(235) Inca Garcilaso insiste en que
Pizarro había establecido unas capitulaciones (fraudulentas) con Manco Inca para devolverle el poder imperial,
y que fue la falta del cumplimiento lo que provocó su rebeldía. Sin embargo
tenemos que recordar que, como nos contó Cieza, hubo un motivo para que apresaran
al inca (habiendo ya partido Pizarro para la ciudad de los Reyes): se había
escapado dos veces del Cuzco, y fue en la segunda cuando “Juan Pizarro, que
mostró mucho enojo, mandó meterle en hierros”.
Inca Garcilaso nos explica que Manco Inca,
totalmente decidido a sacar adelante la rebelión, preparó una nueva estrategia
para huir: “Manco Inca, que estaba preso en aquella fortaleza que con tanta
majestad edificaron sus antepasados y que no imaginaron que había de ser cárcel
de sus descendientes, procuró con buena maña aligerar su prisión acariciando y
regalando a los españoles, no solo a los superiores, sino también a los
inferiores, con muchas dádivas y presentes, así de frutas, carnes y otras cosas
de comer, como de oro, plata, esmeraldas y turquesas. Y los trataba con tanta
afabilidad y tan sin muestra de pesadumbre por la prisión, que los tranquilizó
a todos de manera que le quitaron las cadenas, y le dejaban andar libre por la
fortaleza. Entonces supo que Hernando Pizarro iba a llegar al Cuzco con el
mando superior. Luego procuró que le diesen libertad para bajar a la ciudad a
una de sus casas y vivir en ella. Alcanzolo con facilidad, porque tenía tan
buena relación con los españoles que le concedían cuanto pedía. Manco Inca
procuró con tanta insistencia salir de la fortaleza porque, si Hernando Pizarro
lo hallaba preso, sospecharía de él y no se fiaría en lo que le pidiese o le
prometiese. Y así le fue bien.”
“Llegado Hernando Pizarro al Cuzco, tomó
grande amistad con el Inca y le trataba muy bien, aunque siempre lo hacía
vigilar. Se decía que le mostraba esta amistad para pedirle oro para Su
Majestad, o para sí mismo. A los dos meses de haber llegado al Cuzco, Manco
Inca le pidió licencia para ir a la tierra de Incaya a celebrar cierta fiesta,
prometiendo traer de allí una estatua de oro macizo, que era una figura que
representaba a su padre, Huayna Cápac.
Hernando Pizarro le dio el permiso. Era verosímil porque se trataba del lugar donde se
enterraban los intestinos que les sacaban a los emperadores muertos para
embalsamar sus cuerpos. Pero, viéndose allá, rompió el compromiso de paz que
tenía concertado desde que don Diego de Almagro partió para Chile. Hizo
llamamiento a algunos capitanes viejos que de su padre habían quedado y a
algunos señores principales. A los cuales les explicó que los españoles se
resistían a cumplir las capitulaciones que su hermano Titu Atauchi había hecho
con ellos y les habló de la prisión en que le habían puesto a él mismo con
cadenas”. Lo que resulta incomprensible es que el gran capitán y veterano de
mil batallas Hernando Pizarro cometiera el garrafal error de dejar que Manco
Inca se marchara. Van a pagar los españoles tan alto precio que su rebelión los
pondrá en jaque, no solo en el Cuzco, sino también en Lima, convirtiéndose en
una pesadilla que estuvo a punto de arruinar todos los logros de la
extraordinaria conquista.
(Imagen) Grave error de Hernando Pizarro.
Manco Inca, estando preso en el Cuzco, primero lo confió con su buen
comportamiento y haciéndole regalos. Luego atizó su codicia pidiéndole que le dejara marchar para
traerle una preciosa estatua de oro. Y Hernando picó el cebo, permitiendo algo
tan absurdo como habría sido dejar salir a Atahualpa de su prisión en
Cajamarca. Sin embargo, pronto veremos que
cuando Hernando derrotó a Almagro, lo ejecutó sin pizca de ingenuidad y con
exceso de crueldad. Estamos en el momento en que la conquista de Perú va a
cambiar completamente de escenario. Se van a paralizar los descubrimientos y el
desarrollo del gran territorio ocupado. El espectáculo será desolador: guerra
de españoles contra españoles, pero también guerra de españoles contra los
incas, porque, cuando nadie lo esperaba, surgió un líder nato, MANCO INCA, tan grande como lo fue
Cuauhtémoc en México. En el país azteca, la rebelión indígena fue rápidamente
sofocada, y no hubo una guerra civil. En
Perú, Manco Inca estuvo a punto de dar la puntilla a los españoles, aunque unos
almagristas huidos lo mataron traidoramente en 1544. Pero veamos lo que va a
ser el mayor error de los españoles en las Indias, las guerras civiles de Perú:
Pizarro contra Almagro (1537-1538); asesinato de Pizarro (1541); el rebelde
Almagro el Mozo contra Gonzalo Pizarro y Vaca de Castro, representante del rey
(1541-1542); el rebelde Gonzalo Pizarro contra los virreyes (1544-1548);
finalmente, el rebelde Francisco Hernández de Girón contra el bando del rey
(1553-1554).
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