(1275) Si los tiempos pasados fueron una
batalla constante, los venideros van a ser mucho peores: "En esos mismos
días, la insurrección asomaba por todas partes. El capitán Miguel de Silva, que
mandaba en la ciudad de San Felipe de Arauco, se apresuró a convocar a una
junta a los caciques de todas las tribus comarcanas, y obtuvo de ellos la
promesa de permanecer en paz. Pero, como solía acontecer, los indios de la
costa continuaron juntándose para la guerra, y el 16 de enero de 1599 atacaron
Arauco unos mil guerreros. Miguel de Silva, encerrándose en el fuerte, se
defendió resuelta y felizmente de los ataques de los indios, dando tiempo a que
le socorrieran por mar. El 22 de enero llegó a Concepción el gobernador
interino (Pedro de Viscarra) con los pocos soldados que había sacado de
Santiago. El mismo día fondeaba en el puerto un buque que traía las provisiones
militares necesarias que había pedido en Perú el año anterior el capitán
Jerónimo de Benavides. Apenas repartidas esas municiones, llegaron a Concepción
noticias más alarmantes todavía. Se acababa de alzar toda la comarca vecina de
Angol, y luego la región en la que estaba situada la ciudad de Santa Cruz. El
caudillo Pelantaro (muy admirado por los mapuches, y autor de la muerte del
gobernador Martín García de Loyola), a la cabeza de unos mil doscientos
guerreros, se acercó esta plaza, y allí comenzó a ejercer sus depredaciones
sobre los indios que permanecían fieles a los españoles. La alarma cundió en
toda la región".
Estaban inmersos en una situación que
revelaba el temple de cada uno: "En medio del desaliento de muchos, no
faltaron algunos hombres firmes que estuvieran determinados a oponer una
vigorosa resistencia a los indígenas. El general Francisco Jufré, que durante
el gobierno del fallecido Martín García Óñez de Loyola había vivido retirado en
una estancia de las inmediaciones de Chillán, fue llamado por los vecinos de
Santa Cruz para dirigir la defensa de la ciudad. Contando con algunos refuerzos
enviados por el Gobernador, Jufré decidió atacar a los indios con un golpe de
audacia antes de que los indios juntaran mayores fuerzas. El día 7 de febrero
salió de Santa Cruz con cincuenta españoles y unos doscientos indios
auxiliares, y atacó a los enemigos. En el primer momento hicieron grandes
estragos en las filas de los rebeldes, pero pronto comenzaron a ceder ante el
mayor número, y se replegaron en la ciudad con pérdida de dos muertos y con
algunos heridos. Aunque los españoles no habían logrado una victoria, al menos alejaron de momento los peligros que
amenazaban Santa Cruz, pero Jufré se convenció de que sus tropas no poseían el
vigor que las circunstancias reclamaban. Entre sus soldados, muchos se habían
batido con todo denuedo, pero otros se mostraron acobardados".
Otro valiente capitán pagó con su
vida el atrevimiento de ir en busca de
datos sobre los preparativos de los indios: "El capitán Luis de Urbaneja que
mandaba una columna de cuarenta jinetes, se alejó con ellos para recoger
noticias del enemigo. Unos mil indios que estaban al acecho les salieron al
paso, y el combate no fue largo ni dudoso. Los españoles hicieron prodigios de
valor para defenderse, e incluso lograron abrirse camino entre los espesos
escuadrones de los indios, pero perdieron ocho hombres, y entre ellos al
capitán Urbaneja, que gozaba reputación de soldado muy valiente y experto. Tuvo
lugar aquel desastre el 11 de febrero de 1599. Habría sido de poca importancia
en otra ocasión, pero entonces abatió sobremanera a los españoles, y alentó la
soberbia de los bárbaros".
(Imagen) Veremos enseguida en acción al
capitán FRANCISCO HERNÁNDEZ ORTIZ PIZARRO, natural de Villacastín (Segovia). Se
sabe con exactitud que nació el año 1555, ya que se conserva el registro de su
bautismo: "En veintisiete de julio de 1955, yo, Sebastián Montero, cura
párroco de Villacastín, bauticé a Francisco, hijo de Francisco Hernández y de Inés
Pizarro, naturales de dicho lugar". El apellido Pizarro fue ganando
posiciones entre sus descendientes, y un nieto suyo, llamado Tomás Pizarro,
oidor de la Audiencia de Guadalajara (México), donó hacia el año 1675 una
imagen de la Virgen para la parroquia de Villacastín. Francisco se casó con
María Cortés de Monroy, nacida en La Serena (Chile), hija de un conquistador
famoso en Chile, Pedro Cortés de Monroy, nacido en Zarza (Badajoz), quien sin
duda fue pariente cercano del gran Hernán Cortés de Monroy, natural de
Medellín, a solo 30 km de Zarza. Francisco Hernández Ortiz llegó a Chile hacia
el año 1574, y dos hermanos que lo acompañaban murieron pronto. El año 1660, un hijo suyo, llamado Cristóbal
Hernández Pizarro (también conquistador), presentó un informe de sus servicios
a la Corona, y los de otros parientes suyos. En concreto, los que alegaba con
respecto a su padre fueron los siguientes: Intervino activamente en la llamada
guerra de Arauco (contra los mapuches). Tuvo más de cuarenta años de actividad
militar. Fue Capitán, Maestre de Campo
General (cargo superior de la milicia, con mando en todos los ejércitos),
fundador de la ciudad de Calbuco, Gobernador y vecino fundador de la ciudad de
Chillán, Corregidor de Villarrica en 1580, Corregidor de Osorno en 1583,
Corregidor de La Imperial, Corregidor y Justicia Mayor de Chillán en 1593,
Corregidor de Angol en 1594, Encomendero de Concepción en 1599, así como Cabo y Señor de las ciudades del
norte (La Imperial, Villarrica, Valdivia y Castro). El año 1603, los indios
huilliches (llamados también mapuches del sur) se rebelaron contra los
españoles y trataron de expulsarlos de su territorio, atacando previamente la
ciudad de Osorno para destruirla. Era sumamente urgente sacar de allí a los
vecinos para evitar una masacre, y fue el capitán FRANCISCO HERNÁNDEZ ORTIZ
PIZARRO quien, con sus hombres y con la
ayuda de indios amigos, logró proteger la huida de los supervivientes hasta
llegar a otra zona situada más al sur. Allí construyeron un fuerte militar, en
el que Francisco Hernández asumió el mando, durante un año, como gobernador del
archipiélago de Chiloé (en la imagen, se ve el escenario de los hechos). Hay
constancia de que FRANCISCO HERNÁNDEZ ORTIZ PIZARRO ya había muerto el año
1613.
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