(419) Recordemos que Alonso de Alvarado
llegó con su gente a Jauja para hablar con Pizarro, quien le había concedido la
misión de ir a poblar una ciudad en el territorio de los chachapoyas: “Pizarro
lo recibió muy bien y le hizo grandes ofrecimientos, mas no le dio préstamo
ninguno con el que pudiese ir a su conquista”. Así que Alvarado, quien, sin
duda, era hombre rico y dispuesto a financiársela, partió de inmediato hacia su
destino: “El tirano Villatopa, cacique de los guancachupachos, sabía muy bien
que venía, y juntaba todos los indios que podía. Con mucha gente de guerra,
tomó descuidados a los cristianos, pero los indios ganaron poca honra, quedando
en el campo algunos muertos y heridos, e, de los cristianos, hirieron malamente
a Hernando de Mora. Cuando Alonso de Alvarado llegó a las provincias de los chachapoyas,
algunos caciques le salieron de paz. En aquel valle fundó e pobló la Ciudad de
la San Juan de la Frontera de los Chachapoyas”.
Logrado su principal objetivo, Alonso de
Alvarado se va a dedicar a mimar con tacto, pero sin bajar la guardia, a los
nativos, y Cieza, que, en cuanto ve bondad en algún capitán español, no le
ahorra elogios, ensalza su comportamiento: “El capitán mandaba a los naturales
y españoles que se diesen prisa en hacer
sementeras y casas, pero que no se fatigase demasiado a los indios, ni les
hiciesen ningún maltrato. Y, en esto, él se mostró siempre padre de los naturales,
e ningún enojo recibía mayor que saber que algún español maltrataba a los
indios, y, si él lo sabía, castigaba al español con todo rigor. No existe en
este reino ningún capitán que haya humillado por ello públicamente a un español
como él lo hizo, pues en Guarochiri azotó a dos, y solamente porque tomaban las
provisiones que los indios traían”.
Le llegó entonces a Alonso de Alvarado
desde Lima gente de refuerzo, y tuvo noticias de que, pasado el río Moyobamba,
había zonas muy ricas. Ambas cosas eran una bendición, y decidió ir a
conquistarlas, dejando, bajo el mando de Gómez de Alvarado, un grupo de
españoles en la ciudad recién fundada. Como, además de ser una persona seria y
justa, tenía gran prestigio militar entre sus hombres, todos acogieron con
entusiasmo el plan. Esperaban encontrar muchos poblados y tierras prósperas,
pero sabían que iban a tener dificultades: “Como también había noticia de que
los indios de aquellos lugares eran belicosos e de poca razón, porque se comían
unos a otros y eran muy viciosos, Alonso
de Alvarado mandó a los que iban a partir con él que estuviesen apercibidos”.
Partió Alonso con más de ciento veinte
hombres, todos veteranos, y curtidos frente a los nativos. Como solía ocurrir
en todas las Indias, contaba también con la ayuda de unos cuatro mil nativos
amigos. Las cosas se complicaron porque supieron que tenían enfrente unas
montañas prácticamente insalvables. Fue una avanzadilla a buscar algún paso,
pero sufrieron un infierno, y volvieron sin lograrlo, después de cuarenta días,
completamente agotados. El desánimo fue general. La gente quería abandonar la
expedición, pero Alvarado insistió en seguir adelante: “Les dijo que fuesen con
él los que quisiesen, e que él daba licencia a los demás para quedarse. Lo cual
hacía el capitán porque siempre se preció de no seguir la guerra con hombres
que la rehusasen, porque uno solo que vaya descontento es bastante para dañar e
inquietar a los demás”. Chapeau para Alonso de Alvarado.
(Imagen) Quizá sea el momento de aclarar
algunos detalles sobre la fundación de la ciudad de SAN JUAN DE LA FRONTERA DE
LOS CHACHAPOYAS. Se creó en las montañas de los Andes situadas en territorio
amazónico peruano. Los chachapoyas fueron unos de los indios ‘amigos’ que más
colaboraron con los españoles, como hicieron los tlaxcaltecas en México
ayudando a Hernán Cortés. Acabamos de ver que Alonso de Alvarado la fundó el
año 1538, aunque Cieza se equivoca al decir que fue la primera población que se
estableció. En realidad, ya había surgido dos años antes, pero Alvarado tuvo
que dejarla inacabada para ir urgentemente a Lima porque Pizarro estaba siendo
atacado por los indios del rebelde Manco Inca. Solucionado el problema, y luego
otro más grave, la guerra contra Almagro, tras ser derrotado el desventurado
socio de Pizarro volvió Alonso de Alvarado a concluir la fundación de la ciudad.
San Juan de la Frontera es la capital peruana del Departamento de Amazonas, y,
aunque su tamaño es reducido (actualmente tiene unos 23.000 habitantes),
conserva intacto su sabor colonial. Los vecinos del lugar se sienten orgullosos
de su historia. La imagen muestra cómo celebraron, el año 2014, el 476
aniversario del nacimiento de la ciudad. Conservan también su larga acta
fundacional, que comienza así (resumido): “En cinco días del mes de Setiembre
del año mil quinientos treinta y ocho, compareció ante el Consejo de esta
Ciudad de La Frontera, que ahora se funda, el Capitán Alonso de Alvarado, e
presentó una provisión del gobernador de estas provincias llamadas Perú, Don
Francisco Pizarro, su tenor de la cual es el siguiente…”.
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