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Garcilaso nos sitúa en los tres escenarios que estaban en ebullición
simultánea: las andanzas de Almagro en Chile, el cerco del Cuzco y el cerco de
Lima. El personaje de Manco Inca está infravalorado. Tuvo el mérito excepcional
de ser quien más dificultades ocasionó a los españoles, movilizando en su
rebeldía cientos de miles de indios, y logrando poner literalmente en jaque a
los invasores. Y todo ello a pesar de que solo tenía unos veinte años. Se le
puede considerar, con toda justicia, un emperador inca tan valioso o más que
los míticos Atahualpa y Huayna Cápac, porque se atrevió a batallar contra un
enemigo superior, frente al que fracasó, pero con honor, y habiendo estado
cerca de alcanzar la victoria. Tan cerca estuvo, que Pizarro se vio obligado a
llamar urgentemente a todos los capitanes que estaban en otras lejanas
campañas, como la de los chachapoyas y la de Quito, y a pedir desesperadamente
ayuda exterior, enviando cartas a Santo Domingo, México, Nicaragua y Panamá.
Inca Garcilaso, hablando de las andanzas
de Almagro por Chile, nos recuerda la traición que tenía preparada el gran
líder de los incas: “Atrás dijimos que el Príncipe Manco Inca envió un mensaje
a Chile avisando a su hermano Paullo y al sacerdote Villahoma de la
determinación que tenía de matar a todos los españoles que había en el Perú para
recuperar su imperio, y diciéndoles que ellos hiciesen lo mismo con don Diego
de Almagro y con sus hombres. Los mensajeros llegaron, pero Paullo y los suyos,
habiendo entrado en consulta, no se atrevieron a hacer cosa alguna contra los
españoles, por parecerles que tenían pocas fuerzas para acometerles a
descubierto por haberles ahogado y muerto el frío y la nieve más de diez mil
indios en la Sierra Nevada, como ya vimos. Tampoco se atrevieron a acometerles
de noche secretamente, porque veían que los españoles andaban vigilantes. Por
lo cual acordaron disimular su intención y servir a los españoles fielmente hasta
que se les ofreciese la ocasión de ejecutar su deseo. Pero cuando se vieron en
la población de Atacama, fuera ya de los despoblados de Chile, acordaron que
Villahoma huyese, y que Paullo se quedase, aunque solo fue para dar aviso a
Manco Inca de lo que los españoles quisiesen hacer contra él”.
Esto deja claro algo que parecía confuso.
Como veremos más adelante, Paullo Inca, por oportunismo o por convicción de que
la cristiana era una cultura superior, terminó aceptando el papel de emperador
nombrado por los españoles, e incluso bautizándose (ya lo comenté), rompiendo
totalmente cualquier implicación con la rebeldía de su hermano Manco Inca. Pero
todo indica que, durante su estancia en Chile, se mostró fingidamente
colaborador para llegar sano y salvo al Cuzco. De manera que, si no intentó
acabar con los españoles, fue porque le pareció una tarea imposible. Caso muy
distinto fue el de Villahoma, puesto que, llegado a Perú, se convirtió en una
figura estelar de la sublevación general liderada por Manco Inca.
(Imagen) En la imagen vemos una biografía
de MANCO INCA. Es uno de los héroes nacionales de Perú porque, con su rebeldía,
estuvo a punto de dar jaque mate a los españoles en su cerco del Cuzco y de
Lima. Pero hay que reconocerle también un mérito extraordinario al Sumo Sacerdote
VILLAHOMA, otro miembro de la familia real de los incas. Su influencia sobre el
jovencísimo Manco Inca era poderosa, y todo hace suponer que, aunque actuando
en segundo plano, fue él quien le quitó de la cabeza las absurdas ilusiones de
que los españoles le devolvieran todo el poder imperial sobre el pueblo inca, y
lo convenció de que, sin más dilaciones, se levantara en armas para acabar con
ellos. Había acompañado antes de forma astuta a Almagro en su viaje a Chile,
yendo junto a Paullo, un hermano de Manco Inca, con la retorcida intención de
que los miles de indios que llevaban destruyesen a los españoles. Pero no su
surgió la oportunidad. VILLAHOMA huyó, se juntó con Manco Inca, y fue, actuando
como capitán, un hombre decisivo en el impulso de la rebelión general de los
incas. A punto estuvieron de triunfar, pero se les tornó la suerte. En 1539 VILLAHOMA fue
apresado por los españoles y conducido a la ciudad del Cuzco. Tras negarse a
mediar para que Manco Inca se rindiera, PIZARRO lo mandó quemar vivo en el
valle de Yucay, junto a varios capitanes incas. He visto en PARES que, ya en 1543 (muerto también Pizarro), CARLOS V le escribió
a MANCO INCA (quien, al parecer, quería negociar una paz) diciéndole que se
presentara ante el virrey BLASCO NÚÑEZ VELA, que tenía orden de “no hacerlo
preso, sino, por el contrario, favorecerlo, honrarlo y hacerle mercedes”. De
nada sirvió, porque Manco Inca murió asesinado dos años después.
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