lunes, 2 de abril de 2018

(Día 657) Con la toma de la fortaleza, mejora la situación para los españoles. El cronista Pedro Pizarro habla de sus propios sustos en la lucha contra los indios y de los de otros compañeros, entre ellos, Gonzalo Pizarro.


     (247) Sigamos con el cronista Pedro Pizarro: “Pues ganada esta fortaleza, puso aquí Hernando Pizarro treinta hombres de a pie con un capitán que se llamaba Juan Ortiz, natural de Toledo, con agua y comida, fortaleciendo uno de los cubos, donde estuviesen con ballestas y arcabuces, y los demás nos bajamos al Cuzco. Con la toma de la fortaleza, los indios se alejaron un poco, desocupando parte de la ciudad que tenían allí ganada. Pues de esta manera estuvimos apretados más de dos meses, desbaratando de noche algunos andenes para que los caballos pudieran subir a ellos, porque entonces se retiraban los indios, algo que no hacían antes de tomarles la fortaleza”.
     Pedro Pizarro siente la necesidad de recordar anécdotas de aquella época, en las que, cuando aparece él mismo como protagonista, habla educadamente en tercera persona, y se merece que le prestemos atención, porque, además, nos muestra en vivo el peligro de las situaciones: “Contaré algunas cosas que sucedieron después de tomar la fortaleza. Saliendo Gabriel de Rojas a recorrer su cuartel, que estaba en Andeyuso, le dieron un flechazo en las narices, entrándole la flecha hasta el paladar, y a un Alonso de Toro (fue del bando de Gonzalo Pizarro en las guerras civiles) y otros dos que con él iban les echaron los indios tantas piedras y adobes que los derribaron de los caballos y los medio tapiaron, siendo menester llamar a los indios amigos para que los desenterrasen y los sacasen medio muertos”.
     “Pues estando Pedro Pizarro haciendo guardia con dos compañeros, viniendo a descansar y a dar de comer a su caballo, Hernán Ponce de León, su capitán, le salió al encuentro y le rogó que tomara el caballo de Alonso de Mesa, que estaba indispuesto, y volviese a estar de guardia hasta la noche. Lo hizo así y volvió al puesto en el que estaban Maldonado, que era el que repartía los turnos, Juan Clemente y Francisco de la Puente. Este Maldonado fue el que Gonzalo Pizarro envió por mensajero a Su Majestad cuando estaba alzado (llevando probablemente unas justificaciones de su rebelión inadmisibles). Entonces los indios de guerra llegaron contra ellos, y el Maldonado, no habiendo visto unos hoyos grandes que seguían tapados, calló en uno de ellos con su caballo. Pedro Pizarro se arrojó adelante entre los hoyos resistiendo y apartando a los indios, y con esto Maldonado pudo salir del hoyo, él y su caballo bien lastimados, y se fue al Cuzco”. Pedro y los otros dos que quedaron de guardia siguieron atacando a los indios. En un momento dado sus dos compañeros se apartaron ya de la pelea, pero Pedro estaba obsesionado con hacer retroceder más a los indios: “Pedro Pizarro fue embebecido alanceando a los indios hasta el final del andén que allí había, y queriendo dar la vuelta en redondo, el caballo metió las manos en unos hoyos, y calló arrojando de sí a Pedro Pizarro. Viéndolo caído los indios de guerra, aguijaron sobre él, y un indio le tomó el caballo por las riendas y se lo llevaba”.

     (Imagen) Impresiona lo que cuenta Pedro Pizarro sobre las situaciones de alto riesgo. Menciona varias: “A Gabriel de Rojas le dieron un flechazo en las narices, entrándole la flecha hasta el paladar”. Ya dije de él que Rojas era un hombre muy valorado por su brillante historial y al que tanto almagristas como pizarristas lo respetaron mucho. Veremos enseguida que, al llegar Almagro al Cuzco, se pasó a su bando (aunque, años después, fue fiel a la autoridad de los virreyes). Quizá se debiera a que eran viejos amigos desde que salieron juntos hacia las Indias 22 años antes. Cuenta también Pedro Pizarro que tuvieron que salvar in extremis a un tal Maldonado que había caído de su caballo entre los indios. Parece que se trataba de DIEGO MALDONADO DE ÁLAMOS, natural de Dueñas (Palencia), quien, ciertamente, era uno de los sufridores del cerco del Cuzco. Ya vimos datos de él, pero añadiré algo más. Tenía largo historial como soldado en Indias y estuvo con Pizarro en Cajamarca cuando apresaron a Atahualpa. Aunque en el Cuzco aparentó seguirle la corriente a Almagro, hizo que pudieran escapar  de su prisión Gonzalo Pizarro y Alonso de Alvarado. Los Pizarro le recompensaron bien y él se mantuvo siempre a su lado en las guerras civiles, aunque no fue de los que resultaron duramente castigados por el virrey Pedro de la Gasca. Murió, ya anciano, el año 1570, siendo enterrado en el Cuzco. Quizá sus últimos pensamientos fueran sobre la historia del matrimonio furtivo de los Reyes Católicos, amparados en Dueñas por  la complicidad de los condes de Buendía.



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