miércoles, 9 de marzo de 2022

(1666) Se nos acaba aquí la crónica de Pedro Mariño de Lobera, y lo hace con una gran alabanza al gobernador Martín García Óñez de Loyola (que pronto morirá). Pero seguiremos contando la aventura de Chile recurriendo a un historiador chileno.

 

     (1266) Por su parte, el gobernador Martín García de Loyola no bajaba la guardia y tenía entre ceja y ceja el empeño de continuar acosando a los mapuches: "Fue a la sierra del Aulamilla, donde estaban los indios, y, aunque era difícil entrar, por haber mucho boscaje, le mandó al sargento mayor Miguel Olabarría (fue autor de un informe sobre la situación de Chile) que atacase con sesenta arcabuceros,  y lo hizo tan resueltamente, que a la primera rociada echaron a los indios del fuerte quedando algunos de ellos muertos, y asimismo resultaron heridos diez españoles, uno de los cuales fue el sargento mayor, sufriendo dos heridas de las que estuvo manco más de ocho meses".

     Pelear no era suficiente para el gobernador, pues pensaba en más cosas: "Llegado el año de 1595, fundó Martín García Óñez de Loyola una ciudad en la zona de Millapoa, que está junto al río Biobío, y le dio el nombre de Santa Cruz de Óñez. Esta población fue de suma importancia para tener a los indios a raya, pues hasta entonces eran señores de todas las tierras próximas a Concepción de la otra parte del río. Y con ello se han sometido, quedando pacificados no solamente los indios de ambas vegas, sino también los de Arauco, Talcamavida, Mareguano, Laulamilla y Chipimo, que son más de las dos terceras partes de los indios que Loyola halló rebelados en Chile. Y para tenerlo más asegurado, fabricó en el otro lado del río el fuerte de Jesús, para imitar a su tío (tío abuelo) Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, y por más asegurar el territorio con este divino nombre".

     Pero nunca faltaba algún sobresalto: "Contra esta fortaleza vino un indio llamado Nangalién, que era un capitán valerosísimo y cacique de la provincia de Mareguano. Le habían facilitado el acceso los indios que acababan de ser pacificados, ya que seguían viendo con malos ojos a los españoles. Llegó un día al amanecer con trescientos hombres, cogiendo descuidados a los españoles, que eran solo veintidós. Dio la alarma el centinela sin que se hallase hombre vestido, salvo un soldado viejo llamado Ríos que acudió al portillo por donde ya los indios iban entrando. Derribando dos de un arcabuzazo, puso luego mano a su espada y detuvo el ímpetu de los demás peleando varonilmente. A esto acudió el capitán llamado don Juan de Rivadeneira, y por otra parte fueron los soldados a la puerta principal, que estaba ya casi derribada, y, en particular, Juan Gajardo impidió a los indios que acabasen de derribarla oponiéndose con un mosquete con que mató a muchos enemigos. Viendo los enemigos cuan mal les iba en este asalto, se retiraron, aunque no muy escarmentados, pues tornaron a hacer de las suyas. Por esta causa decidió el gobernador perseguir a este cacique, y envió al sargento mayor Olaverría a darle una trasnochada con cuarenta y cinco hombres en la provincia de Mareguano. Tuvo el sargento buena mano en este lance, porque, entre otros indios, prendió a un cuñado del cacique Nangalién llamado Neretalia, y después de esto fue apresado un hijo del mismo Nangalién, lo cual sintió tanto su padre. que hubo de presentarse en son de paz con todos los suyos, con lo cual quedó la tierra muy tranquila".

 

     (Imagen) Terminamos ya la crónica de Pedro Mariño de Lobera, pero seguiremos con otras fuentes porque es importante hablar de lo que ocurrió después. Estas son las últimas palabras del narrador: "Mucho es de estimar en esta parte la prudencia y ánimo de Martín García de Loyola, pues, en menos tiempo, con menos gente y medios y con ninguna experiencia en cosas de Chile, ha logrado lo que otros gobernadores no pudieron, y se ha mantenido en paz y con el respeto de todos. Se ha atrevido a cosas extraordinarias, como salir solo a hablar con algunos indios rebelados sobre la paz. estando a vista de ambos ejércitos". Luego el cronista alaba una tomadura de pelo con la que el gobernador engañó a los temibles mapuches. Para bajarles los humos, los retó a un enfrentamiento un día determinado, que aceptaron con entusiasmo y seguros de vencer. Pero el gobernador llegó a propósito al lugar con sus hombres tres días antes, encontró a unos indios despistados y les dijo que fueran adonde sus caciques y les dijeran que los consideraba unos cobardes por no haberse presentado. El caso es que los caciques, al recibir el mensaje, quedaron perplejos, pensando que habían entendido mal la fecha, y se sintieron avergonzados de haber dado esa imagen de temerosas gallinas. Dicho lo cual, el cronista termina su texto de esta manera: "Para remate de esta historia, advierto que es mucho de ponderar el tesón de los indios, pues nunca se ha visto que ninguno de ellos se rinda ante un español, aunque le cueste la vida. Suele ocurrir estar un indio ante dos o tres españoles armados y no rendírseles hasta morir. Porque lo que más les duele de todos sus trabajos, es servir a gente extranjera, y, para evitar esto, llevan sustentando la guerra desde hace casi cincuenta años. Por lo cual han padecido tanta disminución, que, donde había mil indios, apenas se hallan ahora cincuenta. Y por esta causa está la tierra muy empobrecida y miserable, sin otro remedio más que la esperanza del cielo. Concluyo diciendo que el escribir muchos libros es cosa sin propósito, y que lo que importa es que oigamos este razonamiento: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque Dios ha de nivelar todas las cosas en su juicio y sentenciar lo bueno y lo malo según la balanza de su justicia. Y si este santo temor hubiera sido el impulso con que se conquistaron estos reinos, no estuviera esta historia llena de tantas calamidades como el lector ha leído en ella. Ojalá quiera Dios poner en todo su piadosa mano, para que en los corazones haya más amor suyo y más feliz prosperidad en los acontecimientos". Buen consejo final, pero añadido, probablemente, por el jesuita Bartolomé de Escobar.




No hay comentarios:

Publicar un comentario