jueves, 17 de marzo de 2022

(1673) La trágica muerte del gobernador García de Loyola (muy elogiado por Diego Barros) fue un durísimo golpe moral para los españoles. Con gran ánimo, le sucedió el ya anciano Pedro de Viscarra.

 

     (1273) Nos sigue contando el historiador Diego Barros: "La noticia del desastre de Curalaba se propagó con extraordinaria rapidez, sembrando en todas partes la consternación y el espanto. Los indios amigos que pudieron salvarse de la matanza llevaron el aviso a La Imperial, llegando prontamente a las ciudades más australes. En todas ellas se tomaron las medidas más enérgicas para defenderse. Uno de los indios que lograron escapar del teatro del combate, después de caminar sin descanso en dirección al norte, comunicó en Angol la triste noticia. El corregidor de la ciudad, Vallejo, envió al soldado Juan Donaire a dar el aviso a la ciudad de Santiago y a los lugares por donde tenía que pasar. Allí, en medio del   sobresalto,  el Cabildo y el vecindario reconocieron por gobernador interino al licenciado Pedro de Viscarra, el cual ejercía el mando superior mientras García de Loyola se hallaba en campaña".

     Después, Diego Barros Arana nos describe al sustituto: "Era Viscarra un letrado anciano que residía en América desde hacía más de cuarenta años, y que, como muchos otros individuos de su profesión, había ceñido la espada en las ocasiones de guerra que se habían presentado (fueron muchos los letrados y funcionarios, e incluso algunos clérigos, que empuñaron las armas en las Indias). Licenciado en leyes, pasó al Nuevo Mundo para abrirse una carrera lucrativa, se estableció en Nicaragua y allí contrajo un ventajoso matrimonio. En 1554, un aventurero llamado Juan Gaitán, que había sido desterrado de esa provincia, se alzó en Guatemala a la cabeza de una banda de facciosos, y, declarándose en abierta rebelión contra la autoridad real, volvió a Nicaragua, atacó y saqueó varias ciudades y amenazó a la de León, que era la más importante de todas. El licenciado Juan Caballón, que residía en ella y que ejercía el mando superior de la provincia, formó entre los vecinos una columna, con cuyo apoyo desbarató a los facciosos (de estos hechos ya hablamos hace mucho tiempo). Viscarra, que estuvo en ese conflicto, se distinguió en la batalla por su valor, y recibió una grave herida en un brazo. En Quito continuó sirviendo como militar para combatir al famoso Francisco Hernández Girón que se había sublevado en Perú. Obtuvo por ello diversos cargos administrativos, ejerciendo en Guatemala como relator de la Real Audiencia durante más de dieciocho años. Más tarde, en 1590, el virrey del Perú don Francisco de Toledo le confió el destino de teniente de gobernador y justicia mayor del reino de Chile. El gobernador Martín García de Loyola, que lo conoció de cerca, reconocía  sus cualidades, y no lo consideraba desprovisto de honradez, aunque creía que la avanzada edad lo imposibilitaba para administrar justicia acertadamente".

     Se sabe que Pedro de Viscarra nació en Sevilla, pero las fechas de su nacimiento que se barajan son disparatadas, por demasiado tempranas o demasiado tardías. Aunque Diego Barros no la indica, tiene razón al decir que, al sustituir al gobernador García de Loyola, era yan un anciano. A pesar de su edad, reaccionó con una energía sorprendente de cara a la gravísima situación que le correspondía manejar. Ordenó que se alistara a toda la gente que estuviera disponible, y decidió ir en persona al frente de las tropas, pero, al parecer, distribuyó recompensas con cierto favoritismo, por lo que algunos quedaron descontentos.

 

     (Imagen) Volviendo al momento fatídico de la trágica muerte del Gobernador de Chile MARTÍN GARCÍA ÓÑEZ DE LOYOLA, el día 23 de  diciembre de 1598, salta a la vista la diferencia que hubo en las conquistas de distintos lugares de las Indias. Donde había grandes imperios, terminaron por sucumbir, como ocurrió en México y en Perú. Sin embargo, en Chile, cuya población era tribal y peleona, regida por gran número de caciques, y destacando los mapuches por ser una bravísima multitud, los españoles no conseguían  imponerse por completo. El fatídico fracaso sufrido por el gobernador producirá un desplome casi total del dominio que se había conseguido en aquellas tierras. Escuchemos al historiador Diego Barros: "Se puede decir que la derrota y muerte del Gobernador fue la señal de un espantoso e inmediato cataclismo que puso al borde de una ruina completa toda la obra de la conquista de Chile. El trágico fin del gobernador Martín García Óñez de Loyola avivó hacia su persona las simpatías de casi todos los que tuvieron noticia de su muerte. En los documentos de la época se habla generalmente de él con respeto y con estimación. Se ensalzaba sobre todo su piedad religiosa. 'El gobernador pasado, escribía el padre Riveros en una carta que hemos citado anteriormente, era un hombre muy cristiano que se confesaba y comulgaba cada ocho días, honestísimo, amigo de gente virtuosa, muy circunspecto y mirado al gastar de la Real Hacienda, y muy cuidadoso en su gobierno, y sobre todo, gran trabajador en la guerra, pues, por acudir a ella, se olvidaba de su mujer y su hija casi todo el año, a pesar de tenerlas muy cerca de donde andaba'. Este retrato parece verdadero, pero es incompleto. García de Loyola, como lo testifican otros documentos, habría descollado entre los más devotos españoles del siglo XVI, desplegó siempre una gran actividad en el servicio militar, y soportaba con firmeza las privaciones de aquella guerra constante y sostenida que imponía tantos sufrimientos y fatigas. Su correspondencia revela que conoció muchos de los errores de la administración colonial, los abusos que se habían introducido y las crueldades de las que eran víctimas los indios, y que se propuso buscar el remedio contra tantos males. Pero se diría que su inteligencia militar no era suficiente para la situación en que se le había colocado, pues, sin comprender todos sus peligros, llegó a creer que la tranquilidad transitoria de los indios era la consecuencia de sus esfuerzos y de sus trabajos, y no percibió el abismo que amenazaba sepultar en su seno toda la dominación española en Chile". (Diego Barros parece olvidar la crónica escasez de soldados que el gobernador estaba sufriendo).




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