lunes, 12 de marzo de 2018

(Día 639) Inca Garcilaso dice que Almagro habría triunfado siguiendo por Chile pero le cegó el atractivo del Cuzco. Pone de relieve el error de creer que Almagro volvió por el mismo camino de la ida. Pero él se equivoca al decir que Ruy Díaz le alcanzó atravesando los Alpes.


     (229) Explica muy bien Inca Garcilaso la verdadera razón que los impulsó a abandonar la campaña de Chile: “La pasión que Almagro y sus capitanes tenían por volver al Perú no era por gozar de las cien leguas de jurisdicción que su gobernación tenía, que muchas más ganaron en Chile, en tierras de mucho oro, según vieron por las muestras, y siendo muy bien recibidos por los indios. Pero nada les agradaba que no fuese poseer aquella imperial ciudad del Cuzco, la cual fue la manzana de la discordia que el demonio echó entre estos gobernadores para que tuviesen guerras civiles”. Garcilaso le da un giro totalmente religioso a su explicación. Dice que, con ello, el demonio consiguió “que se estorbase la predicación del Santo Evangelio y muriesen muchos fieles e innumerables infieles sin el sacramento del bautismo. Porque el enemigo del género humano y sus enemigos estorbaban su administración y la de los demás sacramentos que son remedios de nuestras ánimas”. Se entenderá mejor su comentario teniendo en cuenta que el extraordinario y complejo Inca Garcilaso, llegado a España con 21 años, fue militar, cronista, y también sacerdote.
     Después nos detalla la ruta que Almagro escogió para el camino de vuelta: “Con esta afición o pasión que Almagro y los suyos tenían por la imperial ciudad del Cuzco, resolvieron dejar Chile y volverse a Perú, no por el camino que a la ida llevaron, porque los escarmentó malamente, sino por otro igual de dificultoso, porque el pasado los habría de ahogar con nieves y agua, y el venidero con falta de ellas y sobra de arena, como luego veremos (les esperaba el tremendo desierto de Atacama)”. En varias crónicas se asegura que Almagro volvió a Perú por la misma ruta montañosa que había utilizado para su campaña de Chile, lo que niega rotundamente (con razón) Inca Garcilaso. “Los historiadores Zárate y Gómara andan muy confusos en este viaje que Almagro hizo, porque dicen que volvió por el mismo camino de la ida, al tiempo que aseguran que pasaron mucha necesidad de agua y que llevaban odres, siendo así que, donde hay nieves no hay falta de agua. Por lo que se ve claro que el que se lo contó confundió las cosas juntando lo que sucedió a la ida y a la vuelta de este viaje, y haciendo el camino uno solo siendo dos, y tan diferentes como luego se verá”. Hay otras confusiones sobre esta aventura chilena en los relatos que se transmiten de cronista en cronista, y creo que también Inca Garcilaso comete un error. Dice varias veces que Ruy Díaz acompañaba a Juan de Rada en la tremenda travesía de las montañas nevadas por las que habían pasado primeramente Almagro y después Orgóñez. He  eliminado en su texto el nombre de Ruy Díaz porque es más creíble, como veremos, la versión de que llegó por mar hasta la costa chilena, y llevando consigo a Diego de Almagro el Mozo por ser más seguro el viaje. De haber ido ‘el Mozo’ con Rada, su protector, Inca Garcilaso lo habría dicho. Dicho esto, le dejo de momento en este punto a Inca Garcilaso (para retomarlo después) y amplío las andanzas chilenas de Almagro sirviéndome del historiador Manuel Ballesteros, quien, además, nos  aclara que Almagro, antes de que lo alcanzaran Orgoños y Rada en Copayapo, había hecho un largo viaje en dirección sur (plagado de incidencias) llegando hasta el valle del Aconcagua, desde donde retornó.

     (Imagen) Aunque el cronista Inca Garcilaso asegura que, si no fuera por su empeño en ocupar El Cuzco, Almagro podía haber triunfado en Chile, otros datos que iremos viendo dejarán claro que las dificultades que encontró en su expedición le habrían desanimado a cualquiera. Y sin embargo… Sin embargo hubo otro ‘superhombre’ que, incluso conociendo perfectamente lo que fue la campaña de Almagro, se atrevió a repetirla y tuvo un éxito grandioso: PEDRO DE VALDIVIA, a quien, en su momento, habrá que dedicarle muchas páginas. Un ‘hombre de acero’, que tuvo de amante y compañera (hasta que llegó de España su legítima esposa) a una mujer tan brava como él: INÉS SUÁREZ (novelada por Isabel Allende en ‘Inés del alma mía’). Nació el año 1497 en la Comarca de La Serena (otro extremeño; y van…). Tenía mucho prestigio militar como veterano de las guerras de Flandes y de Italia. El año 1534 ya estaba implicado en las duras expediciones de la zona de Venezuela. Curiosamente, su llegada a Perú se debió a una orden dada por Alonso de Fuenmayor, presidente de la Audiencia de Santo Domingo, para que ayudara a Pizarro a sofocar las rebeliones incas. Pizarro lo admiró mucho y, por su pesada insistencia, le autorizó una misión que nadie quería, y que a Valdivia (que valoraba por encima de todo la gloria) le entusiasmaba precisamente por su dificultad: conquistar Chile. Superó mil obstáculos y lo consiguió. Aunque los mapuches lo apresaron y lo mataron con extrema crueldad, PEDRO DE VALDIVIA será para siempre uno de los más grandes de las Indias.



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