martes, 27 de marzo de 2018

(Día 652) Hernando Pizarro decide que se ataque la fortaleza, desde donde más daño hacen los indios. En la primera batalla son heridos Juan Pizarro y Pedro del Barco. Inca Garcilaso va a hablar de otro ‘milagro’ en una salida tan desesperada que los españoles se confesaron previamente.


      (242) Luego nos dice el cronista qué decisión tomó Hernando Pizarro. Recordemos que Pizarro le había otorgado a su hermano Hernando la máxima autoridad en el Cuzco, por lo que zanjó la cuestión dando una orden que iba a resultar muy acertada: “Después de algunas juntas que se habían hecho, Hernando Pizarro acordó que se fuese a tomar la fortaleza,  porque antes de que los indios la ocuparan no se entendió el daño que desde allí nos harían. Acordado esto, se puso por obra mandando a los de a caballo que nos preparásemos con las armas para ir a tomarla, y a Juan Pizarro, su hermano,  que fuese por caudillo de los demás capitanes ya dichos, quedándose Hernando Pizarro en el Cuzco con la gente de a pie, todos recogidos en la casa en la que él vivía. Y un día antes de la partida, sucedió que los indios tiraron una piedra grande a un soldado que se decía Pedro del Barco, y acertándole en la cabeza, dieron con él en tierra sin sentido, y viéndolo Juan Pizarro, que estaba cerca, arrojose a favorecerle, y entonces le dieron una gran pedrada en la quijada, de la que estuvo lastimado. He querido decir esto para lo que adelante contaré de él”. Pedro Pizarro lo resalta porque lo ocurrido le va a traer fatales consecuencias a Juan Pizarro, tan valioso y bravo como sus hermanos, pero cuya biografía va a quedar trágicamente truncada.
     Es el momento de enlazar otra vez con Inca Garcilaso para que nos hable de la segunda ‘ayuda divina’ que ocurrió durante el cerco del Cuzco. Como vimos, los indios seguían intentando incendiar el cobertizo en el que estaban los españoles, sin conseguirlo, lo que le da pie al cronista para  encontrar de  nuevo una explicación milagrosa: “Pero los españoles, viéndose tan apretados, determinaron morir todos como esforzados en un solo día peleando y no aguardando a morir de hambre, o que los indios los matasen cuando no pudiesen ya sostener las armas”. O sea, morir matando. Y sale a flote la vena heroica y al mismo tiempo profundamente religiosa de aquellos hombres: “Con este acuerdo se prepararon para salir a luchar cuando los indios los acometiesen y hacer lo que pudiesen hasta morir. Los que pudieron (cuando los indios aflojaban) se confesaron con tres sacerdotes que tenían; los demás se confesaban unos a otros, y todos llamaban a Dios y a los santos de su devoción para morir como cristianos”.
     Así como los cronistas apenas mencionan a los indios de servicio y a los esclavos negros que tanto sufrían en las campañas, tampoco se suelen acordar de los religiosos, puesto que los protagonistas principales de ‘la película’ eran los conquistadores. Pero una derrota en la batalla suponía, no solo la ejecución inmediata de los soldados, sino también de los pocos religiosos que siempre los acompañaban, ya fueran clérigos o frailes de convento. Ya vimos que fray Vicente de Valverde (el que se jugó el tipo hablando con Atahualpa en Cajamarca) fue masacrado junto a un grupo de españoles, por los habitantes de la isla Puná, cuando era obispo e incluso ejercía el humanitario cargo de Protector de los Indios. Aunque los había avariciosos de riquezas, sobre todo entre los clérigos, su misión evangelizadora merece que se les reconozca un estatus de  heroicos mártires.

     (Imagen) Ya conté algo de la valentía de PEDRO DEL BARCO. Hoy le vemos quedar desvanecido por una fuerte pedrada de los indios que cercaban el Cuzco. También mencioné que, cuando Gonzalo Pizarro se rebeló abiertamente contra el Emperador, se pasó al bando del virrey Pedro de la Gasca. Quizá influyera el ser casi paisanos, puesto que este había nacido en el Barco de Ávila, lugar de donde procedía el apellido del conquistador. Aunque, en realidad, ni amistades ni parentescos resistieron el huracán destructivo de las guerras civiles. Pedro del Barco fue derrotado por Gonzalo Pizarro, y ejecutado por Francisco de Carvajal, el “Demonio de los Andes”. La imagen muestra parte del documento en el que el todavía príncipe Felipe II comunica que en la Casa de la Contratación de las Indias de Sevilla “Gonzalo Pérez del Barco, como hermano de Pedro del Barco, difunto en Perú, ha presentado cierta demanda contra Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal, diciendo ser culpados en la muerte del dicho Pedro del Barco y en el robo de sus bienes, que eran más de cincuenta mil pesos de oro”. El demandante también pide que se interrogue a ciertos testigos que han venido de Perú. Pero se ve que el pleito era antiguo, porque Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal  habían sido decapitados juntos cuatro año antes, el día diez de abril de 1548. La reclamación siguió contra Hernando Pizarro, que había cambiado (forzosamente) su trepidante vida militar por largas batallas judiciales.



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