(1273) Nos sigue contando el historiador
Diego Barros: "La noticia del desastre de Curalaba se propagó con extraordinaria
rapidez, sembrando en todas partes la consternación y el espanto. Los indios amigos
que pudieron salvarse de la matanza llevaron el aviso a La Imperial, llegando
prontamente a las ciudades más australes. En todas ellas se tomaron las medidas
más enérgicas para defenderse. Uno de los indios que lograron escapar del
teatro del combate, después de caminar sin descanso en dirección al norte, comunicó
en Angol la triste noticia. El corregidor de la ciudad, Vallejo, envió al
soldado Juan Donaire a dar el aviso a la ciudad de Santiago y a los lugares por
donde tenía que pasar. Allí, en medio del
sobresalto, el Cabildo y el
vecindario reconocieron por gobernador interino al licenciado Pedro de
Viscarra, el cual ejercía el mando superior mientras García de Loyola se
hallaba en campaña".
Después, Diego Barros Arana nos describe
al sustituto: "Era Viscarra un letrado anciano que residía en América
desde hacía más de cuarenta años, y que, como muchos otros individuos de su
profesión, había ceñido la espada en las ocasiones de guerra que se habían
presentado (fueron muchos los letrados y funcionarios, e incluso algunos
clérigos, que empuñaron las armas en las Indias). Licenciado en leyes, pasó
al Nuevo Mundo para abrirse una carrera lucrativa, se estableció en Nicaragua y
allí contrajo un ventajoso matrimonio. En 1554, un aventurero llamado Juan
Gaitán, que había sido desterrado de esa provincia, se alzó en Guatemala a la
cabeza de una banda de facciosos, y, declarándose en abierta rebelión contra la
autoridad real, volvió a Nicaragua, atacó y saqueó varias ciudades y amenazó a
la de León, que era la más importante de todas. El licenciado Juan Caballón,
que residía en ella y que ejercía el mando superior de la provincia, formó
entre los vecinos una columna, con cuyo apoyo desbarató a los facciosos (de
estos hechos ya hablamos hace mucho tiempo). Viscarra, que estuvo en ese
conflicto, se distinguió en la batalla por su valor, y recibió una grave herida
en un brazo. En Quito continuó sirviendo como militar para combatir al famoso Francisco
Hernández Girón que se había sublevado en Perú. Obtuvo por ello diversos cargos
administrativos, ejerciendo en Guatemala como relator de la Real Audiencia
durante más de dieciocho años. Más tarde, en 1590, el virrey del Perú don
Francisco de Toledo le confió el destino de teniente de gobernador y justicia
mayor del reino de Chile. El gobernador Martín García de Loyola, que lo conoció
de cerca, reconocía sus cualidades, y no
lo consideraba desprovisto de honradez, aunque creía que la avanzada edad lo
imposibilitaba para administrar justicia acertadamente".
Se sabe que Pedro de Viscarra nació en
Sevilla, pero las fechas de su nacimiento que se barajan son disparatadas, por
demasiado tempranas o demasiado tardías. Aunque Diego Barros no la indica,
tiene razón al decir que, al sustituir al gobernador García de Loyola, era yan
un anciano. A pesar de su edad, reaccionó con una energía sorprendente de cara
a la gravísima situación que le correspondía manejar. Ordenó que se alistara a
toda la gente que estuviera disponible, y decidió ir en persona al frente de
las tropas, pero, al parecer, distribuyó recompensas con cierto favoritismo,
por lo que algunos quedaron descontentos.
(Imagen) Volviendo al momento fatídico de
la trágica muerte del Gobernador de Chile MARTÍN GARCÍA ÓÑEZ DE LOYOLA, el día
23 de diciembre de 1598, salta a la
vista la diferencia que hubo en las conquistas de distintos lugares de las
Indias. Donde había grandes imperios, terminaron por sucumbir, como ocurrió en
México y en Perú. Sin embargo, en Chile, cuya población era tribal y peleona,
regida por gran número de caciques, y destacando los mapuches por ser una
bravísima multitud, los españoles no conseguían
imponerse por completo. El fatídico fracaso sufrido por el gobernador
producirá un desplome casi total del dominio que se había conseguido en
aquellas tierras. Escuchemos al historiador Diego Barros: "Se puede decir
que la derrota y muerte del Gobernador fue la señal de un espantoso e inmediato
cataclismo que puso al borde de una ruina completa toda la obra de la conquista de Chile. El
trágico fin del gobernador Martín García Óñez de Loyola avivó hacia su persona
las simpatías de casi todos los que tuvieron noticia de su muerte. En los
documentos de la época se habla generalmente de él con respeto y con
estimación. Se ensalzaba sobre todo su piedad religiosa. 'El gobernador pasado,
escribía el padre Riveros en una carta que hemos citado anteriormente, era un
hombre muy cristiano que se confesaba y comulgaba cada ocho días, honestísimo,
amigo de gente virtuosa, muy circunspecto y mirado al gastar de la Real
Hacienda, y muy cuidadoso en su gobierno, y sobre todo, gran trabajador en la
guerra, pues, por acudir a ella, se olvidaba de su mujer y su hija casi todo el
año, a pesar de tenerlas muy cerca de donde andaba'. Este retrato parece
verdadero, pero es incompleto. García de Loyola, como lo testifican otros
documentos, habría descollado entre los más devotos españoles del siglo XVI,
desplegó siempre una gran actividad en el servicio militar, y soportaba con
firmeza las privaciones de aquella guerra constante y sostenida que imponía
tantos sufrimientos y fatigas. Su correspondencia revela que conoció muchos de
los errores de la administración colonial, los abusos que se habían introducido
y las crueldades de las que eran víctimas los indios, y que se propuso buscar
el remedio contra tantos males. Pero se diría que su inteligencia militar no
era suficiente para la situación en que se le había colocado, pues, sin
comprender todos sus peligros, llegó a creer que la tranquilidad transitoria de
los indios era la consecuencia de sus esfuerzos y de sus trabajos, y no
percibió el abismo que amenazaba sepultar en su seno toda la dominación
española en Chile". (Diego Barros parece olvidar la crónica escasez de
soldados que el gobernador estaba sufriendo).
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