(1261) Como esta crónica va poco a poco
llegando a su fin, el autor nos ampliará datos que ya aportó sobre el ex
gobernador de Chile ALONSO DE SOTOMAYOR, el cual, aunque cometió errores graves
al llegar a su cargo, luego fue enderezando el rumbo correctamente y alcanzó
notables éxitos. Precisamente la última ocasión para lucirse le vino al ser
sustituido en la gobernación de Chile por Martín García Óñez de Loyola. Veremos
enseguida cómo el virrey de Perú, García Hurtado de Mendoza, le encargó un
asunto verdaderamente peculiar: "Don Alonso de Sotomayor fue natural de
la ciudad de Trujillo (Extremadura), de padres y parientes muy ilustres. Se ejercitó
la mayor parte del tiempo de su vida en cosas de guerra en las alteraciones de
Flandes y algunos lugares de Italia, y finalmente vino a gobernar este reino de
Chile el año 1583, entrando por Buenos Aires (desechando la travesía
marítima del Estrecho de Magallanes), como se escribió al principio de esta
tercera parte. Metió en esta tierra cuatrocientos españoles, de cuyo número
fueron Francisco del Campo, que había sido sargento mayor en el tercio de
Lombardía y en los estados de Flandes, y Alonso García Ramón, que fue el primer
español que entró en la ciudad de Mastrique (Maastricht, guerra de Flandes)
donde fue alférez del capitán Hernando de Andrade, y los capitanes Francisco de
Cuevas, Tiburcio de Heredia y don Bartolomé Morejón. Y así mismo entraron en su
compañía otros muchos caballeros como fue don Luis de Chávez, el capitán Sancho
de Vargas, el capitán Francisco de Palacios, el capitán Herrera, Pedro de
Cuevas y el capitán Cristóbal de Morales, y finalmente Pedro de Castro que fue
en este reino soldado de mucha estima y mostró mucho valor en todas las
batallas, mayormente en las que se halló el maestre de campo Alonso García
Ramón, en cuya compañía anduvo siempre. Don Alonso de Sotomayor pasó muchos
trabajos en Chile sirviendo a Su Majestad y pacificó muchas tierras rebeladas,
después de lo cual fue al reino del Perú a verse con don García Hurtado de
Mendoza, marqués de Cañete, que había entrado en aquellos reinos como virrey el
año 1590, y volvió a Chile en el tiempo en que ya estaba allí como gobernador
Martín García Óñez de Loyola, caballero del hábito de Calatrava, el cual le
tomó el preceptivo juicio de residencia a Don Alonso, quien gobernó en Chile
nueve años y cuatro meses, desde el doce de abril de 1583 hasta principio de
agosto de 1592".
El cronista añade que, tras pasar el
trámite del llamado Juicio de Residencia, al que eran sometidos siempre los
funcionarios y políticos al dejar su puesto, Don Alonso de Sotomayor se
trasladó a Chile. Se supone que quedó libre de reproches acerca de sus
actuaciones como gobernador, pero no sabemos si su plan inmediato era el de
trasladarse a España, porque ocurrió algo imprevisto: "Terminado el juicio
de residencia, Don Alonso de Sotomayor volvió al Perú el año
1595. En este tiempo recibió en Lima el virrey marqués de Cañete una cédula de Su
Majestad en la que le avisaba de que en Inglaterra se estaba aprestando una
gruesa armada para atacar la tierra continental de Nombre de Dios y Panamá, por
lo que le pedía que mandase que la gente viajase con cuidado, de manera que no
los cogiese el enemigo desprevenidos. Y entendiendo don García que la cosa más
necesaria para prevenir este daño era el no faltar cabeza que dispusiese las
cosas con prudencia, puso los ojos en don Alonso de Sotomayor y le confió esta
empresa. Aunque don Alonso estaba muy cansado de tantas guerras y desasosiegos,
aceptó el cargo de capitán general y partió luego a Panamá con mucha munición y
artillería, llegando a su puerto a finales de noviembre de 1595".
(Imagen) Dado que Felipe II avisó de que
una armada de piratas ingleses había partido hacia las Indias para hacer el
mayor daño posible, el virrey de Perú, García Hurtado de Mendoza, nombró a DON
ALONSO DE SOTOMAYOR general del ejército que debería evitarlo. Oigamos al
cronista: "Don Alonso fue a Nombre de Dios (zona panameña) y se
fortificó con 600 hombres en el río Chagre, pero, por si los enemigos entrasen
por tierra, le dio 60 hombres al capitán Juan Enríquez Conobut (era holandés), el cual dispuso las cosas como
hombre eficaz y valeroso. Después llegaron al puerto de Nombre
de Dios 48 barcos ingleses, que habían salido de Plemoa (Plymouth) el 28
de agosto de 1595 con los generales Juan Aquines (Hawkins) y Francisco
Draque. Por orden de la reina Isabel de Inglaterra iban a tomar Nombre de Dios
y Panamá, que es el paso por el que las flotas de Castilla llevan plata a
España. Llegaron haciendo algún daño en los puertos de Margarita y Santa Marta,
aunque fue mucho mayor el que ellos recibieron en Puerto Rico, donde los
españoles les mataron al general Juan Aquines y a 300 hombres de su compañía,
por obra del capitán Sancho Pardo y los dos mil soldados con que contaba".
Los demás ingleses llegaron a Nombre de Dios el 6 de enero de 1596, donde Drake
apresó a algunos españoles, y desde allí envió por tierra a la ciudad de Panamá
a 900 hombres. Iban muy seguros de sí mismos, pero la tropa de Juan Enríquez
Conobut les salió al paso, mataron a sus dos capitanes, y, tras larga batalla, en
la que también participó el capitán Agüero, tuvieron que retirarse los ingleses,
dejando muertos a 190 de los suyos. Tras haber llegado también don Alonso de
Sotomayor con sus hombres, fueron todos juntos persiguiendo a los ingleses, los
cuales, antes de alcanzar Nombre de Dios, tuvieron otros 200 muertos y muchos
heridos: "Viendo el capitán Drake este estrago, desesperó
de conseguir su intento, y con la rabia que de ello tuvo, dio fuego a la ciudad
de Nombre de Dios, que, por ser sus casas de madera, se quemó fácilmente. Pero
le perjudicó hacerlo, porque algunos negros le atacaron cuando vieron las suyas
quemadas, y mataron a algunos de sus hombres, muriendo, además, otros de
pestilencia (el cronista olvida decir que uno de los que van a fallecer por
esa peste es Drake). De manera que Francisco Drake volvió a su tierra
menoscabado, enfermo y dejando siete hombres presos a manos de los españoles.
Con esta victoria, que sucedió el 10 de enero de 1596, ganó gran fama el
capitán Enríquez, y mucho más don Alonso, a quien el pueblo llamaba hombre
enviado de Dios, y no menos al virrey don García por haberle dado munición y
artillería".
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