martes, 3 de abril de 2018

(Día 659) También Pedro Pizarro considera un milagro que no se quemara la iglesia en la que estaban refugiados. Muchos indios abandonan temporalmente la lucha. Hernando Pizarro casi ahorca por cobarde a un español. Otro huyó adonde Manco Inca. Alonso Enríquez de Guzmán comienza a contar lo de las cabezas de los españoles.


     (249) También Pedro Pizarro ve la intervención divina, como Inca Garcilaso, en algo que ya nos contó este cronista: “Aconteció en el Cuzco un milagro, y fue que los indios deseaban mucho quemarnos la iglesia, echaron alguna piedra o flecha de fuego, y la iglesia, que era de paja, empezó a arder, y sin apagar nadie el fuego, él mismo se apagó; y acaecido, desmayaron los indios, y como se les acababa la comida, al cabo de cuatro meses de poner el cerco, empezaron a ir a sus tierras para hacer sus sementeras, sin que pudieran detenerlos sus capitanes. Luego supimos que un capitán indio que había estado en la fortaleza, que se llamaba Gualparoca, con parte de la gente que estaba en el cerco, lo envió Manco Inca a las Ciudad de los Reyes para que matase a los españoles que allí estaban con el Marqués don Francisco Pizarro, pero visto que  no podían con los españoles se volvieron a su tierra”.
    “Desde que nos pusieron el cerco hasta que tomamos la fortaleza, pasaría un mes, y en este tiempo se pasó el mayor riesgo. Cuando nos acometieron por todas partes y pusieron fuego, se nos escondieron dos españoles entre la paja que quitábamos para que no nos quemasen. Lo hicieron creyendo que ya nos llevaban los indios. Hernando Pizarro afrentó a uno de ellos, y al otro quiso ahorcar, y por sus ruegos lo dejó. Otro español se nos huyó a los indios, y lo llevaron adonde Manco Inca, y a este y al dicho Francisco Martín (en quien confiaba mucho) los tuvo consigo bajo vigilancia, pero no los mató”. Haciendo cuentas, el asedio ya duraba cinco meses. Si Inca Garcilaso nos dijo que fueron ocho, sin duda se refiere a que el cerco continuó después.
     También  el episodio de las cabezas cortadas lo cuenta don Alonso Enríquez de Guzmán, y como siempre, con estilo pintoresco y aportando datos de relieve, incluso con algunas variantes. Dando muestras de que, a pesar de su complicada biografía, era un hombre piadoso, él le agradece a la Virgen lo que ocurrió, porque llevaban mucho tiempo cercados en el Cuzco, sin noticias del exterior y con la moral por los suelos: “No quiero que quede en la oscuridad lo que Nuestra Señora la Virgen María hizo por nosotros en el santo día de su festividad, que cae a ocho de septiembre (día de su Natividad), alumbrando nuestros sentimientos y esforzando nuestros corazones. Llevábamos cinco meses cercados en el Cuzco por unos cien mil hombres, nos habían combatido muchas veces, quemado la ciudad, matado a  nuestro capitán general, Juan Pizarro, y a otros muchos cristianos, sin saber nada del Gobernador, que estaba a ciento cincuenta leguas de nosotros, teniéndole a él y a sus hombres por muertos, porque nos lo decían nuestros enemigos. Nosotros mismos no nos teníamos por vivos. Como hombres desesperados quisimos mandar a los mejores cincuenta de a caballo a saber si el Gobernador estaba vivo. Como había división de opiniones, se determinó que se hiciese según la voluntad de otro hermano del Gobernador que quedó por general (Hernando Pizarro). Los oficiales del Rey y los miembros del cabildo le pidieron que no enviase a la gente. Pero determinó enviarla al día siguiente, no faltándole razón porque era hombre cuerdo y pensaba  que en ello acertaba”.

     (Imagen) Vamos a jugar en PARES a investigadores (que es una gozada), porque apenas se dice nada de FRANCISCO MARTÍN. Hemos visto que, apresado por los indios, Manco Inca lo trataba bien y que le tenía mucha confianza. Pero lo más probable sería que Martín lo estuviera manipulando, porque es casi seguro que fuera él quien, haciendo teatro, le aconsejó al inca que les tirara a los españoles un saco con cabezas de soldados para desmoralizarlos, donde metió él ocultamente correspondencia española con noticias vitales para los sitiados en el Cuzco. Así supieron que Pizarro y su gente seguían vivos en Lima. Consta que era de Alburquerque, y eso, junto a otros pequeños datos, lleva a la conclusión de que tenía que tratarse de FRANCISCO MARTÍN  SOTÍN. El documento de la imagen, del año 1519, es parte de una hoja de registro de pasajeros para las Indias. He señalado en rojo lo que nos interesa: “Francisco Martín Soytín (por Sotín), hijo de Alonso Yáñez Sotín y de Beatriz Alonso, vecinos de la villa de Alburquerque, partió en la nao de Juan Martín”.  Se sabe también que Rodrigo Orgóñez lo liberó de las manos de Manco Inca. Pero en PARES viene otro dato triste: un año después murió (en1538), se supone que batallando, y sus herederos reclamaron sus bienes, que serían cuantiosos porque en 1533 había recibido su parte del tesoro de Atahualpa.



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