entre tanto el gobierno en manos de los de Santa Marta, pues fueron los primeros descubridores”. Dada su capacidad de improvisar soluciones, prepararon rápidamente lo necesario, y Cieza, siempre respetuoso con los indios, no se priva de censurar el miserable comportamiento de Belalcázar: “Luego enviaron al pueblo de Tocaima maestros que hiciesen bergantines (para bajar por el río Magdalena). Como Belalcázar se viese desprovisto de dineros, vendió allí lo que le había restado de su hacienda, y, para llevar más cantidad, hizo una cosa no poco fea, que fue vender por oro y esmeraldas las indias que hacía mucho tiempo que le habían servido y que eran libres”.
     Iban, pues, a partir para España los tres prohombres. Para Federman supondrá prácticamente el final de su carrera de conquistador, dejando en ella la marca de su brutalidad;  Belalcázar sacará provecho de su visita al Rey ampliando sus poderes al margen de Pizarro, y quien alcanzará la mayor gloria será Quesada, implantando su autoridad en tierras colombianas; aunque no le faltaron después serios disgustos, murió muy anciano en su querida Nueva Granada, y su cuerpo sigue reposando en la catedral de Bogotá. Cieza lo remata así: “Al emprender el viaje, Gonzalo Jiménez de Quesada dejó como su lugarteniente al capitán Hernando Pérez de Quesada, su hermano (morirá trágicamente).  A muchos de los españoles que llegaron con Belalcázar y Federman se les dio repartimientos de indios, y  a aquella provincia de Bogotá se la llamó Nuevo Reino de Granada por ser el que lo descubrió, el licenciado Jiménez de Quesada, natural de la ciudad de Granada. Están en ella pobladas (y siguen estando) las ciudades de Tunja, Santa Fe (Bogotá), Vélez y otras. Se ha fundado por mandato del Rey la Audiencia Real en aquel reino este año de mil quinientos cincuenta (lo escribió Cieza en Sevilla, donde murió cuatro años después). Cuando iba a partir, Belalcázar mandó al capitán Juan de Ampudia que fuese a la ciudad de Popayán para ser allá su teniente, y a Juan Cabrera le encargó que poblase una villa en Neiva. Estos proveimientos los hizo Belalcázar por su propia autoridad, pues no tenía poder para ello ni del Rey ni del Gobernador Pizarro. Después de que los bergantines estuvieron hechos, partieron por el río Grande abajo (el Magdalena) y fueron a aportar a Cartagena, desde donde salieron para España. Pedro de Puelles volvió a Perú a dar cuenta de todo al Gobernador Pizarro”.
    

     (Imagen) La zona continental de la costa atlántica de Colombia fue la que en primer lugar recorrieron los españoles. Se fundaron poblaciones, pero hubo mucho sufrimiento y pocos éxitos. Lo mismo ocurrió en Venezuela, donde se produjo, además, una rareza. Carlos V, sin duda para complacer a sus poderosos banqueros alemanes, les concedió permiso para conquistar en aquellas tierras. Los teutones dejaron fama de hombres muy duros con los indios. Estamos viendo cómo NICOLÁS FEDERMAN, igual que Belalcázar, aparece por Bogotá, viéndose los dos frustrados, ya que el éxito lo gozará Jiménez de Quesada por haber llegado antes. La aventurera vida de Federman le había traído a España como empleado de la familia de banqueros Welser, quienes le confiaron, junto a Ambrosio Alfinger y Jorge de Espira (en fases diversas), ir de conquista por tierras venezolanas. Federman, que ya era gobernador de Venezuela, sabía que Quesada había partido de Santa Marta con intención de descubrir nuevas tierras, sin descartar las del mítico Eldorado, y quiso llegar él antes por la vía del Orinoco. Desde el Ecuador, Belalcázar se acercaba con la misma intención. Nadie encontró Eldorado, pero sí la civilización de los chibchas y el rico territorio de Bogotá. El único triunfador fue Quesada. Después Federman se vio acosado por los banqueros Welser, que lo acusaban de fraudes, se vino a Madrid a defenderse judicialmente, y  murió, con tan solo 36 años, en 1542. Siendo un luterano, tuvo siempre otro problema: había sido mal visto por los supercatólicos soldados de sus tropas. La estatua de la imagen, regalo de la embajada de Alemania, está dedicada a Federman en la población de Fosca (Colombia), fundada por él en 1536, antes de llegar hasta Bogotá.



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