martes, 3 de abril de 2018

(Día 658) Terrible situación de Pedro Pizarro caído del caballo. No puede aguantar entre dos jinetes que lo llevan a volapié. Lo salva Rojas. Otros dos españoles en serios apuros. Los indios les lanzan un saco con cabezas de españoles. Pero contenía cartas escondidas por las que supieron que Pizarro y los suyos estaban vivos en Lima.


     (248) La situación era verdaderamente desesperada: “Levantándose Pedro Pizarro, puso mano a la espada, y embrazada su adarga, aguijó al indio que llevaba el caballo y diole una estocada por los pechos que lo derribó muerto. Como el caballo estaba suelto, huyó hacia el puesto donde los otros dos compañeros estaban. Los indios cercaron a Pedro Pizarro con hondas y lanzas, y él se defendía tirando cuchilladas, hiriendo y matando a algunos. Viendo sus compañeros el caballo suelto sin su amo, fueron a socorrerle, pasaron entre los indios, que eran muchos, y tomáronle en medio entre los dos caballos, y así le sacaron a volapié un trecho, y Pedro Pizarro, con el cansancio de la pelea, no podía ya correr, y les dijo que parasen porque se ahogaba, y que más quería morir peleando que ahogado. Y se paró, tornando a pelear, y los de a caballo hacían lo mismo, sin poder apartar a los indios porque estaban muy encarnizados. Creyendo que ya lo tenían preso, dieron una grita muy grande, porque esto hacían ellos cuando lograban alguna presa de español o de caballo. Oyendo esta grita Gabriel de Rojas, que andaba con diez de a caballo, acudió en su auxilio. Pedro Pizarro, como los demás, fue socorrido, aunque bien atormentado con golpes que le habían dado con lanzas y piedras, que si no fuera bien protegido, lo mataran, y así Pedro Pizarro se libró ayudándole Nuestro Seño Dios”.
     “A un Garci Martín le dieron una pedrada en un ojo y se lo quebraron, a un Cisneros le tomaron los indios el caballo, le socorrimos, y los indios cortaron las manos y los pies al caballo, al Cisneros lo tomó un buen soldado que se llamaba Juan Vázquez y lo echó encima de su caballo, porque él no pudo subir a sus ancas, y así le sacamos de entre los indios. Un Mancio Serra descuidose subiendo un andén y cayó por las ancas del caballo, llegaron los indios, se lo tomaron y le cortaron las manos y los pies, pues esto hacían a todos los caballos que tomaban peleando”.
     En el cerco del Cuzco les hicieron una entrega macabra y  al mismo tiempo interesante: “Llegó un escuadrón de indios y nos arrojaron un costal con cabezas secas y muchas cartas, con un jubileo (indulgencia plenaria papal que perdonaba todos los pecados) y noticias de la toma de la Goleta y Túnez (contra los turcos). Esto ordenó Manco Inca por consejo de un español que tenía preso, quien,  para que tuviésemos el jubileo y las noticias, le dijo que nos daría mucha pena ver las cabezas de los muertos. En este alzamiento de Manco Inca hubo más de trescientos  españoles muertos por los caminos, algunos cuando iban con poca gente los capitanes, como Gaete y Diego Pizarro, que enviaba el Marqués para ayudar a los del Cuzco, y otras gentes que iban sueltas en grupos pequeños, y en ese camino tomó Manco Inca al español que tenía consigo, que se llamaba Francisco Martín”. Veremos enseguida cómo lo cuenta Alonso Enríquez de Guzmán, explicando que la llegada de esas cartas evitó que Hernando Pizarro ordenara partir a algunos hombres para conocer la situación de Pizarro y su gente en Lima.  Supuso un gran alivio porque era sumamente arriesgado recorrer tan largo camino en aquel mar de indios alzados.

     (Imagen) Nos cuenta hoy Pedro Pizarro que los indios les lanzaron un saco con cabezas de españoles. Sin duda, ver los despojos de sus compañeros tenía que hacerles impresión, aunque sucediera otras veces. También los aztecas practicaron esa guerra psicológica. Bernal Díaz del Castillo mostró su emoción al reconocer, con sus barbas, a un amigo. Pero, para equilibrar las cosas, hablemos de la brava Inés Suárez. Fue a las Indias en busca de su marido y se enteró de que había muerto en el Cuzco luchando junto a Hernando Pizarro en la guerra de las Salinas (tras la que fue ejecutado Almagro). Esta asombrosa mujer se quedó en la ciudad a pesar del cerco de los indios. Se convirtió en amante de Pedro de Valdivia y fue con él a la campaña de Chile. Fundaron allá la ciudad de Santiago. Tuvo que salir Valdivia a repeler un ataque, dejando a Inés al mando de la población. Otros indios la cercaron de manera tal, que los españoles veían  inevitable el desastre. Pero Inés tomó una tremenda decisión: se cortó las cabezas a siete caciques presos y fueron lanzadas hacia las tropas indias. Quizá lo lógico fuera que reaccionaran atacando con más furia, pero Inés acertó: se retiraron desmoralizados. A esa durísima Inés, los soldados la querían como a una madre porque se desvelaba por ellos. La imagen muestra un documento relativo al cronista PEDRO PIZARRO. Por él sabemos que el año 1582 aún vivía en Arequipa (fue uno de sus fundadores), que su mujer se llamaba María Cornejo de Simancas y que daban un poder a su yerno Juan Manuel de Sotomayor, Caballero de Santiago, para cobrar unas rentas en España.



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