(1274) Muerto el gobernador Martín García
Óñez de Loyola, y dado el caos social producido por los temibles mapuches, era
de suma urgencia nombrar un sustituto, y hacerlo en Chile, a la espera de que
se diera la conformidad desde España, o fuera escogido allí otro candidato como
gobernador oficial. Así que nadie se opuso a que, para salir del atasco,
cogiera el mando supremo el veterano Pedro de Viscarra, para lo que, sin duda,
tuvo que echarle mucho valor: "Todos los esfuerzos del gobernador
interino, y todo el apoyo que le prestó el Cabildo, produjeron un resultado muy
poco consolador. La ciudad de Santiago había enviado a la guerra dos meses atrás
una columna de sesenta soldados. Ahora puso sobre las armas otros setenta
hombres, a los cuales proveyó con las pocas municiones que se pudieron reunir.
En los primeros días de enero de 1599, partía para el sur el capitán Alonso Cid
Maldonado con una parte de esas tropas, mientras el resto se preparaba para
salir de campaña con el mismo Viscarra. Comprendiendo perfectamente que esos
socorros eran del todo insuficientes para sostener la dominación española, el
Cabildo y el gobernador interino acordaron despachar inmediatamente a Lima al
capitán Luis Jufré para que diese cuenta al Virrey de los últimos desastres de
la colonia, y le pidiese firmemente (por enésima vez) los auxilios
indispensables con que continuar la guerra. Mientras tanto, cada día llegaban a
Santiago noticias más alarmantes. Se decía que la insurrección de los indígenas
se hacía general y formidable, y que todas las ciudades del sur corrían peligro
de desaparecer si no eran oportunamente socorridas. Viscarra tomó
apresuradamente sus últimas medidas. Dio al capitán Gaspar de la Barrera el
cargo de corregidor de Santiago, con el
mando militar de la ciudad, y al licenciado Francisco Pastene el de teniente de
gobernador. Por fin, el 12 de enero de 1599 se ponía él mismo en marcha para
Concepción al frente de las pocas tropas de que podía disponer".
La rabia de los multitudinarios mapuches iba a desparramarse mortíferamente
como la lava de un volcán: "Las ayudas que llevaba el Gobernador eran totalmente
insuficientes para poner remedio a la situación creada por el desastre de
Curalava. Los indios de Purén, conscientes de la importancia de su victoria, contagiaron
su entusiasmo a todas las tribus próximas, y por todas partes se avivaba la
insurrección. Los españoles, por su parte, se veían forzados a encerrarse en
las ciudades y fortines, lo cual alentaba a los indios, haciéndoles comprender
el miedo que reinaba entre sus opresores. Parece ser que los escasos refuerzos
enviados del Perú desmoralizaban al ejército de Chile, ya que, entre los
llegados, había numerosos soldados que huían sin pelear. Sin embargo, los
indios abandonaron las fiestas y borracheras con que solían celebrar sus
triunfos, continuaron sus ataques en los alrededores de Angol, sobre todo en el
fuerte de Longotoro, y en un corto
combate, dieron muerte al jefe de la guarnición y a uno de sus soldados. El
capitán Vallejo, que salió de Angol en socorro de ese fuerte, salvó a sus
defensores de una muerte segura, pero, convencido de que no podría
resistir los nuevos ataques de los
indios, ordenó que fuera abandonado".
(Imagen) Confiando en la notable
personalidad de LUIS JUFRÉ DE LOAYSA Y MENESES, Pedro de Viscarra, el
gobernador interino de Chile, lo envió a Perú para pedir, una vez más y con
verdadera angustia, soldados de refuerzo para luchar contra los mapuches. Luis
era digno hijo de su padre, el gran Juan Jufré, quien, entre otros grandes
méritos, fundó, como ya vimos, la ciudad de San Juan de la Frontera, en
territorio argentino. Luis vino al mundo el año 1566 en Santiago de Chile y era
criollo (siendo el menor de ocho hermanos), por ser su padre español, y su
madre, doña Constanza Aguirre de Meneses, nacida en Talavera de la Reina (era
hija de Francisco de Aguirre, temporal gobernador de Chile, y del que ya hablamos
extensamente). Luis se había casado con Francisca Ortiz de Gaete, sin duda
pariente cercana de la trágica y paciente Marina Ortiz de Gaete, viuda (y, sin
saberlo, desde que se casó, pues no volvió a ver a su marido) del desafortunado
Pedro de Valdivia. Hablemos del mejor recuerdo que dejó LUlS JUFRÉ, pues nos
servirá de ejemplo de cómo muchas poblaciones de América se sienten
orgullosas de los españoles que las
fundaron y continúan mostrando su agradecimiento, como vemos en la imagen. El
municipio de Medina de Rioseco (Valladolid),el año 2018, publicó la siguiente
reseña: "El 25 de agosto de 1594
Luis Jufré, hijo de Juan Jufré, natural de Medina de Rioseco, fundó en
Argentina San Luis de Loyola Nueva Medina de Rioseco. Este 23 de agosto, 424
años después, el alcalde de Medina de Rioseco, David Esteban, ha recibido las
llaves de la ciudad en Argentina, de parte de su intendente, Enrique Ponce,
abriendo con ellas la puerta de la historia común que comparten ambas villas.
'Los puntanos (gentilicio de San Luis de Loyola Nueva Medina de Rioseco) tienen
las puertas abiertas de su 'civitas mater', como ellos dicen, y los riosecanos
lo mismo de la de San Luis', ha señalado Esteban en declaraciones a Noticias
Castilla y León". LUIS JUFRÉ DE LOAYSA Y MENESES tuvo la oportunidad de
fundarla porque el gobernador de Chile, Martín García Óñez de Loyola (a quien
acabamos de ver morir), lo envió como teniente suyo a la región, hoy día
argentina, de Cuyo, donde su padre ya había fundado la ciudad de San Juan de la
Frontera. La que él estableció es conocida como San Luis, cuenta actualmente
con unos 300.000 habitantes, y tenía el valor estratégico de ser una paso
directo hacia Buenos Aires. Veamos por qué fue 'bautizada' con un largo nombre:
"San Luis (el santo de su nombre) de Loyola (el apellido del gobernador)
Nueva Medina de Rioseco (en memoria de su padre)". LUIS JUFRÉ murió en
Santiago de Chile el año 1611.
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