sábado, 31 de marzo de 2018

(Día 656) Antes de que le dieran a Juan Pizarro la pedrada que iba a resultar mortal, demostró una valentía extraordinaria, e incluso siguió luchando después de recibirla. Los españoles toman, por fin, la fortaleza. Algunos indios se suicidan. La lucha feroz del orejón Cahuide lo convierte en un héroe nacional peruano.


     (246) Lo que sigue pone de relieve el temple decidido y heroico de Juan Pizarro: “Entrando los que iban a pie, empezaron a desbaratar muy despacio la primera puerta, que estaba tapada con una albarrada de piedra seca, y ya deshecha, subieron un callejón adelante; llegados a otra albarrada de otra puerta, fueron sentidos de los indios,  y empezaron a echar tanta piedra, que cuajaba el suelo, lo que fue causa de que los españoles se entibiaran y no pasaran adelante. Estando así, un español dio voces diciendo a Juan Pizarro que los españoles se entibiaban y se retraían. Juan Pizarro, tomando una adarga en el brazo, se arrojó dentro, mandándonos a los de a caballo que fuésemos en su seguimiento, y así lo hicimos. Con la llegada de Juan Pizarro y los que con él íbamos a caballo, se ganó la otra barrera y la puerta, y entramos hasta un patio de la fortaleza. Desde un terrado grande que había a un lado del patio, nos daban tantas pedradas y flechazos que no nos podíamos valer, y por esta causa Juan Pizarro aguijó con algunos que se habían apeado hacia el terrado, que era bajo, para hacer subir a algunos españoles en él y que echasen a los indios. Estando batallando con ellos para subir, Juan Pizarro se descuidó de cubrirse la cabeza con la adarga, y con las muchas piedras que tiraban, le acertaron en la cabeza con una que le quebró  los cascos, y quince días después murió de esta pedrada; pero así herido, estuvo forcejeando con los indios hasta que los españoles ganaron este terrado. Una vez ganado, le bajaron al Cuzco por un camino áspero que llega a una puerta falsa de la fortaleza que da junto a las casas donde Hernando Pizarro vivía, porque los indios de guerra que estaban en este camino corto y agro lo abandonaron después de que los españoles entraron en el patio de la fortaleza. Por allí se le bajó a Juan Pizarro a su posada, que era la misma de su hermano Hernando Pizarro”.
     Tuvo que ser un golpe durísimo para Hernando la muerte de Juan porque, además de ser su hermano, había demostrado grandes virtudes como  capitán y se iba a notar mucho su ausencia en aquellas batallas al límite de lo soportable. Pero no era el momento de las lamentaciones, sino el de expulsar definitivamente a los indios de su estratégico emplazamiento: “Viendo Hernando Pizarro el desastre de su hermano y lo que faltaba para la toma de la fortaleza, subió a ella dejando a Gabriel de Rojas en el Cuzco. Llegado, pues, Hernando Pizarro cuando amanecía, estuvimos peleando con los indios, que estaban recogidos en los dos cubos altos, y no se les podía ganar si no era por la sed; así estuvimos tres días hasta que la sed los fatigó, y empezaron a desmayar y despeñarse de las paredes más altas, unos por huir y otros por matarse, y otros se rendían. De esta manera se ganó el primer cubo”.
     Todos sabían que la toma definitiva de la fortaleza era su única posibilidad de salvación. No les llegaba ayuda desde ningún sitio, y hasta daban por aniquilada la expedición de Almagro y suponían que, si no recibían noticias de Pizarro, sería porque la rebelión general de Manco Inca había acabado con ellos. Es difícil imaginar una situación más desesperada. Pero solo pensaron en sobrevivir, y arremetieron contra el segundo cubo de la fortaleza.
    
     (Imagen) Ocurrió algo curioso en la toma del segundo cubo de la fortaleza. Nos lo cuenta el cronista Pedro Pizarro: “Llegados al otro cubo, tenían los indios por capitán a un orejón tan valeroso, que ciertamente era digno de los romanos. Llevaba armas que había tomado de los españoles que habían matado en los caminos. Andaba, pues, este orejón, que se llamaba Titu Cusi Gualpa,  en lo alto del cubo, estorbando a los españoles que querían subir con escalas, y matando a los indios que se rendían, que mató más de treinta, dándoles en las cabezas con la porra que traía, y se las hacía pedazos. Si subía algún español, aguijaba a él como un león. Visto esto, Hernando Pizarro mandó a unos españoles que pusieran varias escalas para subir por él, que era ya el único que peleaba, y que lo tomasen vivo. Subiendo a una los españoles por distintas escalas, ganaron el cubo, pues los indios de guerra se habían rendido porque Hernando Pizarro les había prometido no matar a los que lo hiciesen. Al ver este orejón que le habían ganado el fuerte, arrojando las armas, se tapó la cabeza y el rostro con la manta que ellos traen por capa y se arrojó del cubo abajo, y así se hizo pedazos. A Hernando Pizarro le pesó mucho no haberlo tomado vivo”. Este valeroso personaje de la nobleza inca se  ha convertido en un héroe nacional de los peruanos. Se le nombra de varias maneras, pero es conocido sobre todo como CAHUIDE. La imagen nos muestra una moneda peruana en la que figura a porrazo limpio sobre el cubo de la fortaleza.



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