(1067) Después de terminar con la
asombrosa aventura de Álvar Núñez Cabeza de Vaca y sus tres compañeros, Alonso
del Castillo, Andrés Dorantes y el negro Estebanico, por tierras del sur de
Estados Unidos, empezaré a contar la otra peripecia de Cabeza de Vaca, pero
será, en todo, radicalmente distinta a la de la Florida. El final de su primer
viaje resultó feliz, pues, aunque fue un fracaso como conquista, tuvieron los
cuatro la enorme suerte de ser los únicos que sobrevivieron de la campaña de
Pánfilo de Narváez. Después, uno de sus tres compañeros, Estebanico, murió
pronto, o quizá huyera adonde los indios por estar harto de ser esclavo entre
los españoles. Los otros dos, Castillo y Dorantes, tuvieron posteriormente
vidas tranquilas. Sin embargo Álvar Núñez Cabeza de Vaca, en este su segundo
gran viaje, llevará el título de gobernador, y partirá hacia su demarcación,
denominada Río de la Plata (en cuyo territorio se encontraba Paraguay), cargado
de honores, y admirado por todas partes, pues ya era muy célebre su increíble
hazaña entre indios norteamericanos. Pero encontrará muchas dificultades, y
rivales españoles muy peligrosos, que conseguirán enviarlo encadenado a España.
Incluso Cabeza de Vaca parecerá en muchos aspectos una persona distinta a la de
la primera aventura. Es curioso que esta
campaña se la otorgara el emperador
Carlos V como consolación, por no haberle podido conceder su deseo de
volver a la Florida con otra gran armada, ya que se le adelantó en los trámites
Hernando de Soto, y, visto el terrible fracaso de este gran capitán,
probablemente fue una suerte que no lo consiguiera.
Como hizo en su crónica NAUFRAGIOS (publicada
en 1542), narrando los hechos ocurridos en La Florida, Álvar Núñez Cabeza de
Vaca también escribirá lo sucedido en esta segunda expedición, dándole al texto
el título de COMENTARIOS. En este caso, tuvo como colaborador a su fiel
escribano PEDRO HERNÁNDEZ. Y, al publicarla el año 1555, la edición incluía el
texto de Naufragios, por lo que apareció con el título de Naufragios y
Comentarios. Cabeza de Vaca murió en
Valladolid unos cuatro años después. No estará de más decir que conviene no
perder de vista que, en ambos casos, se trata de una autobiografía, lo que
siempre obliga a estar alerta acerca de la tentación de adornarse que suelen
tener quienes narran su propia vida.
Desde el inicio de la obra, se ve claro
que quien relata los hechos es Pedro Hernández, aunque siguiendo los datos que
le aportaba Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Quizá por eso se le puso a esta crónica
el título de COMENTARIOS DE ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA, y el texto siempre se
referirá a él en tercera persona. Veamos cómo comienza el libro: "Después de
que Dios nuestro Señor fue servido de sacar a Alvar Núñez Cabeza de Vaca del cautiverio
y trabajos en que padeció durante diez años (en realidad fueron ocho) en
la Florida, vino a estos reinos (España) en el año 1537, donde estuvo
hasta el año de 1540. Entonces vinieron a esta corte de Su Majestad personas
del Río de la Plata a darle cuenta de la mala situación de la armada que allí
había enviado el gobernador don Pedro de Mendoza (quien ya había muerto),
y a suplicarle que fuese servido de ayudarles
antes de que todos pereciesen. Sabido esto por Su Majestad, mandó que se llevase a cabo una capitulación con Alvar
Núñez Cabeza de Vaca para que fuese a socorrerlos".
(Imagen) Las grandes expediciones de las
Indias solían tener un estímulo especial,
ya que aquellos conquistadores siempre iban con la esperanza de
encontrar grandes riquezas, y, de paso,
la gloria. Hubo algunas que resultaron más ricas y gloriosas de lo imaginado,
pero fueron bastantes las que fracasaron por caer en la trampa de mitos que
anidaron en cabezas calenturientas. Ahora vemos que unos conquistadores que
estaban contra las cuerdas en la gobernación del Río de la Plata, por haberse
evaporado sus sueños y muerto (en 1537) su gobernador, PEDRO DE MENDOZA,
llegaron a España para pedirle a Carlos V que les ayudase. La respuesta del
emperador fue nombrar como nuevo
gobernador de aquellas tierras a ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA, quien se había
convertido en un personaje legendario tras su aventura por la Florida. Pedro de
Mendoza, nacido en Guadix (Granada) hacia el año 1499, pertenecía a la nobleza
española, fue paje de Carlos V y luego Caballero de Santiago, teniendo también
experiencia militar, ya que luchó en las guerras europeas. Partió de España, el
año 1535, nombrado gobernador de todo el
entorno de lo que es hoy Argentina, Uruguay y Paraguay. Una de sus
misiones era encontrar las grandiosas (e ilusorias) minas de plata del mítico
Rey Blanco, de las que tanto se hablaba, sobre todo por parte de los indios.
Muy bueno le parecería el negocio, ya
que la financiación total de la empresa corrió a su cargo. En cuanto llegó al Río
de la Plata (que, probablemente, tendría este nombre por la fábula minera),
logró fundar en 1536, aunque
precariamente, lo que 42 años más tarde sería Buenos Aires por obra de Juan de
Garay. Luego se le agravaron los problemas porque las campañas contra los indos
resultaron feroces, y, por si fuera poco, enfermó gravemente, al parecer de
sífilis. Se sintió tan mal, que decidió tirar la toalla y regresar a España.
Arruinado y con su estado de salud cada vez más deteriorado, murió en 1537 durante la travesía marítima. Tres años
después le encargó Carlos V a Álvar Núñez Cabeza de Vaca que lo sustituyera en
el cargo. Muchas gobernaciones sufrieron descalabros, pero, con el tiempo, se
asentaban. Vemos en la imagen que, reinando Carlos III (1759/1788), la
gobernación del Río de la Plata se había convertido en un poderoso virreinato.
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