(1270) Pero, aunque el virrey García
Hurtado de Mendoza parecía querer ningunear al gobernador de Chile, Martín
García de Loyola, tenía, además, una razón de peso para hacerlo, y se vio
enseguida cuando llegó el nuevo virrey, Luis de Velasco, recién terminado su
mandato en México, también como virrey. El mismo Diego Barros nos lo
cuenta: "El nuevo Virrey de Perú
tomó el mando el 24 de julio de 1596. Enterado de la azarosa situación en que
se hallaba el reino de Chile, mandó inmediatamente hacer levas para formar una
columna de tropas, cuyo mando confió a su propio sobrino (otros dicen que
era primo carnal) don Gabriel de Castilla, mancebo de pocos años que
merecía todo el afecto del Virrey. Pero cuando se levantó la bandera de
enganche, y cuando el tambor llamaba a los voluntarios, las gentes abandonaban
los pueblos huyendo del servicio militar, y sobre todo negándose a servir en un
país cuya guerra de casi medio siglo infundía por todas partes el desaliento y
el terror (Chile era un infierno). Los agentes del Virrey se vieron en
la necesidad de pagar adelantados a cada soldado ciento cincuenta pesos, y a
prometerles con toda seriedad que el servicio no duraría más de un año. Aun
así, sólo fue posible reunir doscientos quince hombres, muchos de los cuales
eran muchachos inútiles todavía para el servicio militar. Esa columna partía
del puerto del Callao (Lima) el 11 de octubre de 1596 con el propósito
de alcanzar a servir en la campaña que debía emprenderse en Chile el verano
próximo (que allí comienza en diciembre). Un mes más tarde llegaban a
Valparaíso esas tropas y se trasladaron enseguida a Santiago para terminar su preparación
militar. García de Loyola pensaba que en esta ocasión los vecinos de la capital
harían un esfuerzo para ayudarlo con algunos soldados, caballos y armas para iniciar
la próxima campaña. Un enviado suyo, el capitán Miguel de Silva, había llegado
a Santiago a reclamar estas ayudas, pero encontró en casi todos los habitantes
la más obstinada resistencia a abandonar sus casas y a contribuir a los gastos
de la guerra. Sólo unos pocos de ellos se prestaron a acudir al llamamiento del
Gobernador. Lo único que se consiguió fueron algunas provisiones, visto lo
cual, el mismo Gobernador mandó suspender estas
tareas, pidiendo que, el año siguiente, los vecinos de Santiago le
prestasen un apoyo más eficaz para poder continuar la guerra".
El 10 de enero de 1597, comenzado ya el
verano chileno, el gobernador Martín García Óñez de Loyola, haciendo de tripas
corazón, se dispuso a proseguir batallando con las mermada tropa que tenía: "Se encontraban reunidos en Quinel los soldados
que acababan de llegar del Perú, los pocos voluntarios que se alistaron en
Santiago y los indios amigos que iban a colaborar. García de Loyola nombró al
capitán don Gabriel de Castilla maestre de campo, y fue hacia las ciénagas de
Lumaco y de Purén, donde los araucanos frecuentaban correrías con las que
inquietaban a los pobladores de Angol y de La Imperial. Las tropas españolas no
tenían más de trescientos soldados, pero bastaron para desbaratar a los indios
en numerosos encuentros. García de Loyola levantó en Purén un fuerte al que dio
el nombre de San Salvador de Coya. Durante muchos días, aquellas tierras fueron
el teatro de una guerra incesante. Aprovechándose de la ausencia del
Gobernador, los indios sitiaron esa fortaleza, pero sus defensores resistieron,
y dieron tiempo a que García de Loyola acudiera en su auxilio. Los bárbaros
fueron derrotados de tal suerte, que, al terminarse el verano, en el mes de
marzo, la comarca parecía momentáneamente pacificada".
(Imagen) Es de suponer que cualquiera que
decidiese ir a la aventura de las Indias tenía que ser un tipo especial. Pero
algunos destacaban por sus variados objetivos. Ese fue el caso de GABRIEL DE CASTILLA (nacido en Palencia hacia
el año 1577), quien, según acabamos de ver, llegó a Chile en 1596, enviado
desde Perú por el nuevo virrey (pariente suyo) Luis de Velasco, al mando de
algunos soldados de refuerzo, y le tocará luchar contra los temibles mapuches.
Luis de Velasco había sido virrey de México, estando allí a su lado el
jovencísimo Gabriel de Castilla como capitán de artillería, y, al legar a Perú
en 1596, lo nombró General del Callao, puerto de Lima. De vuelta a Perú tras
las batallas contra los mapuches, el virrey Juan de Velasco lo puso al mando,
el año 1603, de tres navíos (uno de los cuales había pertenecido al corsario
Richard Hawkins), con el fin de proteger las costas chilenas contra los ataques
de piratas, siendo ya entonces la máxima autoridad de la llamada Armada del
Sur. Le vino la oportunidad de obtener ese puesto de tanto relieve al
desaparecer en el mar quien lo ostentaba anteriormente, Juan de Velasco y
Barrio, también pariente del virrey de Perú. Lo cual da muestras claras de que
Gabriel de Castilla había alcanzado gran prestigio, y, además, la nueva
experiencia lo convertirá en un hombre famoso. De regreso al puerto del Callao,
contrajo matrimonio el año 1605 con
Genoveva de Espinosa y Lugo, con quien llegó a tener seis hijos. Durante
ese viaje en dirección sur por la costa de Chile, había ocurrido algo que ha
colocado el nombre de GABRIEL DE CASTILLA en los anales de la Historia, porque
descubrió las heladas costas de la Antártida . Aunque, con dudosos argumentos,
algunos atribuyen el mérito a otros navegantes, la referencia más antigua la da
un holandés que iba en la expedición de los tres navíos. Se llamaba Laurenz
Claesz, y anotó: "Navegamos bajo el Almirante don Gabriel de Castilla con
tres barcos a lo largo de las costas de Chile hacia Valparaiso (desde Lima),
y desde allí hacia el estrecho (de Magallanes), en el año 1603. Y
estuvimos en marzo en los 64 grados, y allí tuvimos mucha nieve. En el
siguiente mes de abril regresamos de nuevo a las costas de Chile". Esta
latitud no fue sobrepasada hasta el año 1773, por el famoso navegante británico
James Cook, quien llegó hasta los 71 grados y 10 minutos de latitud Sur. A
finales de 1989 se instaló en la isla de
Decepción (a unos 100 km de la costa antártica) el refugio militar Gabriel de
Castilla, para apoyar los trabajos de investigación y levantamientos
topográficos que allí se estaban realizando en ese momento. La base está
gestionada por la División de Operaciones del Estado Mayor del Ejército de
Tierra.
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