jueves, 29 de julio de 2021

(1480) Cabeza de Vaca tuvo noticias de los graves problemas que había en Buenos Aires. Contra el deseo de FELIPE DE CÁCERES, futuro enemigo, decidió seguir hacia Asunción en dos grupos, por mar, vía Buenos Aires, y, por tierra, directamente.

 

     (1070) La información de los nueve españoles huidos de Buenos Aires continuó siendo demoledora: "Dijeron que en  la ribera del río Paraguay, a 120 leguas más abajo del puerto de La Candelaria, había asentado un pueblo que se llama la ciudad de la Asunción (el texto dice  'Ascensión', pero tiene que estar equivocado), en amistad con los indios, donde residía la mayor parte de la gente española que en la provincia estaba; y que en el pueblo y puerto de Buenos Aires, que está en el río Paraná, había hasta sesenta cristianos". Cuando lo contaban, ya era gobernador Domingo de Irala, y lo hacían responsable de la muerte de Juan Ayolas  y de los que le acompañaban. Luego explicaron cómo había sido el comportamiento de Irala cuando abandonó el puerto donde tenía que haber esperado a Ayolas: "Había subido por el Paraguay con los  bergantines bergantines, diciendo que iba a buscar y dar socorro a Juan de Ayolas, y entró por tierra muy trabajosa de aguas y ciénagas, por lo que no pudo entrar tierra adentro, y se volvió tras tomar presos a seis indios payaguos, que fueron de los que mataron a Juan de Ayolas y a los cristianos, por los cuales se informó de la muerte de Juan de Ayolas y sus hombres. Entonces Domingo de Irala se retiró de aquel intento de conquista, en el cual se le murieron sesenta cristianos de enfermedad y malos tratamientos (se supone que por parte de Irala y sus capitanes). Además, los oficiales de Su Majestad que residían en la gobernación habían hecho y hacían muy grandes agravios a los españoles pobladores y conquistadores, y a los indios vasallos de Su Majestad, y por esta causa, y porque asimismo los capitanes los maltrataban, ellos habían hurtado un batel en el puerto de Buenos Aires, y se habían venido huyendo, con intención de dar aviso a Su Majestad de todo lo que pasaba en aquellas tierras". Luego se añade en el texto: "A estos nueve cristianos, porque venían desnudos, el gobernador los vistió y recogió, para volverlos consigo a la provincia, por ser hombres provechosos y buenos marineros, y porque entre ellos había un piloto para la navegación del río".

     No podemos perder de vista que este relato iba dirigido a Carlos V, y, probablemente, se trataba de una defensa del propio Álvar Núñez Cabeza de Vaca contra las acusaciones que vertieron contra él Domingo de Irala y sus fieles cuando lo destituyeron y lo enviaron preso a España para que fuera juzgado. Después de oír el relato de los nueve españoles, el gobernador Cabeza de Vaca, con el deseo de ayudar cuanto antes a los compatriotas que estaban en Buenos Aires y en Asunción, decidió dividir su tropa en dos partes: "Le pareció que debía buscar camino por tierra para ir a los dos lugares, y que por la mar podrían ir los navíos al puerto de Buenos Aires. Y así,  contra la opinión del contador Felipe de Cáceres y del piloto Antonio López, que querían que fuera con toda la armada al puerto de Buenos Aires, envió al factor Pedro Dorantes (nacido  en Béjar- Salamanca en 1506; no confundir con Andrés Dorantes) a descubrir un camino por el que se pudiese avanzar por una zona en la que los indios mataron a mucha gente del rey de Portugal. Cumpliendo la orden del gobernador, Pedro Dorantes partió con algunos españoles, y con indios que le sirvieran como guías".

 

 

 

     (Imagen) Acabamos de ver que el contador FELIPE DE CÁCERES (nacido en Madrid a principios del siglo XVI) no convenció a Cabeza de Vaca para que se presentara en Buenos Aires con todo su ejército completo, ya que, como gobernador con plenos poderes, decidió enviar parte de él hacia otra ruta. Se diría que fue un desencuentro premonitorio, porque Cáceres, hombre retorcido, aunque valioso militar, le creará luego muchos problemas. Se da la circunstancia de que Cáceres ya había trotado mucho por la gobernación del Río de la Plata, puesto que llegó a aquellas tierras con el desafortunado gobernador Pedro de Mendoza el año 1536, con quien, entre otras aventuras, estuvo presente en la fundación de Buenos Aires. Se sabe que, después de morir Mendoza, volvió Cáceres a España en 1539, probablemente con el grupo de españoles que hemos visto pedirle a Carlos V que solucionara los muchos problemas que había en Río de la Plata. Ese mismo año, la reina Isabel, esposa del emperador, nombró a Felipe de Cáceres contador público de la gobernación del Río de la Plata, en sustitución de Juan de Cáceres, quizá pariente suyo (la imagen muestra el documento de la concesión). Y fue así como, un año después, partió con la armada de Cabeza de Vaca, a quien, como veremos, le hizo más tarde la vida imposible en su gobernación, aliado con Domingo Martínez de Irala y otros capitanes. Desbancado Cabeza de Vaca, la trayectoria de Felipe de Cáceres siguió siendo turbulenta. El gran orduñés Juan Ortiz de Zárate, de quien tantos méritos mostré hace tiempo, vino a España para que se le confirmara como gobernador oficial de Río de la Plata, y dejó allí como sustituto a Felipe de Cáceres, quien luego se vio  implicado en continuas conspiraciones, llegando al extremo de intentar envenenar al obispo Pedro Fernández de la Torre, quien también tenía intereses políticos. Pero el clérigo fue tan hábil y resolutivo, que consiguió detenerlo, excomulgarlo y embarcarlo para que fuera juzgado en España. El obispo, queriendo vigilarlo, emprendió también el viaje, pero murió durante la travesía, lo cual se presta a cualquier conjetura, porque el preso FELIPE DE CÁCERES, en cuanto el barco llegó al puerto español de Sanlúcar, se fugó. Era el año 1572, y se cree que vivió como prófugo hasta el año 1585.




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