viernes, 13 de abril de 2018

(Día 667) Pedro Pizarro llega a decir (temerariamente) que Almagro había matado a dos hermanos de Manco Inca para congraciarse con él. Hernando Pizarro se da cuenta de que Almagro quiere aliarse con Manco Inca, pero lo cierto que este lo atacó, teniendo que volverse Almagro a Yucay (cerca del Cuzco).


     (257) Sigamos conociendo lo que cuenta Pedro Pizarro: “De allí a pocos días de recibir la noticia de que Don Diego de Almagro volvía de Chile, supimos que había llegado a Urcos, a seis leguas del Cuzco, y desde allí mandaba mensajeros para hacer tratos con Manco Inca, que era su amigo, como tengo dicho, por los dos hermanos que, según se dijo, le mató a ruego suyo antes de ir a Chile (nuevamente hace una dura acusación -que ya la soltó antes- no mencionada por otros cronistas)”. En lo que sí coinciden los cronistas es en que Almagro había tenido buena relación con Manco Inca antes de partir para Chile (también Pizarro) y trataba de establecer una alianza con él. Por eso mandó a Ruy Díaz que fuera a visitarle para proponerle algún trato. Pedro Pizarro lo cuenta, pero deforma los hechos: “Almagro envió a un Ruy Díaz como mensajero ante Manco Inca, para rogarle que saliese de paz, pues era su amigo. Llegado Ruy Díaz adonde Manco Inca estaba, le recibió muy bien”. Quizá fuera así, pero no menciona que Manco Inca estaba decidido a acabar con todos los españoles y apresó a Ruy Díaz (como ya comenté). Es cierto que Almagro planeaba fortalecerse aliándose  con Manco Inca, y hasta es posible que le alentara en ese sentido el inca Paullo, hermano suyo, con el que había compartido el largo viaje de dos años por Chile. En cualquier caso, Pedro Pizarro deja claro que pronto se produjo el enfrentamiento entre Manco Inca y Almagro, prueba evidente de que no existía tal relación de compinches por favores mutuos: “Mientras duraban estos tratos entre Manco Inca y Almagro, fueron falsos de parte del Inca, pues pensaba coger a los españoles divididos y matarlos. Salió mucha gente de guerra contra Almagro, y tras una pelea, se fue a Yucay (cerca del Cuzco), dejando parte de sus hombres fortalecidos en Urcos. Sabiéndolo Hernando Pizarro, nos mandó que fuésemos a Urcos para entender cuál era la causa por la que se había quedado allí, sin venir al Cuzco (no sabía que Almagro estaba en Yucay)”.
     “Pues llegados que fuimos a un llano que hay  a la entrada de Urcos, salieron algunos españoles a hablar con recato a Hernando Pizarro y le dijeron que Almagro no estaba allí porque había ido a verse con Manco Inca;  entonces entendió la mala intención con que venía, que era la de tomar el Cuzco por fuerza, no guardando el juramento que tenía hecho con su compañero, el Marqués, y habiendo podido poblar en Charcas, Arequipa y Chile, no lo hizo, aunque los suyos se lo pidieron, y se entendió que fue para venir con más pujanza a tomar el Cuzco, como lo hizo”. No hay duda de que Almagro, al fracasar en su campaña, rompió el casi sacrílego juramento de eterna amistad que habían hecho él y Pizarro antes de salir para Chile. Pero en esta dramática historia veremos que uno y otro van a recorrer un largo camino de negociaciones sin salida, con cartas marcadas, intentando conseguir dentro de la legalidad y la paz lo que deseaban, pero dispuestos a orillarlas si no quedaba  más remedio para lograr sus ambiciones. Va a ser un angustioso y lamentable espectáculo que nos brindará Cieza en su espectacular crónica. Una auténtica fatalidad.

    (Almagro) Qué poco le queda de vida a Almagro. Se va a meter en una batalla contra Pizarro en la que terminará ejecutado. Estaba tan deteriorado físicamente (por la edad y, entre otras cosas, también por la sífilis) que no pudo participar en ella, sino solamente ver desde un montículo el desarrollo de su catástrofe. Tuvo un enorme mérito su aportación a la conquista de Perú, y más todavía lo que padeció durante dos largos años en la terrorífica campaña de Chile, con el flamante título de  mariscal. También era gobernador, y la disputa con Pizarro por los límites de sus competencias provocará las guerras civiles, probablemente porque, aunque eran grandes conquistadores, ninguno de los dos tuvo sabiduría política. Es posible que, de no haber muerto el sensato clérigo Hernando de Luque, el tercer socio de la gloriosa empresa, no hubiese estallado el fatal conflicto. El sufrido Almagro tuvo siempre que luchar contra vientos desfavorables, y terminó trágicamente. Pero llegó a tocar el cielo cuando supo que Atahualpa había sido apresado después de NUEVE AÑOS de penas sin fin. Era tan grande lo conseguido, que, cuando llegaron al Consejo de Indias unas cartas del licenciado Espinosa y del deán de Tierra Firme contando aquel milagro, sus miembros le escribieron al secretario del Rey (texto de la imagen) diciéndole que, por parecerles todo tan extraordinario, no pensaban enviárselas a Su Majestad hasta que tuvieran una confirmación estricta de los hechos por medio de cartas de Pizarro y de Almagro.



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