jueves, 10 de marzo de 2022

(1667) Los cronistas Góngora Marmolejo y Mariño Lobera nos han llevado hasta el año 1592 de la historia de Chile. Pero lo que sigue es de dramática importancia, y continuaremos con el historiador Diego Barros Arana.

 

     (1267) Hemos terminado ya con la crónica de Pedro Mariño de Lobera, y su final es un gran elogio a la labor de pacificación que había hecho el gobernador Martín García Óñez de Loyola. Estaba siendo muy afortunada hasta entonces, pero al gobernador le va a costar muy cara su valentía, produciendo, además, consecuencias que afectarán a todos los españoles. Fueron hechos muy importantes que merecen ser conocidos y, para ello, a falta ya de cronistas de la época, utilizaré como apoyo la 'Historia  General de Chile' que escribió DIEGO BARROS ARANA, porque, entre otras virtudes, se le atribuyen la de ser muy objetivo. Según cuenta, el virrey de Perú, García Hurtado de Mendoza no confiaba mucho en las cualidades de Martín García de Loyola. Nunca creyó que fuera capaz de llevar a buen término  la misión que le encomendó Felipe II. Aceptó de mala gana reconocerlo como gobernador de Chile y no le facilitó la ayuda que necesitaba. Incluso llegó  pedirle al Rey  que lo sustituyera por otra persona más competente. Y añade Diego Barros: "Pero, aunque el virrey de Perú hubiera querido socorrer a Chile, los sucesos de que vamos a hablar más adelante se lo habrían impedido". El problema no era Martín García de Loyola, que lo estaba haciendo muy bien, sino los mapuches, como siempre.

     El historiador menciona a otro español que ya citó Mariño como unos de los hombres de confianza del gobernador García de Loyola. Se trataba de Miguel de Olaverría, con el que tendría buena amistad, ya que lo más probable es que fuera también vasco. De hecho, el gobernador, harto de la escasez que padecía de soldados, hizo un intento de conseguir ayuda del virrey de Perú, y para ello lo envió a Olaverría con esa petición. No hubo manera de convencer al virrey, y entonces Olaverría, a la desesperada, se presentó en enero de 1594 ante los oidores de la Audiencia de Lima, cuyas influencias eran poderosas. Y, para hacerles comprender lo desesperado de la situación, les presentó un informe (que todavía se conserva en los archivos oficiales) muy detallado y lleno de sensatas  razones, que hoy nos hacen comprender lo difícil que era vivir en Chile. Dice Diego Barros: "Exponía allí las penurias por las que pasaba Chile, la extraordinaria disminución de sus tropas por causa de la guerra, de las epidemias y de la deserción o abandono del país, la gran pobreza que se padecía, así como el peligro que había de que se despoblasen sus ciudades y de desaparecer todo lo realizado durante la conquista, si no se le prestaban los socorros más indispensables. En consecuencia, pedía que se enviasen a Chile quinientos soldados de refuerzo, sesenta mil pesos en dinero para pago de sueldos atrasados, y otros cuarenta mil cada año hasta que se consumase la pacificación definitiva del país. Todo ello dejaba ver la urgencia que había en socorrer al gobernador de Chile".

      Pero el  virrey se opuso a enviar gente a Chile, alegando además que, debido a la mala fama de la situación en aquellas tierras, provocaría el rechazo de los españoles de Perú, y prefirió que se reclutaran unos trescientos hombres en Panamá. Por si fuera poco satisfactoria esta situación, los oidores de la Audiencia de Lima tomaron otro acuerdo que luego ocasionó graves problemas en Chile. Esto es lo que decidieron: "Ordénese al Gobernador Martín García de Loyola, por ahora, que no utilice a los vecinos de las ciudades de aquel reino para la guerra, ni les cobre derramas para ella, y que solamente les obligue a que cada ciudad de la comarca envíe la cantidad de comidas, de los frutos de sus haciendas, que fuesen necesarias".

    

     (Imagen)  La crónica de Pedro Mariño de Lobera termina con la llegada, a finales de 1592, del nuevo gobernador de Chile, Martín García Óñez de Loyola. Corregida por el jesuita Bartolomé, estaba lista para ser publicada el año 1593 (pasaron siglos hasta que se pudo ver impresa). Y la termina alabando los importantes éxitos que en pocos meses consiguió el gobernador. Pero pronto dará todo un vuelco dramático en Chile, y, a falta de crónicas de la época, me apoyaré en el texto del historiador chileno DIEGO BARROS ARANA, aunque llegando solamente hasta donde tenga interés el proceso de la narración. Este historiador nació en Santiago de Chile el año 1830, y murió, también allí, en 1913. Tuvo una vida  muy intensa y fructífera. Utilizaré para este trabajo su obra más importante, titulada HISTORIA GENERAL DE CHILE (contiene 16 tomos que fue publicando desde 1884 hasta 1902). Sus primeros estudios no tuvieron nada que ver con temas históricos, pero, como ávido lector, fue adquiriendo conocimientos que le despertaron el interés por los tiempos pasados de Chile, y la Historia se convirtió en su verdadera vocación. Ejerció en puestos académicos importantes, que derivaron también en actividades políticas, campo en el que se mostró siempre como un firme liberal, lo que incluía una dura oposición a las influencias religiosas. Ejerció asimismo como mediador diplomático, siendo una de sus misiones la de resolver el conflicto entre Chile y Argentina sobre el reparto de la Patagonia. Es curioso que tuviera varios amigos de apellidos vascos, lo que quizá se debiera a que su ascendencia lo fuera, ya que tenía como segundo el de Arana. DIEGO BARROS ARANA era un hombre muy apreciado porque sus grandes méritos no estaban reñidos con la sencillez. El crítico literario, escritor y político chileno Pedro Nolasco Cruz Vergara dijo de él: "Es muy raro encontrar un autor que conozca bien los límites de su ingenio, que prometa únicamente lo que puede cumplir y que cumpla lo que promete. Esta probidad tiene su recompensa. El que ejercita sus facultades en la esfera que le corresponde y no se empeña en aplicar las que no están a su alcance, consigue desarrollarlas en sumo grado, y hará bien cuanto haga. A esa clase de escritores pertenece Diego Barros Arana". Y, recientemente, Luis Emilio Rojas, autor del libro Biografía Cultural de Chile, añadió: "Diego Barros Arana es el punto obligado, la referencia precisa, la síntesis de nuestro pasado y la base fundamental de cuanto trabajo de esta misma naturaleza se haya editado posteriormente".




No hay comentarios:

Publicar un comentario