(229) Explica muy bien Inca Garcilaso la
verdadera razón que los impulsó a abandonar la campaña de Chile: “La pasión que
Almagro y sus capitanes tenían por volver al Perú no era por gozar de las cien
leguas de jurisdicción que su gobernación tenía, que muchas más ganaron en
Chile, en tierras de mucho oro, según vieron por las muestras, y siendo muy
bien recibidos por los indios. Pero nada les agradaba que no fuese poseer
aquella imperial ciudad del Cuzco, la cual fue la manzana de la discordia que
el demonio echó entre estos gobernadores para que tuviesen guerras civiles”.
Garcilaso le da un giro totalmente religioso a su explicación. Dice que, con
ello, el demonio consiguió “que se estorbase la predicación del Santo Evangelio
y muriesen muchos fieles e innumerables infieles sin el sacramento del
bautismo. Porque el enemigo del género humano y sus enemigos estorbaban su
administración y la de los demás sacramentos que son remedios de nuestras
ánimas”. Se entenderá mejor su comentario teniendo en cuenta que el
extraordinario y complejo Inca Garcilaso, llegado a España con 21 años, fue
militar, cronista, y también sacerdote.
Después nos detalla la ruta que Almagro
escogió para el camino de vuelta: “Con esta afición o pasión que Almagro y los
suyos tenían por la imperial ciudad del Cuzco, resolvieron dejar Chile y volverse
a Perú, no por el camino que a la ida llevaron, porque los escarmentó
malamente, sino por otro igual de dificultoso, porque el pasado los habría de
ahogar con nieves y agua, y el venidero con falta de ellas y sobra de arena,
como luego veremos (les esperaba el
tremendo desierto de Atacama)”. En varias crónicas se asegura que Almagro volvió
a Perú por la misma ruta montañosa que había utilizado para su campaña de
Chile, lo que niega rotundamente (con razón) Inca Garcilaso. “Los historiadores
Zárate y Gómara andan muy confusos en este viaje que Almagro hizo, porque dicen
que volvió por el mismo camino de la ida, al tiempo que aseguran que pasaron
mucha necesidad de agua y que llevaban odres, siendo así que, donde hay nieves
no hay falta de agua. Por lo que se ve claro que el que se lo contó confundió
las cosas juntando lo que sucedió a la ida y a la vuelta de este viaje, y
haciendo el camino uno solo siendo dos, y tan diferentes como luego se verá”. Hay
otras confusiones sobre esta aventura chilena en los relatos que se transmiten
de cronista en cronista, y creo que también Inca Garcilaso comete un error.
Dice varias veces que Ruy Díaz acompañaba a Juan de Rada en la tremenda
travesía de las montañas nevadas por las que habían pasado primeramente Almagro
y después Orgóñez. He eliminado en su
texto el nombre de Ruy Díaz porque es más creíble, como veremos, la versión de
que llegó por mar hasta la costa chilena, y llevando consigo a Diego de Almagro
el Mozo por ser más seguro el viaje. De haber ido ‘el Mozo’ con Rada, su
protector, Inca Garcilaso lo habría dicho. Dicho esto, le dejo de momento en
este punto a Inca Garcilaso (para retomarlo después) y amplío las andanzas
chilenas de Almagro sirviéndome del historiador Manuel Ballesteros, quien,
además, nos aclara que Almagro, antes de
que lo alcanzaran Orgoños y Rada en Copayapo, había hecho un largo viaje en
dirección sur (plagado de incidencias) llegando hasta el valle del Aconcagua,
desde donde retornó.
(Imagen) Aunque el cronista Inca Garcilaso
asegura que, si no fuera por su empeño en ocupar El Cuzco, Almagro podía haber triunfado
en Chile, otros datos que iremos viendo dejarán claro que las dificultades que
encontró en su expedición le habrían desanimado a cualquiera. Y sin embargo…
Sin embargo hubo otro ‘superhombre’ que, incluso conociendo perfectamente lo
que fue la campaña de Almagro, se atrevió a repetirla y tuvo un éxito grandioso:
PEDRO DE VALDIVIA, a quien, en su momento, habrá que dedicarle muchas páginas.
Un ‘hombre de acero’, que tuvo de amante y compañera (hasta que llegó de España
su legítima esposa) a una mujer tan brava como él: INÉS SUÁREZ (novelada por
Isabel Allende en ‘Inés del alma mía’). Nació el año 1497 en la Comarca de La
Serena (otro extremeño; y van…). Tenía mucho prestigio militar como veterano de
las guerras de Flandes y de Italia. El año 1534 ya estaba implicado en las
duras expediciones de la zona de Venezuela. Curiosamente, su llegada a Perú se
debió a una orden dada por Alonso de Fuenmayor, presidente de la Audiencia de
Santo Domingo, para que ayudara a Pizarro a sofocar las rebeliones incas. Pizarro
lo admiró mucho y, por su pesada insistencia, le autorizó una misión que nadie
quería, y que a Valdivia (que valoraba por encima de todo la gloria) le
entusiasmaba precisamente por su dificultad: conquistar Chile. Superó mil
obstáculos y lo consiguió. Aunque los mapuches lo apresaron y lo mataron con
extrema crueldad, PEDRO DE VALDIVIA será para siempre uno de los más grandes de
las Indias.
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