sábado, 17 de marzo de 2018

(Día 644) Llega, enviado por Pizarro, Francisco Noguerol de Ulloa a la costa chilena. Almagro, que lo aprecia mucho, pasa unos días en su barco. Al partir Almagro para Chile, Manco Inca se vio engañado por Pizarro, que no cumplía la promesa de devolverle el poder imperial. Cuando Pizarro salió hacia Lima, Juan y Gonzalo Pizarro retuvieron preso a Manco Inca.


     (234) Superada la prueba, tuvo Almagro  noticia de que se encontraba cerca un personaje singular y de enorme valía. Se trataba de Francisco Noguerol de Ulloa, un extraordinario navegante cuya vida se suele ‘desdoblar’, como si otro llamado Francisco de Ulloa fuera una persona distinta, aunque toda apunta a que fueron, como veremos, ‘un solo crack verdadero’: “Así caminaron hasta que llegaron a Atacama, donde supo Almagro que cerca de allí estaba Noguerol de Ulloa. El cual había ido en un navío por orden del Marqués don Francisco Pizarro a descubrir los puertos que en aquella costa hubiese, y que llegase hasta Chile y supiese cómo le iba a don Diego de Almagro para enviarle socorro si lo hubiese menester. Almagro escribió a Noguerol de Ulloa para verse y que le informase de lo que en su ausencia había pasado en el Perú. Se vieron los dos y hablaron largo, y por tener más que hablar de los sucesos de ambas gobernaciones sin que su ejército dejase de caminar, así como por contentar a Noguerol de Ulloa, que era muy amigo suyo, le dijo que quería entrar en su navío y ser su soldado y marinero por tres o cuatro días”.
     Dicho lo cual, Inca Garcilaso de la Vega nos va a explicar con detalle el proceso íntimo que lo empujó a Manco Inca hacia la rebelión sin vuelta atrás contra los españoles, contándolo desde que  Almagro partió del Cuzco para ir a Chile: “Viendo Manco Inca sosegado a Pizarro después de la partida de Almagro, le pidió por segunda vez el cumplimiento de las capitulaciones de la restitución de su imperio, como había prometido, para que los nativos acudiesen a servir a los españoles. El gobernador y sus hermanos se hallaron confusos por no encontrar razones consistentes para aplazar las demandas y esperanzas del inca. Le dijeron que querían cumplirlo, pero que esperaban en breve  la respuesta de su emperador, a quien habían dado larga cuenta de todo, y que la traería su hermano Hernando Pizarro, y que siendo su Alteza tan gran príncipe, tan justo y tan religioso, ratificaría las capitulaciones. Con estas esperanzas vanas, entretuvieron al Inca algunos días”.
     Tratando de quitarse de encima a Manco Inca, Pizarro aprovechó la noticia de que su hermano Hernando había llegado a Tumbes para marcharse con prisas de la ciudad:  “El Marqués, viendo la buena ocasión que se le ofrecía para salir del Cuzco, que lo deseaba tanto por huir de la petición del Inca como por volver a la nueva población de la Ciudad de los Reyes, que por haberla fundado él deseaba verla perfeccionada, le dijo que necesitaba ir a recibir a su hermano, y que a su vuelta se trataría de lo que a todos convenía. Manco Inca, aunque vio que aquello no eran buenos pronósticos, y disimulando lo que sentía para no provocar al Marqués a que le hiciera mayores agravios, consintió en lo que le decía y se fue a su fortaleza subiendo aquella larga cuesta a pie (se nota que Inca Garcilaso vivió allí), sin querer ir en andas para mostrar más llaneza. En cuanto lo vieron dentro, los españoles le echaron prisiones. Los indios sintieron grandemente la prisión de su Inca y que las esperanzas que les habían dado se les volviesen en contra”.


     (Imagen)   Vemos llegar al gran navegante FRANCICO NOGUEROL DE ULLOA con un barco a Chile, enviado por PIZARRO para ayudar a ALMAGRO, en parte para fisgar lo que hacía y también con sincero deseo de que le fuera bien, ya que era importante para evitar el enfrentamiento entre los dos. La carrera de Noguerol estuvo llena de éxitos. Tres años más tarde, en 1539, surcaba bajo las órdenes de Cortés las aguas de California, y tuvo la genialidad de darse cuenta de que  no era una isla sino una península. Al servicio de Valdivia, Noguerol también navegó hasta el Estrecho de Magallanes, y su nombre es ahora familiar para los chilenos. Pero nos va a servir como ejemplo de dos comportamientos frecuentes entre los conquistadores: uno reprochable y el otro ejemplar. Eran muchos los que partían para las Indias dejando  a su joven esposa en España y “si te he visto no me acuerdo”. La mayoría evitaban la bigamia porque era un  delito. El gran Pedro de Valdivia fue obligado a renunciar  a Inés Suárez y recibir en Perú a su legítima esposa (que llegó cuando ya lo habían matado los indios). La mujer de Noguerol, Beatriz de Villasur, lo denunció por bígamo, y fue condenado a destierro. El libro de la imagen (que además es barato) lo cuenta magníficamente. La parte buena es que Noguerol, como otros muchos, se acordó en su testamento, hecho en Medina del Campo, de los indios que tenía en Perú, y les dejó la mayor parte de la gran fortuna que poseía en Arequipa (para ellos y para sus esposas e hijos).





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