lunes, 16 de abril de 2018

(Día 669) Hernando Pizarro y los pocos que estaban con él se resistieron al ataque de Almagro, pero fueron rendidos quemando la casa. Los apresaron y luego soltaron a todos, menos a Hernando y a su hermano Gonzalo.


    (259) Sigamos con los penosos momentos que van a vivir el desesperado Hernando Pizarro y sus hombres: “Pues estando Hernando Pizarro en un galpón (cobertizo) en medio de las casas en que vivía, al oír el ruido de Almagro con su gente, él y los que le acompañaban salieron armados y se pusieron a la puerta. Queriendo Almagro y los suyos prenderle, estuvieron peleando un gran rato, y aunque los que estaban con Hernando Pizarro eran pocos, no pudieron entrar. Almagro llevaba más de trescientos hombres. Hernando Pizarro tenía poca gente porque, como he dicho, creyó que Almagro respetaría la tregua. Visto que Hernando Pizarro no se quería rendir, Almagro mandó poner fuego al galpón, que era de paja, y hasta que empezó  a caerse abajo con el fuego, no quiso entregarse, y lo hizo porque le dijeron que se condenaría si allí se quemaba (se supone que por falta de confesión, pues eran los incas quienes tenían ese temor por el hecho de ser quemados vivos). Almagro lo entregó al capitán Rodrigo Orgóñez y a algunos de sus amigos de los que más se fiaba, y lo metieron en una casa fortalecida y tapiada, en la que dejaron solo un postigo pequeño por donde cupiese un hombre”.
     Tomaron posesión completa del Cuzco y empezaron las precauciones y el mal trato: “Al día siguiente, los de Almagro nos llamaban traidores a los que estábamos con Hernando Pizarro,  siendo nosotros los que estábamos con Hernando Pizarro sirviendo a Su Majestad en la defensa del Cuzco contra los indígenas. Don Diego de Almagro mandó quitar las armas y los caballos a los sospechosos de enemistad y a los que estábamos con Hernando Pizarro. Asimismo, prendió a algunos amigos y parientes de Hernando Pizarro, como Gonzalo Pizarro, Pedro Pizarro, Alonso de Toro y otros, y así los tuvo algunos días, excepto a Hernando Pizarro y a Gonzalo Pizarro, pues no los soltó hasta después, como adelante diré (Gonzalo huyó)”.
     Así como Pedro Pizarro siempre adorna la figura de los Pizarro y critica ásperamente a Almagro, hay alguien que carga las tintas en sentido contrario: don Alonso Enríquez de Guzmán. A Francisco Pizarro lo respetó, e incluso le dedicará algunos elogios, pero  mostró un odio furibundo contra Hernando Pizarro. También estaba en el Cuzco, y en cuanto pudo, se pasó al bando de Almagro. Más que oportunismo de traidor, pareció ser la ocasión perfecta para abandonar a un Hernando Pizarro que le resultaba insoportable, quizá porque lo ninguneó a pesar de ser tan linajudo; pero Enríquez era mal enemigo, y aunque cuenta hechos ciertos, sus rencores dañan la objetividad. En cuanto a Almagro, que generalmente fue muy criticado por los cronistas, Enríquez lo ensalza de forma exagerada, elevándolo a un pedestal casi mítico. Recogeré bastantes cosas de las que cuenta Enríquez, pero no estará de más seguir ahora con la crónica de Inca Garcilaso, retrocediendo algo, y llegando después al punto en que estamos. Quizá sea el más equilibrado (junto con Cieza) al hacer juicios de valor sobre Pizarro y Almagro, reconociendo que los dos tuvieron grandes virtudes, pero sin ocultar los errores que cometieron.

     (Imagen) La imagen es parte de la primera página de una carta muy importante (abril 1538) que he encontrado en PARES, y que nunca he visto mencionada. Es de CARLOS V y va dirigida a DIEGO DE ALMAGRO. Le dice, entre otras cosas, que “volviendo Vos de la conquista de las tierras de vuestra gobernación, os habéis venido a la ciudad del Cuzco, adonde estaba Hernando Pizarro, hermano del gobernador Don Francisco Pizarro, con otros españoles en su compañía, los cuales estaban cercados de los indios naturales de la tierra…”. El Rey  le van contando lo que ocurrió, porque todo lo sabe: la exigencia de Almagro a Hernando para que le entregue el Cuzco, cómo terminaron los dos comprometiéndose a una tregua, y de qué manera Almagro la rompió violentamente, apresando a Hernando y a los oficiales de la Corona. Hasta cuenta que DON ALONSO ENRÍQUEZ DE GUZMÁN hizo algo más que pasarse al bando de Almagro, como contó en su libro. Hernando lo había enviado junto al licenciado Prado para negociar con Almagro. Y dice Carlos V (que conocía de sobra las ‘mañas’ de Enríquez): “Los cuales, dejando de hacer lo que se les había encargado y debían, se concertaron con Vos para entregaros la ciudad del Cuzco”. La carta tiene gran valor porque, en ese momento inicial de los conflictos, el Rey, con justo criterio jurídico, le ordena tajantemente y con amenazas a Almagro que le devuelva la ciudad a Pizarro. Se supone que la importantísima carta no llegó a tiempo a su destino. Empezaron las guerras y tres meses después Almagro fue derrotado. Lo que no se entiende es que HERNANDO PIZARRO (sin duda con la conformidad de PIZARRO) lo ejecutara de inmediato (julio 1538). De  no hacerlo, habrían tenido para siempre un respaldo de la Corona tan sólido como el que aparece en esta carta.



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