(1277) La rebelión fue intensificándose:
"No tardando mucho, los indios rebeldes asaltaron un pequeño fortín que
los españoles tenían en Maquegua, cerca
de La Imperial, degollaron a los indios amigos de los españoles que encontraron
allí, y lo prendieron fuego. Se rehízo pronto el fortín, pero los mismos indios
que habían sido fieles a los españoles, mataban a los soldados que lo
defendían. Los defensores de La Imperial tuvieron hasta fines de marzo cerca de
cincuenta hombres muertos, lo que era una pérdida enorme, dada la escasez de soldados".
La situación era especialmente dramática, ya que los vecinos se veían
desamparados: "En todo el tiempo transcurrido desde el principio del levantamiento general, los defensores de La
Imperial solo habían recibido de fuera auxilios casi insignificantes. El 27 de
marzo se reunía el cabildo de la ciudad y daba sus poderes a don Bernardino de
Mendoza para que se trasladase a Concepción y pidiese al gobernador interino
Viscarra los auxilios que se creían indispensables para la defensa de la
ciudad. Pero la gestión estaba condenada al fracaso. En medio de los apuros que
pasaba todo el país, su gobierno superior podía hacer bien poca cosa en favor
de las ciudades del sur. El gobernador interino les había enviado en febrero un
corto socorro de tropas que, según dos testigos, sirvieron de muy poco, ya que solo eran 48 hombres,
tan inútiles y desarmados que se reían los indios de ellos. Con este miserable
refuerzo se intentaba socorrer cuatro ciudades amenazadas por la formidable
insurrección de los indígenas".
Todo podía empeorar: "La Imperial pasó
luego por pruebas más dolorosas todavía. Los españoles tenían por amigos a los
indios que poblaban la ribera sur del río Cautín. En esos lugares, y a poco más
de dos leguas de La imperial, habían establecido un fortín con escasa
guarnición, y tenía la misión de amparar las estancias y los trabajos agrícolas
que allí existían. En los primeros días de abril se presentó allí un cuerpo
considerable de indios de guerra mandado por Anganamón. Sin tardanza, dieron
muerte a los seis españoles que hallaron allí, y a todos los indios amigos que
pudieron apresar. A consecuencia de esta operación de los bárbaros, los
defensores de La Imperial iban a hallarse incomunicados con las ciudades del
sur, como lo estaban ya con las del norte". Este comentario aclara algo
que mencioné como sorprendente: el hecho de que ningún español fuera a socorrer
a los vecinos de La Imperial. Al parecer, resultaría un suicidio intentarlo,
porque quedaron cercados por los indios, quienes, asimismo, y de forma multitudinaria, contralaban todos los caminos.
Por si fuera poco, el corregidor de La Imperial pecó de osado: "Ante este
peligro, el capitán Andrés Valiente
perdió toda su prudencia. Reunió 40 soldados, y se dirigió con ellos a reponer
el fuerte, pero los indios habían juntado guerreros en número veinte veces
mayor que el de los españoles. El 8 de abril cayeron sobre los soldados del
capitán Valiente cortándoles toda retirada posible. La lucha, que no debió de
ser larga, se terminó con una de las más desastrosas derrotas que habían
sufrido los españoles. Dos de estos lograron pasar a nado el río Cautín y
llegar sanos y salvos a La Imperial. Otros tres tomaron la fuga por las
llanuras orientales, y hallaron su salvación en la apartada ciudad de
Villarrica. Los treinta y cinco restantes, y entre ellos el mismo capitán
Andrés Valiente, fueron matados inhumanamente".
(Imagen) Las victorias que iban
consiguiendo los mapuches, y su extrema crueldad, tenían aterrorizados a todos
los españoles de Chile, siendo la ciudad de La Imperial la que estaba en el
centro del horror, aislada de las demás y acabando de sufrir la tragedia de la
muerte del corregidor Andrés Valiente y treinta y cinco de los escasos soldados
que llevaba consigo. El historiador Diego Barros nos dice: "Aquel desastre
produjo una impresión profundamente dolorosa en la ciudad. Los habitantes de La
Imperial celebraban esos días la Semana Santa. Persuadidos de que sus oraciones
podrían atraerles una protección sobrenatural, hicieron votos y procesiones,
pero la desgracia no cesaba de perseguir a los defensores de La Imperial. Uno
de esos mismos días, los indios de guerra, animados por los que habían sido
amigos de los españoles, hicieron su entrada en los barrios de la ciudad que
acababan de abandonar los vecinos, y se llevaron todos los objetos que
encontraban en las casas, sin hallar la menor resistencia en ninguna parte. En
los alrededores ejercían depredaciones mayores todavía, destruyendo las casas
de las estancias, robando los ganados y sembrando por todas partes la desolación
y el espanto. El corregidor de Valdivia, sin posibilidad de prestar a La
Imperial un auxilio más eficaz, juntó apenas veintidós hombres y los hizo
partir por el camino de tierra bajo las órdenes del capitán Liñán de Vera. En
las cercanías del río Toltén, fueron asaltados de improviso por los indios de
esta región, que hasta entonces habían sido pacíficos, y los mataron a todos
sin piedad. Después de tantos desastres,
la situación de los defensores de la ciudad era casi desesperada. El capitán
Hernando Ortiz, que había tomado el mando por muerte del corregidor, pasó
revista a sus tropas y sólo halló noventa nombres, incluyendo sacerdotes,
ancianos y enfermos, para atender a la defensa de la ciudad. Esperando todavía
socorros que en aquellos momentos no podían llegarle de ningún lado, había
hecho partir para Concepción el 9 de abril a don Baltasar de Villagrán y a fray
Juan de Lagunilla a dar cuenta al Gobernador de los apuros por los que pasaba
la ciudad. Esos emisarios, venciendo dificultades extraordinarias y escapando
felizmente a los mayores peligros en un territorio ocupado por los enemigos,
llegaron a Angol y de allí siguieron su viaje a Concepción, sin más resultado
que el de saber que el gobernador Viscarra no se hallaba en una situación más holgada
que la de los defensores de La Imperial, y que, por lo tanto, le era
absolutamente imposible prestar a esta ciudad los auxilios que pedía". En
la imagen, subrayadas, Santiago, La Imperial y ciudades afectadas por el terror
mapuche.
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