(1265) Ya hemos hablado de ello, pero el
cronista nos explica cómo se dio la alarma de que se acercaban piratas ingleses:
"El gobernador Martín García de Loyola envió al capitán Juan Martínez de
Leiva en una galizabra (embarcación de vela latina) para que descubriese
a cierto corsario inglés que andaba costeando este reino, al cual apresó
después en el Perú el marqués don García Hurtado de Mendoza, virrey de aquel
territorio, enviando para ello a su cuñado don Beltrán de la Cueva, hijo del
conde de Lemos. Fue este viaje de Juan Martínez de Leiva de mucha importancia,
porque dio aviso en el Perú de la entrada de este corsario por el Estrecho de
Magallanes, con lo cual se pudieron preparar las cosas necesarias para cogerlo.
Hecho esto, se fue el gobernador Martín García de Loyola a Concepción donde
invernó, y llegada la primavera, que entra por setiembre, recogió los pocos
soldados que había y se fue con ellos a las ciudades del norte, donde anduvo
multiplicando su gente. Habiendo juntado doscientos hombres, volvió con ellos a
Talcamavida y Mareguano talando las sementeras de los indios y matando muchos
de ellos. De manera que, por esto y por la singular prudencia con que procedía
en todas las cosas, vinieron los indios de las riberas de Biobío en son de paz,
cosa que no se había visto en estas tierras desde los tiempos del gobernador
don García de Mendoza. Con este feliz suceso se quedó allí hasta el año 1594".
Como siempre, en Chile uno de los
problemas más graves era la falta de suficientes soldados para mantener
pacíficos a los contumaces indios. El gobernador, una vez más, quiso obtenerlos
del virrey de Perú, y envió con esa misión al maestre de campo Alonso García
Ramón. El virrey no pudo conseguirle lo que le pedía, y, tras regresar de vacío
el mes de marzo de 1594, el gobernador Martín García de Loyola se empeñó en
encontrar alguna solución: "Le encargó de nuevo al maestre de campo la
búsqueda de soldados, pero esta ver en la ciudad de Santiago, y, por su parte, él mismo en persona fue a las ciudades del
norte, y, habiendo juntado doscientos veinte hombres, hizo maravillosas campañas
en las provincias de Mareguano y Talcamavida durante todo el año. En una de ellas, sabiendo que había una junta
de enemigos en la ciudad de Purén, fue allá con 130 hombres y acometió a los
enemigos, que serían unos 300, y aunque halló ser la ciénaga casi inexpugnable,
por la que no se podía entrar a caballo, se metió en el agua y le mandó al
capitán Antonio Recio que le siguiese, quedando detrás los de la arcabucería
para que los indios no molestaran a los nuestros. Y de esta manera, ganó este
capitán el sitio de la ciénaga con muerte de muchos contrarios. Aun así,
recibieron algún daño los españoles y en particular el capitán Antonio de
Galleguillos a quien dieron un flechazo en un ojo. Era este capitán corregidor de La Imperial, lo
cual dio ánimo a los indios para atacar la ciudad, viendo que estaba herido
quien era su cabeza. Se juntaron doscientos indios de a caballo, entraron
dentro de ella corriendo todas las calles y quemaron muchas casas, sin poder
impedírselo los soldados del pueblo, que eran más de cien. No obstante, se levantó el herido corregidor,
acaudilló a su gente, y fueron en seguimiento de los indios, los cuales, en su
retirada, iban a matando muchos de los yanaconas que luchaban junto a los
españoles".
(Imagen) El cronista acaba de ensalzar el
coraje de ANTONIO DE GALLEGUILLOS por haberse puesto, a pesar de sus heridas,
al frente de los soldados que había en La Imperial. Tenía el cargo principal de
la ciudad, el de corregidor, lo que ya dice mucho de su valía. Sin embargo han
quedado pocos datos biográficos suyos. Quizá pase a la historia por el hecho de
que fue uno de los que murieron, el 24 diciembre de 1598, en la decisiva
batalla de Curalaba, donde veremos que también perdió la vida el gobernador
MARTÍN GARCÍA ÓÑEZ DE LOYOLA. Esa
victoria mapuche va a cambiar por completo los planes de los derrotados.
Los españoles dejarán, durante largo tiempo, de insistir en someter a indios
tan bravos, brutales y tercos, y se limitarán a defender las ciudades que
habían fundado. El corregidor Antonio de Galleguillos era un criollo nacido en
Osorno (Chile) hacia 1560, e hijo del capitán y funcionario español Alonso de
Galleguillos. Pero la trágica muerte de un soldado no solía suponer el final para
los logros de sus descendientes, porque
casi siempre había alguno que cogía la antorcha del fallecido.
Primeramente lo hizo su yerno, Álvaro Gómez de Astudillo, el cual ejercía como
maestre de campo, pero quien más destacó fue un
hijo de este y nieto de Antonio de Galleguillos, llamado casi como él:
ANTONIO GÓMEZ DE GALLEGUILLOS, de quien daremos algunos datos. Nació en La Serena (Chile) el año 1638, siendo
ya su familia muy acaudalada, y allí se casó en 1564 con Catalina de Riberos y Castilla (también
en buena posición social), bisnieta del gran conquistador Francisco de Aguirre
(antiguo gobernador de Chile al morir Pedro de Valdivia), naciendo del
matrimonio doce hijos, y llevando todos los apellidos de 'Galleguillos Riberos
de Castilla' (cosa poco frecuente entonces porque los hermanos tenían a veces
apellidos diferentes). No solamente fue un capitán de caballería y maestre de
campo que se lució en las batallas, además de corregidor y alcalde de La
Serena, sino que también se dedicó a actividades muy lucrativas, entre otras,
las de la minería, los negocios financieros, la ganadería (siendo tu trabajo de
mucha importancia para la creación del caballo típicamente chileno) y la
agricultura, con cultivos de trigo, oliva y vid, consiguiendo en esta faceta
elaborar productos que dieron prestigio al vino chileno. Lo cual no fue una casualidad,
ya que Antonio Gómez de Galleguillos demostró ser un empresario meticuloso y
preocupado en extremo por el detalle. ANTONIO GÓMEZ DE GALLEGUILLOS falleció el
año 1695 en La Serena, siendo enterrado en la iglesia de San Francisco, donde había
instalado un panteón familiar.
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