sábado, 11 de mayo de 2019

(Día 828) Aldana, con el fin de que la gente tenga repartimientos de indios, prepara expediciones para ir a zonas descubiertas por Belalcázar, escogiendo como jefe a JORGE ROBLEDO. También castiga a un blasfemo, al que Cieza juzga muy duramente.


     (418) Luego Cieza nos da una muestra de la preocupación de Aldana por el bienestar de los españoles y de los indios: “Llegando a la ciudad de Cali, entendió que, estando los indios repartidos entre muchos,  los españoles padecerían necesidad, y los indios acabarían consumidos por el trabajo. Por lo cual, hizo el repartimiento de indios entre los que le pareció que mejor lo merecían, y, entre los demás, miró quién pudiese ir a poblar las provincias que había descubierto el capitán Belalcázar”.
     En ese tiempo, al enterarse Pedro de Añasco de que Aldana estaba en Popayán, fue a verle. Aldana no solo lo recibió bien, sino que tuvo el detalle de complacerle nombrándolo teniente de la villa de Timaná, quizá con intención de restarle protagonismo a Belalcázar, que había sido quien le envió a Añasco a conquistar aquella zona. Luego Cieza muestra todo su rigor religioso y puritano, juzgando duramente: “Un tal Cristóbal Orejón, natural de Mérida, había dicho antes de aquellos días cierta herejía sobre Nuestra Señora, tan fea que en mí mismo me turbo al acordarme ahora de ella, y había quedado sin castigo. El General Aldana, queriendo que la tierra quedase limpia de toda maldad, lo prendió y envió preso a la ciudad de Lima, donde le fueron dados públicamente cien azotes. Tiempo después, lo mataron los indios porque pidió un pueblo que le correspondía a Nuestra Señora de la Merced, y, estando envuelto (curioso eufemismo) con la cacica de aquellos indios, vino su marido con otros, y lo mataron. Cosa muy bien hecha, pues quería tener para sí los indios del servicio de la Madre de Dios”. El caso es que Cristóbal Orejón tenía hecha la concesión legalmente. Pero Cieza, que lo consideraba un atropello a los derechos del convento, hace una última aclaración que retrata a dos personajes muy diferentes: “Los indios no se los concedió Lorenzo de Aldana, sino Belalcázar (que no respetaba nada) después de llegar como gobernador”.
     Como siempre, era un problema que los turbulentos conquistadores estuviesen ociosos. Así que Aldana preparó un grupo de hombres para que fuesen a poblar en la colombiana zona de Anserma, descubierta por Belalcázar. Y, como capitán suyo, escogió a un hombre que fue de gran importancia para el propio Cieza (y al que mucho apreció): “Mirando Aldana a quién nombraría, puso los ojos en JORGE ROBLEDO, porque no halló otro que tuviese tan buenas cualidades como él. Lo llamó y le dijo cuál era su voluntad, e que se aderezase para ir por capitán de la gente que quisiese ir a poblar las provincias de Anserma, que el capitán Belalcázar había descubierto, e que la ciudad había de llamarse Santa Ana de los Caballeros. Robledo le respondió que haría lo que le mandaba y que procuraría darse tal maña que Su Majestad se tuviese por bien servido de su persona. Y así, de los hombres que vinieron de Cartagena (entre los que estaba Cieza),  hicieron los capitanes gente para sus conquistas”.
     Dicho lo cual, nos lleva Cieza de nuevo tras las andanzas de Alonso de Alvarado que estaban ocurriendo al mismo tiempo.

     (Imagen) He mencionado ya los vaivenes del gran LORENZO DE ALDANA en sus fidelidades, y lo veremos más veces. Fue almagrista y se pasó al bando de Pizarro, quien lo tenía en alta estima y le confió la difícil tarea de controlar al ambicioso Belalcázar en Quito. Lo hizo ‘de cine’. Pero en ese tiempo asesinaron a Pizarro (año 1541), y Aldana mantuvo la fidelidad a su hermano Gonzalo Pizarro, cuando este fue fiel a la Corona y cuando se rebeló, hasta el punto de que, una vez sublevado, lo nombró gobernador de Lima.  Pero llegó Pedro de la Gasca, y este genial  negociador consiguió que Aldana abandonara a Gonzalo y se uniera al ejército del Rey, y le permitió seguir siendo gobernador dentro de la legalidad monárquica. Sin embargo, unos meses después de que Gonzalo Pizarro fuera ejecutado, ocurrió algo extraño: Pedro de la Gasca dio orden de que se  procesase a Lorenzo de Aldana, como consta en el documento de la imagen, aunque aún debía de conservar las astutas habilidades de un viejo zorro, ya que, si hubo castigo, tuvo que ser menor porque él siguió viviendo veintidós años más. La imagen (resumida) dice: “Cargo que le hace al capitán Lorenzo de Aldana el licenciado Pedro de la Gasca, Presidente de su Majestad en estos Reinos de Perú, sobre los pesos de oro que recibió de la Caja de las Tres Llaves de la Real Hacienda en esta Ciudad de los Reyes (por mandato de) Gonzalo Pizarro, cuando en ella quedó (Aldana) por Teniente del dicho Gonzalo Pizarro”. En el encabezamiento del expediente se dice que Lorenzo de Aldana había destinado esos pesos de oro a sostener la rebelión de Gonzalo Pizarro. El cargo se hizo en Lima el día 6 de febrero de 1549, estando presentes Pedro de la Gasca y Lorenzo de Aldana.



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